José Ramón Viñas Alonso, Gran Secretario General del Supremo Consejo del Grado 33° de la Masonería en Cuba, fue interrogado el viernes pasado durante varias horas por tres agentes de la policía política de la dictadura castrista en una unidad de la Policía Nacional Revolucionaria del municipio de Plaza de la Revolución, en La Habana.
El interrogatorio fue la reacción del régimen cubano a la dura carta del Supremo Consejo Masónico de Cuba que llevaba la firma de Viñas Alonso y que estaba dirigida al dictador Miguel Díaz Canel. En la misiva, el líder masón rechaza las detenciones y violencia contra “los manifestantes pacíficos y ciudadanos que piensan contrario al sistema” .
Además, denuncia que el estallido social en la Isla “muestra la inconformidad manifiesta en la que vive el país” y acusa a la dictadura de recurrir a una justificación habitual al apuntar siempre como responsables de la crisis a “razones externas sin reconocer la responsabilidad e ineficacia” del propio régimen.
Según reveló CubaNet los agentes de las fuerzas cubanas le “cuestionaron la posición de la masonería ante las protestas y le sugirieron que redacte una redactar una misiva “sobre la vacuna y otros logros”.
“Yo les sugerí una invitación al Supremo Consejo, les dije que allí sí seríamos tres para tres en una verdadera igualdad”, reveló Viñas Alonso luego del intimidante interrogatorio. Al salir, vivió uno de “los alegrones más grandes” de su vida al encontrarse con varios compañeros masones que lo esperaban en la puerta de la unidad policial desafiando el toque de queda. “Sentí orgullo masónico”, aseguró.
La posición del Supremo Consejo masón llegó después de una declaración de la Gran Logia de Cuba que señaló como “preocupante el uso excesivo de la fuerza por parte de los encargados del orden”. “Hoy vemos con tristeza que algo que se veía venir por el descontento y las carencias entre la población se haya materializado en manifestaciones en todo el país”, expuso la Gran Logia y definió como “inaceptable el llamado para una confrontación entre cubanos”.
También manifestaron estar “al lado del pueblo cubano” y abogaron “por la paz, la concordia y la justicia social”. “Exhortamos a que la tolerancia, la búsqueda de la verdad y el amor fraternal sean las divisas que primen en cualquiera de las circunstancias”.
Según detalla el medio cubano 14yMedio de la bloguera disidente Yoani Sánchez, los masones han tenido una gran presencia en la historia cubana, especialmente en las luchas por la independencia. La mayoría de los próceres de aquella gesta lo eran, como Máximo Gómez y Antonio Maceo. Incluso la condición de masón de José Martí, que estuvo en duda durante décadas, fue finalmente confirmada.
Pero con el paso de los años y la llegada de la dictadura castrista, el protagonismo político de los masones disminuyó notablemente. En la actualidad se calcula que hay un poco más de 27.000 masones repartidos en 320 logias en toda la Isla.
El interrogatorio al líder masón se suma a una oleada de arrestos y persecución de la dictadura cubana por las históricas y espontáneas protestas que se desarrollaron en toda la isla el 11 de julio pasado.
Hasta ahora, las organizaciones defensoras de los derechos humanos y los movimientos disidentes han logrado documentar 382 detenciones desde el domingo pasado y 28 desaparecidos. Los arrestos se produjeron por fuerzas del régimen, en su mayoría agentes de civil, que comenzaron sus redadas luego de que el dictador Miguel Díaz Canel llamara a los “revolucionarios comunistas” a salir a combatir a los que protestaban, en un acto de desesperación e impunidad que lo puso en el foco mundial.
En paralelo a las detenciones, la dictadura bloqueó los datos móviles: sin acceso a redes sociales, los manifestantes no podían ni informarse de más movilizaciones ni difundir en el resto del globo lo que allí sucedía.
Como con los masones, Díaz- Canel fue también por la prensa: intentó silenciar a los corresponsales, sus fuerzas de choque golpearon a un fotógrafo de la agencia AP e incluso se llevaron detenida a una influencer en vivo, mientras daba una entrevista para la TV española.
Pero, a pesar de las duras tácticas de represión, y diferencia de marchas anteriores -como las de las Damas de Blanco (un colectivo de madres y esposas de presos políticos) y el Movimiento de San Isidro (artistas que reclaman libertad de expresión)-, estas manifestaciones se extendieron más allá de sus pequeños enclaves. Los cubanos perdieron el miedo.
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