Durante más de un año casi todo Chile estuvo siguiendo los medios de comunicación para encontrar una pista sobre el paradero de Fernanda Maciel, una mujer de 21 años que desapareció misteriosamente cerca de su casa, ubicada en la comuna de Conchalí, en Santiago, sin dejar rastro alguno un 18 de febrero de 2018.
En todo ese año, tanto las audiencias como las entidades especializadas en pericias, su familia y amigos se volcaron para intentar descubrir los detalles detrás del presunto femicidio y desaparición de la joven, quien además estaba embarazada de 7 meses al momento de su extravío.
Con el paso del tiempo esta causa se convertiría en uno de los casos policiales más trágicos de la historia de Chile.
Su familia, al percatarse de su desaparición, presentó una denuncia frente a las autoridades. Horas después se conoció un registro de una cámara de seguridad en donde Fernanda fue captada caminando en dirección a una bodega ubicada en la intersección de las calles Llaima con Puntiagudo, en la comuna de Conchalí, a sólo 40 metros de su vivienda.
Tras su desaparición, múltiples teorías salieron a la luz: primero se dijo que la joven había huido con un presunto amante, que tenía vínculos con peligrosos narcotraficantes, que viajó a Bariloche, Argentina, entre tantos otros escenarios que no hicieron otra cosa más que confundir la investigación.
Además, muchos “psíquicos” que aseguraban haber tenido “visiones” de la joven y su paradero también inundaron la investigación con detalles poco claros. La teoría de la participación en el crimen de la pareja de Fernanda, Luis Petersen, también rondó alrededor del caso.
Luis y Fernanda se habían conocido un año antes de la desaparición de la joven. La relación que sostuvieron en ese tiempo fue como todas: con momentos altos y bajos, lo que no impidió que vivieran juntos para criar a la hija de ambos que venía en camino: la pequeña Josefa.
Sin embargo, eran tales las sospechas sobre Petersen que en octubre de 2018, a siete meses de la desaparición de Fernanda, las autoridades autorizaron una revisión a la casa del hombre para encontrar indicios de la joven, pero nada se encontró.
La desesperación era causa común entre la familia, los amigos y la comunidad en general, quienes día a día veían como en los medios de comunicación se insistía con encontrar al culpable, y en revisar la bodega en donde la joven fue vista la última vez.
La bodega y un antiguo vecino sospechoso
En marzo de 2019 la sociedad entera se movilizó a la comuna de Huechuraba, en Santiago, por el descubrimiento de restos humanos. Todos pensaron en un inicio que se podría tratar de Fernanda. Sin embargo, esto no sucedió.
A las pocas horas, la familia de la víctima exigió que fuese revisada la bodega en donde se vio a Fernanda por última vez. Esto se realizó en varias oportunidades pero, misteriosamente, no se encontró nada relevante en aquellas pericias.
Con el paso de los días, todo fue apuntando con más fuerza a este lugar y a la última persona que vio con vida a Fernanda: Felipe Rojas, quien durante la jornada de la desaparición invitó a la mujer a compartir un rato.
“Soy amigo de Fernanda Maciel Correa hace 10 años aproximadamente cuando ella llegó a vivir a la comuna, ya que soy vecino pero en algún momento nos alejamos”, indicó en la investigación.
Rojas aseguraba que Fernanda nunca llegó a la bodega y que la contactó por mensajes el día de su desaparición. “Te esperé cualquier rato, pero no llegaste. Yo ando cleteando”, rezaba el último texto enviado por Rojas.
Felipe Rojas y una ex pareja de éste fueron entrevistados en más de una oportunidad por la policía hasta que el 23 de julio de 2019, casi 500 días después de la desaparición de Fernanda, se reveló la responsabilidad del vecino en este crimen.
“Se puso a llorar, ayer me dijo que Fernanda se había resbalado, se había pegado en una punta. ‘No sé si en una silla o una mesa. Empezó a convulsionar, cuando la traté de levantar se orinó y se fue’. Dijo que estaba muy volado y tomó malas decisiones. La envolvió con una telas e hizo un hoyo. Ahí se destrozó las manos y en ese momento procedió al entierro”, manifestó la ex pareja de Rojas.
Posteriormente, según esta declaración de la ex pareja, Rojas tomó el celular de Fernanda, lo formateó y lo fue a vender a una feria, para luego volver en bicicleta. Además, ella entregó detalles del lugar donde estaban los restos de Fernanda: en la bodega que la familia exigía revisar con profundidad, y en donde las autoridades no encontraron nada en un primer momento.
Según los familiares de Fernanda, Felipe Rojas habría violado en ese lugar a la mujer, además de enterrarla viva. “Pudimos realizar un preinforme, descubriendo lo que Felipe le había hecho a mi hermana. Felipe Rojas violó a mi hermana, la amarró, la enterró viva”, dijo la hermana de Fernanda, Valentina Maciel.
Ayer, la Justicia chilena confirmó que el imputado Felipe Rojas seguirá en prisión preventiva como único participante de este femicidio que impactó al país entero.
Rojas está formalizado frente a la justicia por los delitos de homicidio calificado, aborto e inhumación ilegal contra la joven embarazada de 21 años quien estuvo más de un año desaparecida a pocos pasos de su casa.
Según el abogado de la familia, Pedro Díaz, al imputado se le habrían realizado pericias psicológicas que serán las últimas antes del cierre de la investigación. Tras esto vendrán las etapas procesales para fijar una sentencia definitiva contra Rojas.
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