El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien hasta la semana pasada mantuvo un pulso que muchos tildaron de antidemocrático con el Parlamento y la Corte Suprema, dejó muy claro este martes que ha dado por superados todos los conflictos.
”¿Qué sería de nuestro Brasil sin la Cámara de Diputados y sin el Senado, y, por qué no, sin nuestro querido Supremo Tribunal?”, se preguntó el mandatario en una ceremonia celebrada en el Palacio presidencial de Planalto, la sede del Gobierno en Brasilia.
El líder de la ultraderecha, que en sus embates casi cotidianos también tiene entre sus blancos a los medios de comunicación, dejó igualmente un mensaje de conciliación para la prensa.
”Nuestra libertad de prensa, con todos sus defectos, tiene que persistir y, al menos en lo que dependa de nosotros, jamás habrá alguna medida de censura”, pues “aún con todos sus defectos, es mejor hablando que callada”, declaró.
En la ceremonia estaban presentes los presidentes de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, y del Senado, Rodrigo Pacheco, así como el juez José Dias Toffoli, uno de los once magistrados del Supremo, que asistieron a un acto en la Presidencia por primera vez en semanas.
Las declaraciones de Bolsonaro fueron consideradas como un compromiso con la “pacificación” que propuso la semana pasada, dos días después de haber encabezado masivas manifestaciones en las que muchos de sus partidarios exigieron una “intervención militar” y la “disolución” del Parlamento y de la Corte Suprema.
Bolsonaro, que con duras palabras dirigidas a esos dos poderes casi endosó esos pedidos, recibió una inmensa ola de críticas de parlamentarios, del Supremo y hasta de partidos políticos de su propia base, frente a lo cual casi que pidió disculpas en una llamada “Carta a la Nación”.
En ese documento, en el que instó a la “armonía” entre los tres poderes de la Nación, Bolsonaro aseguró que “nunca” quiso “agredir” a la instituciones del país y pidió “unión” frente a los problemas económicos y sociales que enfrenta Brasil.
También pidió suspender una protesta de camioneros que bloqueaba carreteras en diversos puntos del país exigiendo la destitución de los jueces del Supremo, lo cual fue aceptado por los manifestantes, aunque muy a regañadientes y con críticas a lo que consideraron “una cobardía” por parte del gobernante.
Sin embargo, sus más radicales seguidores no aceptaron lo que fue considerado casi como una “traición”, frente a lo que Bolsonaro los llamó a la “calma”, pues, según declaró, “no se puede ir al todo o nada” en los embates de la política.
(Con información de EFE)
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