María Isabel Bascuñana Royo de 21 años aparcaba su auto en el estacionamiento del Cine Lauren. Tenía miedo de la oscuridad y prefería dejarlo en ese luminoso aparcamiento cerca de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lérida donde estudiaba. Ignoraba que allí la vigilaba cada día un hombre que luego sería bautizado como el “Monstruo de Machala”.
Gilberto Antonio Chamba Jaramillo nació en Machala, el 5 de octubre de 1963. Alrededor de 1954 se enroló en el Ejército Ecuatoriano donde escaló hasta el rango de cabo. Al dejar su carrera militar en 1988, Chamba se casó con una mujer llamada Mariela con quien concibió dos hijas. Desde entonces trabajó como taxista. Chamba tenía 34 años, la vitalidad de un efectivo castrense y un entrenamiento que fue utilizado para aflorar una perversidad criminal que lo convertiría en un asesino serial.
En sus recorridos nocturnos por las calles de Machala, vigilaba a mujeres jóvenes que fueran estudiantes. Esa era su fijación patológica. Al encontrarlas solas se ofrecía a llevarlas con engaños. Chamba es un narcisista, un manipulador psicológico, un mentiroso patológico, pero un personaje encantador. Así consiguió convencer a 8 mujeres, todas de entre 14 y 22 años, a quienes asesinó y luego violó. En ese orden.
A todas sus víctimas convenció con elaborados artificios, condujo a una misma casa abandonada, sometió con cuerdas y trapos, asfixió violentamente, asesinó despiadadamente y practicó sexo necrófilo con los cuerpos sin vida de sus víctimas. Después, Chamba se presentó en los funerales de algunas de sus víctimas para ofrecer sus condolencias a sus deudos porque los conocía. Sus víctimas eran mujeres, jóvenes, estudiantes, a quienes, además, conocía de alguna forma.
Cuando cumplió 30 años, Chamba fue detenido por la Policía Nacional del Ecuador. Una prostituta lo denunció por haber intentado estrangularla mientras tenían sexo. La investigación desveló la atroz personalidad del mismo psicópata que era buscado por la justicia penal ecuatoriana, nombrado por toda una ciudad aterrorizada como “El Monstruo de Machala”.
En 1993 los jueces solo pudieron sentenciarlo a una exigua pena de 16 años, la que luego se redujo drásticamente. El Congreso Nacional aprobó el proyecto de Ley de condonación de penas con ocasión del Gran Jubileo 2000, presentado por el entonces Defensor del Pueblo encargado, Claudio Mueckay. La ley ordenaba la reducción de las penas a la mitad, salvo en los delitos cometidos en contra de la administración. Así cumplieron anticipadamente con sus condenas desde violadores, asesinos, secuestradores y extorsionadores hasta narcotraficantes, pero que no hayan cometido delitos de corrupción.
Chamba fue sentenciado a cumplir su condena en el Antiguo Penal García Moreno. Según consta en los registros de la Dirección Nacional de Rehabilitación Social, hoy convertido en Servicio Nacional de Atención Integral, 5 de julio de 1997 fue trasladado a la Cárcel Municipal de Zaruma a 100 kilómetros de Machala. Chamba aseguraba que sufría constantes amenazas de Giovanny Arcesio Noguera Jaramillo, el interno que mató al colombiano Daniel Camargo Barbosa “El Monstruo de los Manglares”, recluido en el mismo penal, donde este último cumplía una pena por haber violado y estrangulado a docenas de mujeres y niñas en Guayaquil, en la década de 1980, incluyendo a la una tía de Noguera.
El 9 de noviembre de 2000, a los 38 años, Gilberto Chamba recuperó su libertad y tras limpiar su historial policial, algo que sólo es posible en Ecuador, fue a vivir a España donde lo esperaban dos de sus hermanas en Lérida, una antigua ciudad catalana.
En septiembre de 2004, Chamba finalmente consiguió un empleo fijo como limpiador y vigilador del aparcamiento de la Isla de Ocio, un complejo de entretenimiento situado a un costado de la Facultad de Derecho y Economía de la Universidad de Lérida, sobre la calle Carrer de Pere de Cabrera, una moderna zona de cines, bares y restaurantes. En ese lugar aparcaban todas las noches estudiantes como María Isabel, que asistían a la Universidad.
Allí, la noche del 23 de noviembre de 2004, alrededor de las 22:30, Chamba sometió a la joven leridana, asesinó y violó, para luego esconder su cuerpo inerte en su propio automóvil, conducirlo hasta a unas calles de distancia, abandonarlo en el barrio de La Bordeta, regresar caminando y reportar la terminación de su turno antes de la media noche de aquel día.
Chamba fue detenido el 1 de diciembre de 2004. De principio a fin negó las acusaciones, asegurando que la causa estaba fundada en una conspiración en su contra orquestada por los Mozos de Escuadra, la policía autonómica de Cataluña. Las pruebas dactiloscópicas, los exámenes de sus fluidos seminales, los testimonios de las compañeras de la víctima, el testimonio de una prostituta rumana, las contradicciones en los testimonios del agresor y la posterior constatación de que Gilberto Antonio Chamba Jaramillo era el mismo que fuera sentenciado en Ecuador por los mismos delitos, contribuyeron para que la justicia española lo castigara a 45 años de encierro en el Centro Penitenciario Quatre Camins en el municipio de La Roca del Vallés, donde permanece hasta el día de hoy.
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