Después de intervenciones que defendieron a la dictadura cubana como la del mexicano Andrés Manuel López Obrador o la del boliviano Luis Arce, llegó la intervención del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou. Con su tono sereno pero determinado, se diferenció y reivindicó la democracia. “Nuestro país integra este foro porque la CELAC ha ampliado su relacionamiento con otros países del mundo pero esto no significa que caiga en desuso la participación en al OEA. Hay que ser bien claros al respectos”, empezó su discurso el uruguayo. Y recalcó: “Los gobiernos nacionales, como los gobiernos de las organizaciones son esencialmente criticables, y son materia de cambio y por eso se puede discrepar con una conducción pero no se puede desvirtuar el organismo”.
Y afirmó: “Compartimos la autodeterminación y la no intervención, pero uno de los elementos que impulsa la CELAC es la democracia, el mejor sistema que tienen los individuos para ser libres”.
Lacalle interpeló directamente a los autoritarios líderes de la región que fueron recibidos en México sin ningún tipo de cuestionamientos. “Participar de este foro no significa ser complaciente. Y con el respeto debido, cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando se utiliza el aparato represor para callar las protestas, cuando se encarcelan opositores, cuando no se respetan los DDHH, nosotros en voz tranquila pero firme debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
El presidente de Paraguay, Mario Abdo, también apuntó contra los regímenes autoritarios en la región. “La legitimidad democrática se va construyendo día a día, honrándola con nuestro actuar. No inmiscuyéndose en otros poderes, no manipulando la justicia. Yo quiero esto para toda la región. No hay otro camino que no sea la democracia”, declaró.
“Mi presencia en esta cumbre, en ningún sentido ni circunstancia, representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de postura de mi gobierno y creo que es de caballeros decirlo de frente”, sentenció el paraguayo.
El ecuatoriano Guillermo Lasso también advirtió que el futuro común de la región solo puede construirse a través de la libertad. “Libertad para nuestros ciudadanos, para abrir nuevos mercados , para comerciar, soñar y crecer juntos en una plena democracia donde existan elecciones transparentes, donde se respete la libertad de expresión, donde se respeten los derechos humanos y las libertades políticas de los opositores a nuestros gobiernos”, pidió.
E invitó a todos los que quieran construir ese nuevo futuro en libertad: “Unamos nuestros destino a través de una verdadera integración de abajo hacia arriba”.
Las serenas pero lapidarias del uruguayo y las advertencia de los presidentes de Paraguay y Ecuador llegaron luego de que los dictadores Diaz Canel y Maduro fueran recibidos por el presidente mexicano con honores. Y también son una respuesta a sus palabras en la inauguración de la cumbre en la que señaló que buscaba acuerdos sobre tres cuestiones básicas: “La no intervención y la autodeterminación de los pueblos, la cooperación para el desarrollo y la ayuda mutua para combatir la desigualdad y la discriminación”.
Para Lacalle, Abdo y Lasso la no intervención no significa el silencio absoluto cuando se suceden brutales violaciones a los derechos humanos.
Cuba es la dictadura más antigua de la región y lleva décadas persiguiendo a la disidencia. El último 11 de julio los cubanos salieron a las calles hartos de la represión y lo que recibieron fue más persecución y cientos de detenciones políticas.
El jueves pasado, la Misión de las Naciones Unidas en Venezuela concluyó que la justicia de la dictadura de Nicolás Maduro facilitó la persecución y tortura a los opositores y fue un factor clave en el encubrimiento de estos crímenes. El documento presentado al Consejo de Derechos Humanos de la ONU señala también que “el Estado no adoptó medidas concretas para remediar las violaciones de derechos humanos”. La investigación dejó en evidencia el sistemático uso del aparato represivo que realizó el estado militar de Maduro sobre aquellas voces disidentes y la complicidad de la estructura judicial. “Las acciones y omisiones de los Jueces y Juezas atendieron las denuncias de tortura han tenido consecuencias devastadoras para las víctimas, incluyendo la continuación de la tortura y el deterioro de su salud”, remarca la investigación de la ONU.
En Nicaragua el régimen de ortega mantiene detenidos desde junio pasado a 34 opositores, entre ellos siete aspirantes a la presidencia, bajo cargos de promover la injerencia extranjera en “menoscabo de la soberanía”, al amparo de una ley que entró en vigor hace ocho meses que tipifica estas acciones como “traición a la patria”. Ortega ha calificado a los opositores presos de “criminales”, “agentes del imperio yanqui”.
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