La comisión del Senado que investiga la gestión del Gobierno brasileño frente al COVID-19 prolongó este jueves sus interrogatorios por nuevas sospechas de que el presidente Jair Bolsonaro aún presiona en favor de remedios sin eficacia.
La comisión parlamentaria, que comenzó su investigación en abril pasado, concluiría este jueves la fase de interrogatorios, pero a última hora acordó convocar nuevamente al ministro de Salud, Marcelo Queiroga, debido a renovados recelos sobre la actuación del Gobierno en relación a una pandemia que ya mató a unos 600.000 brasileños.
La decisión fue adoptada después de que un organismo consultivo del Ministerio de Salud canceló una reunión en la que se esperaba que aboliera el llamado “tratamiento precoz”, un cóctel de medicinas sin comprobación científica contra el COVID-19 que Bolsonaro promocionó personalmente y hasta fue impuesto en la sanidad pública.
La Comisión Nacional de Incorporación de Tecnologías del Sistema Único de Salud (Conitec), que depende del ministerio, no explicó la suspensión de esa reunión, prevista para este mismo jueves, pero el senador Randolfe Rodrigues, vicepresidente de la comisión, denunció que se debió a “presiones” ejercidas “directamente” por Bolsonaro.
Según Rodrigues, el mandatario “se irritó y determinó que un estudio técnico que exige acabar con el ‘tratamiento precoz’ no sea analizado ahora, cuando la comisión (parlamentaria) está en su fase final”.
El grupo, formado por 11 senadores, de los cuales sólo cuatro se alinean en el oficialismo, decidirá la fecha de la comparecencia de Queiroga en los próximos días, pero igual mantuvo, al menos por ahora, la presentación de sus conclusiones para el próximo 19 de octubre.
El negacionismo de Bolsonaro, en tela de juicio
Según adelantó el senador Renan Calheiros, instructor del grupo parlamentario, el informe final, que será remitido a la Justicia, acusará a Bolsonaro y a medio centenar de autoridades y personas cercanas al Gobierno de diversos y graves delitos.
Las imputaciones abarcarán desde “crímenes contra la humanidad” y la “salud pública” hasta sospechas de corrupción en la negociación de vacunas y masiva difusión de informaciones falsas sobre la propia pandemia y los antígenos, cuyos beneficios fueron puestos en duda repetidas veces por el propio líder de la ultraderecha.
Bolsonaro, quien desde el inicio de la pandemia negó la gravedad de la crisis sanitaria, ha sido el mayor promotor del “tratamiento precoz”, pese a numerosos informes científicos que han comprobado su nula eficacia contra el coronavirus.
El cóctel incluye la cloroquina, un antipalúdico que Bolsonaro defendió hasta en su reciente intervención ante la Asamblea General de la ONU, que él mismo dice haber tomado cuando contrajo coronavirus y cuyo uso fue impuesto por el Gobierno en toda la sanidad pública.
Queiroga, el cuarto ministro de Salud que ha tenido Brasil desde el inicio de la pandemia, compareció ante la comisión parlamentaria por primera vez el pasado 6 de mayo, cuando intentó justificar el negacionismo de Bolsonaro y del Gobierno frente a la pandemia.
En esa oportunidad, los senadores exigieron conocer la razón por la cual el “tratamiento precoz” aún figuraba en los protocolos del Ministerio de Salud, frente a lo cual Queiroga se esquivó y dijo que solamente faltaba el dictamen de la Conitec, que finalmente se iba a pronunciar este jueves y no lo hizo.
Frente a eso, la comisión parlamentaria acordó convocar otra vez a Queiroga a fin de que explique la suspensión de la reunión de la Conitec y esclarezca si obedeció a una orden expresa de Bolsonaro.
También deberá aclarar las dudas que existen en torno al plan de vacunación para el año próximo, que aún se desconoce y sobre el que la comisión parlamentaria le había pedido que informase por escrito, algo que hasta ahora no ha ocurrido.
(Con información de EFE)
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