Nicaragua conoció el rostro de Cristian Tinoco la noche del 13 de junio pasado, cuando circuló profusamente por las redes sociales un video de auxilio. “Mi papá fue secuestrado”, denunció una mujer calva, de voz firme, que se presentó como la hija del conocido ex guerrillero sandinista Víctor Hugo Tinoco. “Mi padre luchó junto a ellos para que se liberara Nicaragua de una dictadura y ahora viene Daniel Ortega a ser un dictador, para mí, peor que Anastasio Somoza”.
Cristian Tinoco, 42 años, es oftalmóloga y desde hace diez años batalla contra un cáncer primario de mamas. Su hermana, Arlen Tinoco, explica que hace seis años el cáncer invadió también los pulmones y, recientemente, alcanzó el abdomen, la pelvis y la columna.
La captura de su padre ha empeorado la salud de Cristian. “Todo esto la ha afectado. El estrés por la captura de mi papá ha provocado a Cristian ciertas complicaciones como ascitis, que es una inflamación por líquido en la cavidad peritoneal, y se le ha tenido que drenar en dos ocasiones su abdomen”, indica la hermana.
Víctor Hugo Tinoco, 69 años, fue guerrillero en la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle (1925-1980) y vicecanciller de Nicaragua durante el gobierno sandinista de los años 80. Fue expulsado del Frente Sandinista en el año 2005 cuando intentó competir contra Daniel Ortega por la candidatura presidencial de su partido. Actualmente es miembro de la agrupación política Unamos, que antes se llamaba Movimiento Renovador Sandinista (MRS).
Tinoco fue apresado en una serie de redadas de líderes opositores que ejecutó el régimen de Daniel Ortega entre el 28 de mayo y el cinco de junio pasado. Entre los detenidos hay tres antiguos guerrilleros sandinistas y seis personas que han manifestado su intención de competir por la Presidencia de la República en las elecciones del próximo 7 de noviembre.
“No hemos tenido noticias de nuestro padre. Ya tenemos más de cuarenta días de su secuestro”, dice angustiada Arlen Tinoco. “Sabemos que está ahí, pero es todo lo que nos dicen. Su abogado no ha podido verlo. Nos han enviado unas recetas de medicamentos, nos pasaron recetas para unas tobilleras y no sabemos por qué. No estamos informados de su salud”.
La Policía nicaragüense justificó el encarcelamiento del exguerrillero como una investigación bajo cargos de “traición a la patria” que contempla la recién aprobada ley 1055. Sin embrago, Arlen Tinoco considera que las razones son otras. “Es por su posición crítica al gobierno, a esta dictadura, a todas estas injusticias que han cometido contra el pueblo de Nicaragua. Como él siempre ha alzado su voz sigue siendo una molestia para ellos. No solo lo sacaron del partido, sino que ahora lo echan preso”.
“La detención ilegal y arbitraria de mi papá ha sido un golpe para mi salud. ¡Horrible, horrible!”, dice Cristian Tinoco. “Todas las mañanas despierto pensando cómo está mi papá. ¿Durmió en el piso? ¿En cama? ¿Lo tienen en una celda oscura? No nos lo dejan ver ni a nosotros ni a los abogados. Esto ha alterado mucho mi estado de salud”.
Dice temer por su vida y la vida de su padre. “Yo temo por la vida de mi padre. Temo que un día la dictadura nos lo muestre muerto, o que nos digan que se murió de COVID o de un infarto. También temo por mi vida y solo le pido a Dios me permita abrazarlo nuevamente”.
“Como yo me siento ahorita por la quimioterapia, con todo el dolor que siento en mi cuerpo, yo quisiera morirme, pero desde que mi papá está preso ya no quiero morir, quiero vivir porque quiero luchar por la liberación de mi padre. Yo solo le pido a Dios que me dé la fuerza y la gracia de ver a mi papá libre, a todos los presos políticos libres, y poder abrazarlos”, expresa Cristian Tinoco, a quien a pesar de sus dolencias se le ve en las afueras de la delegación policial llevándole alimentos a su padre y pidiendo noticias de él.
Arlen Tinoco dice que su hermana ya lleva cuatro tratamientos de quimioterapia, y que “no han tenido los resultados esperados”. Temen lo peor. Oncólogos privados que la atienden han propuesto un tratamiento alternativo que es imposible de costear para la familia Tinoco Parrales. “Sobrepasa los seis mil dólares mensuales”, explica.
Familiares y amigos han iniciado este mes una campaña de solidaridad, que es, dice, “como un grito de auxilio para un tratamiento que pueda salvarle la vida a Cristian”. La meta es 50 mil dólares, para el tratamiento, las medicinas y la manutención de Cristian que dejó de tener ingresos por su estado de salud. Y aunque aun no se ha recogido el dinero necesario, Arlen dice estar sorprendida del apoyo y la solidaridad que han recibido.
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