La mora es una fruta que se confunde con la baya porque se cultiva igualmente en una zarza. Tiene un aspecto similar y características comunes, además de amplias propiedades nutricionales pero que podrían representar un problema para las áreas protegidas. Hay dos bayas de dos géneros de árboles frutales diferentes con sus características fenotípicas: el Morus y la Rubus.
Rubus, también conocido como mora, es un arbusto de la familia de las rosáceas, conocido por su fruto comestible. Rubus niveus, o mora exótica, es una planta originaria del sur de Asia. En la actualidad se ha naturalizado y convertido en una especie invasora en Hawái, las Islas Galápagos, la Isla La Reunión, Madagascar y la Isla Mauritus.
Las especies invasoras se desarrollan fuera de su área de distribución natural, en hábitats que no son los suyos, cambiando la riqueza y diversidad de los ecosistemas. Cuando son transportados e introducidos y logran establecerse y dispersarse en nuevas áreas, se les llama especies exóticas invasoras. Las especies invasoras son dañinas, lo que significa que producirán cambios importantes en la composición, estructura o proceso de los ecosistemas, poniendo en peligro la biodiversidad local.
En el campo ecológico, el principal impacto de la invasión biológica es la pérdida de biodiversidad. La introducción de especies exóticas cambiará la abundancia de especies e incluso hará que algunas especies locales se extingan, lo que conducirá a la homogeneización del paisaje.
Las moras se introdujeron como cultivo en la isla Santa Cruz a fines de la década de 1960. Pero tras ser llevada de isla en isla por comerciantes y viajeros, la especie ha invadido todo tipo de vegetación desde pastizales hasta bosques, formando densos matorrales de hasta 4 metros de altura.
Los investigadores advierten que su crecimiento agresivo ha desplazado a las plantas nativas, especialmente al bosque dominado por Scalesia, endémico de las Islas Galápagos, también conocido como el árbol de la margarita. La Scalesia que se ha reducido a menos del 1% de su cobertura original debido a muchas amenazas ambientales.
La mora también trae serios problemas económicos a los agricultores porque mata sus cultivos. Debido a la gran cantidad de semillas, es difícil de controlar mediante el deshierbe. En algunas áreas, obligó a los agricultores a abandonar sus tierras cultivadas. El plan actual es que los granjeros supervisen la liberación y reproducción de controles biológicos en sus tierras.
En las Islas Galápagos, erradicar las moras en una hectárea de tierra costaría entre 1.000 y 1.500 dólares, y llevaría una semana de trabajo. Los agricultores de la isla no tienen estos recursos, por lo que evitan contratar trabajadores temporales para hacer el trabajo. Por eso se buscó una solución simple: proporcionar desbrozadoras y evitar el uso de herbicidas. Hasta ahora, se ha distribuido 65 juegos de herramientas a la misma cantidad de agricultores. De los 240 agricultores registrados por el Ministerio de Agricultura de San Cristóbal, 140 agricultores se han beneficiado de estos programas.
Sin embargo, dadas las características reproductivas de esta especie, y por haber infestado grandes áreas de las islas San Cristóbal y Santa Cruz, el tratamiento físico o químico ayudaría a controlar la especie para que no amplíe su rango actual. Al adoptar este tipo de controles, se desperdiciarán menos recursos financieros y se perderá menor tiempo en tratamientos ineficaces.
Existen algunas alternativas que podrían ejecutarse a través de ensayos de laboratorio y que permitirían la erradicación de la especie. Una de esas es para algunos expertos el control biológico de la especie.
La mora es un fruto delicioso apropiado para la elaboración de una multitud de productos que incluyen, yogures, tartas, licores, batidos, helados, gelatinas, confituras, zumos, mermeladas, jaleas, etc. En las Islas Galápagos, la mora es una amenaza creciente y de gran capacidad de daño permanente.
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