Delincuentes armados hasta los dientes, tiros, explosivos y rehenes atados a autos como escudos humanos conforman el modus operandi del “Novo Cangaço” (”Nuevo bandido”), como son conocidos en Brasil los violentos atracos similares al perpetrado este lunes en Araçatuba y que aterrorizan pequeñas y medianas ciudades del país.
Cuatro personas murieron, entre ellas tres civiles, después de que una decena de hombres fuertemente armados invadiera esta ciudad del interior de San Pablo para perpetrar un asalto en diversas entidades bancarias.
Las autoridades confirmaron que la cuarta víctima se trata del empresario Roberto Bortolucci da Silva, de 38 años, a quien la banda delictiva mató por tratar de filmar el asalto, consignó Folha de San Pablo.
El mismo periódico informó este martes que, pasadas 24 horas del terror, aún hay más de 20 explosivos esparcidos por diferentes puntos de Araçatuba, la pequeña ciudad que en estos momentos se encuentra sembrada de bombas.
Este tipo de cinematográficos atracos son cada vez más comunes en pequeñas y medianas localidades de Brasil, donde los efectivos policiales son reducidos, y han sido bautizados de “novo cangaço”, nombre que hace referencia al movimiento de bandoleros que a fines del siglo XIX y principios del siglo pasado llegaron a controlar territorios en los estados del noreste.
Del viejo al nuevo “cangaço”
El “cangaço” puso en jaque a las fuerzas de seguridad del país, principalmente el grupo liderado por el célebre bandolero Virgulino Ferreira da Silva “Lampião” (”Lámpara”) y su compañera Maria Bonita, muertos a manos de la policía en 1938 y quienes crearon en el nordeste del país una versión del “Oeste americano”.
El llamado “nuevo cangaço”, sin embargo, comenzó a ser identificado en la región norte y noreste del país hace poco más dos décadas, pero se ha intensificado en los últimos tiempos, según explicó a la agencia de noticias EFE el experto en seguridad y miembro del Fórum Brasileño de Seguridad Pública (FBSP) Guaracy Mingardi.
El fenómeno, precisó la profesora del Laboratorio de Estudios de la Violencia de la Universidad Federal de Ceará, Jania Perla Diógenes de Aquino, surgió en los años 2000 con el aumento del poder adquisitivo en las ciudades pequeñas del interior de Brasil, alentando la creación de agencias bancarias en esas localidades.
A ello se unió la falta de infraestructura y preparación de los policías fuera de los grandes centros metropolitanos, lo que permitió que las bandas de delincuentes actuaran sin el cerco de los agentes.
“Los nuevos cangaçeiros (bandoleros) iban a una ciudad relativamente pequeña pero con sistema bancario. Ocupaban la ciudad y asaltaban con tranquilidad, más o menos como hacían durante la época de Lampião”, detalló Mingardi.
Sin embargo, agregó Mingardi, este tipo de asaltos, cada vez más sofisticados, comenzaron a expandirse hace cinco años por pequeñas y medianas ciudades en las ricas regiones del sur y sudeste del país, como San Pablo.
“Esas bandas que actúan en el sur y sudeste recurren al método que era empleado en el nordeste, pero con tácticas cada vez más elaboradas”, cuenta Diógenes de Aquino.
La investigadora estudia desde el año 2000 los atracos a bancos en el país, pero en 2017 pasó a centrarse en las bandas del “nuevo cangaço”, las cuales, asegura, son “audaces” a la hora de enfrentar a las fuerzas policiales a través de métodos cada vez más “arriesgados”, como pudo verse en Araçatuba.
En esta localidad situada a unos 500 kilómetros de la capital paulista, decenas de hombres fuertemente armados colocaron explosivos de forma estratégica en al menos 14 puntos de la ciudad y ataron rehenes a los coches para facilitar la fuga.
Los delincuentes emplean un importante arsenal de armas, entre ellas ametralladoras capaces de derribar helicópteros, las cuales, en su mayoría, son abastecidas por el grupo criminal Primer Comando de la Capital (PCC), la facción más poderosa de Brasil, de acuerdo con los especialistas.
Según Diógenes de Aquino, quien durante años ha estudiado el perfil de las bandas del “nuevo cangaço”, los grupos están formados por una “élite” dentro del mundo del crimen, con una gran experiencia en robos y elevada “reputación”.
(Con información de EFE)
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