El primer hackeo fueron fotos repetidas de una mujer que, según el perfil, se llamaba Vildan Arslan. Después, apareció Dunsey Kaytrex con una foto de Scarlett Johansson. Pasó, también, un perfil llamado Seda Dastan. En este momento, el perfil es de Ksenia, una mujer que corre carreras deportivas.
El sábado por la mañana, las cuentas de Instagram y de Twitter del Teatro Solís de Montevideo, el más antiguo e importante del país, fueron hackeadas.
La Intendencia de Montevideo, encargada de la administración del teatro, anunció a través de un tuit que las cuentas habían sido hackeadas. “Informamos que las cuentas oficiales de Instagram y Twitter del Teatro Solís fueron hackeadas. Desde seguridad informática de la @montevideoIM se está trabajando para poder recuperarlas a la brevedad”, decía el tuit.
Desde la comuna se sigue trabajando para recuperar la cuenta de Instagram. La de Twitter ya fue restituida. El propio teatro lo comunicó bromeando con la serie de Netflix La Casa de Papel.
“Disculpe, profesor, pero hemos quitado a Tokio y retomamos el control de la red social VOLVIMOS”, decía. Los movimientos realizados por los hackers en la cuenta de Twitter fueron eliminados. En aquel momento, la cuenta de Twitter mostraba a Tokio en la foto de perfil, al personaje de la serie, interpretado por la actriz española Úrsula Corberó.
Se cree que quien hackeó la cuenta la vende a personas interesadas por la cantidad de seguidores, algo habitual en el mundo cibernético de las redes sociales, según Montevideo Portal.
Los hackeos en redes sociales
Las formas en que los hackers acceden a cuentas ajenas de redes sociales son varias. Quizá, la más conocida, sea el método phishing. Consiste en generar estafas suplantando identidades de instituciones, figuras públicas o servicios para robar información sensible como contraseñas y acceso a cuentas bancarias. En resumen, se logra hackear cuentas a través de mensajes en redes, WhatsApp o correos electrónicos con un par de clicks.
Los textos que se envían para captar la atención de los perfiles suelen tener un tinte manipulador y hacen alusión a cierta urgencia.
Otra forma de estafa en redes sociales tiene que ver con la compra de seguidores. Sucede, sobre todo, en Instagram. Se le pide dinero a las cuentas, generalmente en dólares, a cambio de ver aumentada la cantidad de seguidores. Estos suelen ser bots y personas no reales. Al principio, la personas va a notar el crecimiento de seguidores, pero al ser casi todos cuentas falsas que se crean específicamente con este fin, desaparecerán con los días. Ahí es cuando la estafa se vuelve doble, la cuenta perdió el dinero y los seguidores que había pagado por tener.
Al mismo tiempo, cuando la cuenta de un emprendimiento o una institución se encuentra asociada al perfil de una persona en otra red, el hackeo del perfil de esa persona podría resultar en una pérdida del usuario del emprendimiento. Es así como miles de personas han perdido sus emprendimientos, siendo víctimas de hackeo y no pudiendo recuperar jamás sus plataformas de ventas.
También puede suceder que a los usuarios les llegue una solicitud de verificar su cuenta, el famoso “tick azul” que suelen tener los perfiles de interés público. Lo cierto es que Instagram habilita su función de verificar cuenta desde la propia aplicación y jamás envía solicitudes de verificación. Es decir, siempre que llegue este tipo de oferta, es falsa, y con ella serán obtenidos datos sensibles.
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