El 18 de abril pasado José Daniel Ferrer narraba la delicada situación que vivía su país. “No hay intención de reformas profundas en Cuba”, decía ante la salida de Raúl Castro como jefe del Partido Comunista y pronosticaba una lluvia de protestas contra la dictadura comandada por Miguel Díaz-Canel. El líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) conocía el pulso íntimo de lo que estaba gestándose entre la población y su vaticinio fue exacto. El alarido del pueblo estalló el 11 de julio en toda la isla.
El régimen -desconcertado y temeroso ante la histórica reacción popular- ejecutó una feroz represión. José Daniel fue secuestrado a pocos metros de su casa ese mismo día a las 5.10 de la tarde. Desde entonces transcurrieron 35 días sin que se sepa dónde ni en qué condiciones está. Como él, decenas de luchadores pacíficos fueron desaparecidos.
Su esposa, Nelva Ismarays Ortega Tamayo tenía la sospecha de que podría encontrarse en el principal centro de torturas del castrismo en Versalles, Santiago de Cuba. Es allí donde lo vieron por última vez. Pero todo es incertidumbre. “Hasta el momento nos niegan verlo. Ni siquiera una llamada telefónica”, cuenta del otro lado de la línea, en medio de una tormenta que golpea parte del Caribe y dificulta la comunicación. Ningún documento certifica que José Daniel continúe allí.
El jueves tuvieron una comunicación en forma oral sobre el paradero de Ferrer que sumó confusión al cuadro. “Un sicario castrista le informó al primo de mi esposo, Roilán Zárraga Ferrer, que a José Daniel lo habían trasladado el pasado jueves a la prisión de Mar Verde. Pero ese mismo día estuve con Roilán en Versalles y hasta que no nos retiramos no nos habían notificado nada, sólo se negaron a que lo viéramos personalmente”, dice Nelva.
“Toda información que sus verdugos den no la podemos asegurar y mucho menos confirmar hasta tanto nosotros sus familiares tengamos contacto físico con él o al menos el derecho a una llamada telefónica. Dos derechos que se nos han negado”, añade la mujer que vive pegada al teléfono para saber si hay alguna “prueba de vida” sobre el referente social incansable.
El estado de salud del activista prodemocracia es una de las máximas preocupaciones de su familia. “Mi esposo presenta una gastritis crónica producto de una úlcera contraída por las largas huelgas de hambre”, cuenta a Infobae la mujer. Esas protestas las inició durante la llamada Primavera Negra de 2003. “Antes de que se lo llevaran estaba con vómitos con sangre y mucho dolor abdominal”, recuerda.
“Todo indica que puede ser una úlcera sangrante. Pero como el gran líder y hermano de pueblo que es no dudó en decir ‘con mi pueblo hasta el final’. Siempre nos ha dicho: ‘Si he de morir, que sea luchando de forma pacífica al lado de mi pueblo, no en una cama del hospital por una enfermedad’”, dice Nelva quebrada por la angustia.
La mujer de 30 años -que cuida del hijo de dos años que tiene con Ferrer y cada mañana cansa oficinas estatales para conocer algo sobre su marido- relata cómo fue la captura aquel 11 de julio: “Salió de forma pacífica a la calle a apoyar al pueblo, a sumarse al estallido social iniciado en San Antonio de los Baños que se extendió por todo el país. A dos cuadras fue detenido injusta y arbitrariamente por fuerzas represivas del régimen castrocomunista al mando del títere cubano y asesino Miguel Díaz-Canel que dio la orden de secuestro y desaparición forzosa”.
Del operativo participaron agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), la policía política del régimen (el Departamento de la Seguridad del Estado) y funcionarios de Respuesta Rápida. Allí también se llevaron al hijo de Ferrer, Danielito Ferrer Cantillo, de 18 años. Fueron trasladados a Versalles. A las pocas horas, ambos fueron separados en una parte del centro de torturas llamado “el túnel”. Tras cinco días de huelga de hambre, el joven fue liberado por no tener antecedentes. Resultó el último en ver a su padre allí, adonde piensan que aún continúa cautivo. Le describió a Nelva lo que pasó allí y las condiciones denigrantes en la que se encontraban los detenidos. Aún continúa en estado de conmoción.
Conociendo la lucha de su marido y la convicción que lo mueve, a Nelva le retumba en su cabeza aquella frase que siempre repetía de “morir luchando y no en una cama de hospital”. Teme por su vida. Cree que seguramente esté atravesando una huelga de hambre, lo cual lo colocaría al borde de la muerte.
- Los días pasan y no hay información sobre José Daniel ni sobre otras decenas de luchadores sociales cubanos que fueron apresados el pasado 11 de julio.
- La angustia y la incertidumbre invaden y asfixian no sólo a nuestra familia sino a miles. Cada día es más preocupante la situación. Tenemos familiares desaparecidos, detenidos, heridos, encarcelados por falsos delitos. Están llorando sus muertos simplemente por salir de forma pacífica a las calles para exigir libertad y respeto a los derechos humanos. No queremos más dictadura. El silencio del régimen y sus verdugos sólo nos dan a entender que es víctima de tratos inhumanos, crueles... que está siendo torturado como las veces anteriores. No pueden mostrar que lo están dejando morir. Esta opción es la que más favorecería al dictador Raúl Castro y a Díaz-Canel porque mi esposo siempre ha sido la piedra en el zapato. Saben que él no le tiene miedo a la prisión, que no se doblega con ninguna de sus torturas y que porque toda su vida se ha entregado en cuerpo y alma a la libertad de Cuba, a la lucha contra la dictadura.
Nelva cree que esa misma situación podría estar repitiéndose con otros presos políticos: Félix Navarro (Presidente del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel), Luis Manuel Otero Alcántara (Movimiento San Isidro), por ejemplo y otros tantos activistas de los que no se conocen su paradero ni su estado de salud. “Lo único que sabemos es que deben estar en condiciones inhumanas y degradantes”.
“Mi esposo siempre ha sabido que es la presión del pueblo la que puede provocar los cambios del régimen. Parece que el momento ha llegado y eso lo hemos visto el pasado 11 de julio”, dijo la mujer del hombre que cuenta sobre sus cansadas espaldas nueve años en prisión, seis de los cuales fueron en una celda de aislamiento. “Tenemos una cúpula que no es gubernamental, sino de esencia criminal”, enfatizó Nelva refiriéndose al estado cubano sin detenerse en que sus palabras podrían causarle más problemas en un país marcado por las arbitrariedades y la falta de libertad de expresión.
- Intentaron silenciar al pueblo cubano. ¿Cree que lo lograron? ¿O las marchas continuarán?
- Cuando un pueblo entero se levanta, no hay marcha atrás. Este régimen engañó por más de 62 años a muchas personas. Incluso a personas muy buenas. Ahora ya todos saben, el mundo tiene los ojos encima de Cuba y saben quienes no querían ver que estamos en manos de criminales y que estos ahora están más solos que nunca. Las causas que llevaron a ese estallido social están presentes, se mantienen.
Nelva también habla del otro drama que pocos comentan sobre Cuba: el manejo que el Palacio de la Revolución ha hecho de la pandemia del COVID-19. “Hay una escasez grandísima de medicamentos y alimentos”, advierte. “Es desesperante ver cómo tantas personas están muriendo en sus casas o policlínicos porque no llega la ambulancia porque no tienen gasolina... Pero hay combustible para quienes reprimen al pueblo. Para reprimir y detener, para amenazar a ancianos y madres con niños, sí hay”.
“Cuántos muertos fallecidos en sus casas, en policlínicos, en los pasillos de hospitales por la falta de la debida atención... le echan la culpa a los médicos pero no es así. Es el sistema. Los médicos tratan de dar lo mejor de sí. Pero cuando no hay antibióticos, no hay reactivos para hacer complementarios médicos, cuando no hay ni siquiera oxígeno, ni una cama para esa persona, el responsable es el sistema, no son los médicos. Y son muchos lo que han fallecido esperando ser atendidos y muchos han muerto sin realizarse el test de antígenos ni PCR porque dicen que no hay reactivos. Es decir, es un colapso total de nuestro sistema de salud. Por lo que aquí en Cuba hay que multiplicar por muchos enteros las cifras oficiales de contagios y muertes por COVID-19 para acercarse remotamente a la realidad que vivimos”, remarcó.
Nelva retoma el tema de la crisis social y política dentro de la isla y concluye: “Habrá muchos, muchísimos 11 de julio. El cubano ha perdido el miedo al escarmiento. Y esto más que dividir, ha multiplicado. Ha unido no sólo a los cubanos dentro de Cuba, sino a los del exilio. Y eso es muy importante para la lucha por la libertad de nuestra patria. Una Cuba para todos los cubanos, no sólo para un grupito. Por eso exigimos la libertad para todos porque son inocentes. La libertad fue robada desde que llegaron al poder los hermanos Castro y que ha seguido Miguel Díaz-Canel”.
Twitter: @TotiPI
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