Misterios insondables se esconden en la Cueva de los Tayos en Ecuador. Lo cierto es que se trata de una sima o una cavidad muy profunda en la tierra que parece cortada con trazos muy precisos en la roca. Se estima que la formación tiene 200 millones de años.
Este lugar se encuentra en medio de la selva tropical de la provincia de Morona Santiago a 460 kilómetros de Quito por carretera y luego de un extenso recorrido adicional a pie por la selva virgen en la zona montañosa irregular llamada Cordillera del Cóndor. El viaje a la cueva toma tres días.
La entrada consiste en un descenso de 63 metros de profundidad y 2 metros de ancho. Dentro de la cavidad se presenta un espacio de 7.8 metros de ancho, de 15 a 35 metros de altura y 68 metros de largo. Dentro de la bóveda existen diversos túneles que podrían medir un total de 17.9 kilómetros, según un estudio de la Sección Nacional del Ecuador del Instituto Panamericano de Geografía e Historia de 2017.
La Cueva de los Tayos ha sido la cuna de varias teorías de conspiración que aseguran que en ese lugar habitaron seres de otros mundos.
La sima recibe su nombre de los tayos, una enigmática ave nocturna de color café y apariencia aceitosa, que vive en cavernas profundas de lugares selváticos y tropicales de Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia. En otros países se llaman guácharos y son considerados como los heraldos de seres ultraterrenos. Su chillido es característico y los indígenas shuaras lo asocian los alaridos de alerta por la presencia de visitantes. Incluso en otros países se llaman así porque en la expansión del imperio indígena precolombino la adopción del quechua impuso también el prefijo “huach”, que se refiere a la acción de gritar.
El sacerdote salesiano y documentalista italiano Carlos Crespi Croci coleccionó centenares de piezas y planchas metálicas en un museo de su congregación en Cuenca, una ciudad al sur del Ecuador. Desde que Crespi falleció no se conoce el paradero de las piezas. De acuerdo a El País de España, solo hay el testimonio de que Crespi era poseedor de estas por algunas instantáneas del sacerdote con los objetos. Uno de los mitos alrededor de las piezas del padre Crespi es que el Vaticano las escondió y desapareció. En 1926, el padre Crespi dirigió el primer documental etnográfico del Ecuador: “Los invencibles shuaras del Alto Amazonas” financiado por la UNESCO en donde se relata parte de los hallazgos arqueológicos.
Entre las piezas encontradas se encuentran planchas metálicas con grabados que recuerdan a la mitología sumeria extendida en Asia Occidental 2.900 años antes de Cristo y que relatan la historia de la humanidad y su relación con seres venidos del cielo, habitantes de la tierra del océano o del inframundo. Estas placas fueron consideradas como una biblioteca metálica encontrada en las cuevas por el arqueólogo Juan Moricz a mediados de los 1960. Una investigación realizada por el padre Pedro Porras en 1978 define que la cueva fue habitada por primera vez alrededor del 1.000 a. C.
El ingeniero escocés Stan Hall organizó en 1976 una expedición a la Cueva de los Tayos, con la participación de una docena de instituciones, elementos de las Fuerzas Armadas ecuatorianas que asistieron para dar seguridad a los investigadores, y Neil Armstrong, astronauta estadounidense y el primer ser humano en pisar la Luna. El objetivo de la expedición era contrastar las hipótesis de Erich von Däniken, autor del libro Oro de los Dioses, donde se documenta sobre una supuesta civilización subterránea. El libro se inspira en los hallazgos de Moricz. De acuerdo a una nota publicada en El País de España, Armstrong habría dicho: “He sido el primero en estar allá arriba... y quería ser el primero en estar aquí abajo”. Además se habría llevado objetos de la cueva.
En declaraciones para el diario El Universo de Guayaquil, del viernes 6 de agosto de 1976, Juan Móricz aseguró: “He descubierto en la región oriental, provincia de Morona Santiago, dentro de los límites de la República del Ecuador, objetos preciosos de valor cultural e histórico para la humanidad que consisten en láminas metálicas que contienen la relación histórica de toda una civilización perdida”. Sobre lo encontrado en las profundidades de la cueva, Móricz agregó enigmático: “Pueden tildarme de loco, pero hay seres superiores bajo la tierra”.
Algunos de los objetos que más llama la atención son las placas de oro con grabados que dan pie a la leyenda de la biblioteca de oro, la cual hubiera permanecido como un mito si no fuera por la intervención de un hombre llamado Petronio Jaramillo que, en 1996, se contactó con Stan Hall y le contó que había visitado la biblioteca en 1946. Inesperadamente, pocos días antes de emprender la búsqueda, en 1998, Jaramillo fue asesinado cerca de su casa.
A pesar de que la cueva se volvió popular a raíz de la expedición en la que participó Armstrong, un informe del Ministerio de Defensa ecuatoriano detalla que desde 1915 “se conocían sus peculiaridades visibles”, de acuerdo la información publicada en diario El Universo, en 1976.
Una de las particularidades de la cueva son los bloques que conforman sus paredes y techos y que han sido construidos a más de 300 metros bajo tierra.
Los misterios de la Cueva de los Tayos han sido comparados con las líneas de Nazca. Al existir cuestiones sin resolver, algunos investigadores sugieren la realización de nuevas expediciones científicas que puedan revelar los secretos de los Tayos.
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