Cuba está repatriando a cientos de médicos que trabajan en el extranjero y convirtiendo hoteles en centros de aislamiento y hospitales para combatir la crisis del COVID-19, que está abrumando a servicios de salud y crematorios en algunas partes de la isla.
El país, que logró contener las infecciones durante la mayor parte del año pasado, ahora se enfrenta a uno de los peores brotes en el mundo, alimentado por la propagación de la variante más infecciosa Delta, mientras sigue vacunando a su población.
El promedio de casos confirmados de COVID-19 en siete días en Cuba se ha multiplicado por ocho en dos meses a 5.639 por millón habitantes, 10 veces el promedio mundial.
Una de cada cinco pruebas es positiva, cuatro veces el 5% de referencia de la Organización Mundial de la Salud. El promedio de muertes confirmadas en siete días por COVID-19 es de alrededor de 52 por millón de habitantes, seis veces la media mundial, pero el número real podría ser mayor teniendo en cuenta los casos eventualmente no diagnosticados.
El brote del virus encuentra a Cuba en su peor crisis económica en décadas, con escasez de medicamentos, alimentos y largas filas para comprar, lo que provocó una serie de protestas en la isla.
La situación ha sido un golpe para algunos en el país caribeño, donde el derecho a la salud pública gratuita y universal está considerado un orgullo de su sistema social.
”Presencié colas de 20 y más horas, personas muriendo en los pasillos (del policlínico)”, escribió Ana Iris Díaz, una profesora de la universidad de la ciudad central de Santa Clara y quien se define como “revolucionaria”, en una publicación de Facebook que se volvió viral esta semana.
”Vi morir a una anciana después de varias horas de espera y cuatro días sin test de antígeno, ni PCR. Sencillamente, vi lo que nunca hubiera deseado ver: el colapso de nuestro sistema de salud”, agregó.
El gobierno de Cuba no respondió a una solicitud de comentarios. La Habana ha denunciado a Estados Unidos por recrudecer las sanciones a la isla que, dice, han ralentizado el lanzamiento de la vacuna debido a la dificultad para adquirir insumos.
Críticos culpan a la ineficiente economía estatal del país caribeño. ”Estamos en el límite de las capacidades que tenemos de infraestructura, de recursos, de medicamentos y de oxígeno”, dijo el presidente Miguel Díaz-Canel el lunes durante una reunión del gobierno acerca de la evolución del COVID-19.
Incinerador sobreexigido
Cuba fue en 2020 una historia de éxito frente al COVID-19, logrando contener el brote, envió médicos por todo el mundo para ayudar e incluso desarrolló sus propias vacunas, las cuales comenzó a aplicar en los últimos meses.
Las muertes en Cuba desde el inicio de la pandemia continúan siendo sólo la mitad del promedio mundial, según datos oficiales. Sin embargo, el número de muertos está aumentando rápidamente.
En la oriental provincia de Guantánamo, el artista Daniel Ross dijo que un amigo suyo de 30 años, que contrajo el COVID-19, había fallecido recientemente por falta de medicamentos y oxígeno.
”Aquí luchamos contra COVID-19 con Azitromicina, que cuesta 16 pesos por lo general en la farmacia, pero no han tenido por meses ahora”, dijo Ross. Y agregó que el costo había aumentado a 3.600 pesos, equivalente a 150 dólares en el mercado negro.
Ihosvany Fernández, director de servicios comunales en Guantánamo, dijo en la televisión local que el total de muertes allí, por cualquier causa, había aumentado al comienzo del mes a más de 60 por día desde alrededor de 12 como promedio.
Sin embargo, datos oficiales muestran no más de 10 muertes por COVID-19 diarias en Guantánamo en esos días, lo que sugiere que no se reportan muertes de la enfermedad respiratoria.
Uno de los incineradores de la provincia se averió debido a su uso excesivo, dijo Fernández, por lo que estaban instalando otro y usando distintos vehículos estatales para transportar los cadáveres debido a los insuficientes autos fúnebres en la provincia.
Hasta ahora, una cuarta parte de los 11,2 millones de habitantes de Cuba ha sido inmunizado con sus dos vacunas más avanzadas, que los funcionarios sostienen que han demostrado una eficacia superior al 90% en los ensayos clínicos de fase tres.
La tasa de letalidad en La Habana, donde casi dos tercios de la población ha sido ahora completamente inmunizada, fue solo del 0,69% en comparación con el 0,93% del resto del país en la primera semana de agosto, según datos oficiales.
(Con información de Reuters)
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