Tránsito Amaguaña nació en la comunidad de San Miguel de Pesillo, en Ecuador, a 3.600 metros sobre el nivel del mar. El pequeño poblado, que se encuentra a la misma altura que los Alpes peninos suizos, no tiene la misma suerte de ninguna aldea europea. Sufre exclusión, marginación, pobreza y racismo.
Pesillo se encuentra en la frontera provincial entre Pichincha e Imbabura, a 90 kilómetros de Quito, la capital del Ecuador. Hoy, el tiempo de movilización por tierra es de 2 horas, pero cuando nació Tránsito Amaguaña, a inicios del siglo XX, cualquier distancia a lomo de mula imponía un aislamiento infranqueable para las sociedades de la época.
La comunidad de San Miguel de Pesillo es una pintoresca aldea andina, dedicada a la agricultura y ganadería en la altiplanicie ecuatoriana, ubicada en la parroquia de Olmedo del cantón Cayambe. Desde finales del siglo XVIII e inicios del siglo XX, y para cuando había nacido Tránsito Amaguaña en 1909, la parroquia era un gran latifundio de propiedad de Aquiles Jarrín Espinosa y Jarrín, bautizado como Hacienda la Compañía. Jarrín Espinosa y Jarrín fue alcalde y jefe político de Cayambe durante la década de 1930.
El 30 fue la década de la Gran Depresión. El Jueves Negro en los Estados Unidos desplomó las finanzas globales y, en ese contexto político, los gobiernos liberales ganaban espacio en una situación de caos. Ecuador vivió una etapa de turbulencias políticas que cerraron y abrieron periodos democráticos con vacancias gubernativas, dictaduras militares y gobiernos provisionales. Gobernó Isidro Ayora, Juan de Dios Martínez, José María Velasco Ibarra, Aurelio Mosquera. Eran momentos difíciles para la productividad, la redistribución de la riqueza y las organizaciones populares.
Vicente Amaguaña y Mercedes Alba, padres de Rosa Elena Tránsito, eran trabajadores agrícolas de la Hacienda la Compañía. Un sábado ordinario, su padre Vicente, fue castigado severamente por los capataces del latifundio por haber retirado unas pocas cabezas de ganado sin permiso de los patrones. Vicente recibió golpes en la cabeza hasta sangrar en medio de una multitud de trabajadores que se reunieron a testificar la escena de justicia gamonal. Nadie hizo nada.
La escena marcó para siempre a una pequeña Tránsito de 7 años que, desde entonces, fue empleada para trabajar en labores domésticas en la casa de los patrones latifundistas. A los 14 años fue obligada a casarse y un año después concibió a su primer hijo. El matrimonio no perduró y con cuatro hijos, decidió divorciarse. El divorcio es una institución civil existente desde 1910 en Ecuador, pero en 1926 era todavía una transgresión que una mujer se divorciara de su esposo.
Tránsito Amaguaña tenía todo en su contra. Mujer, joven, indígena, divorciada, pobre, iletrada, Tránsito cambio para siempre la Historia de los movimientos sociales y de la política en Ecuador. Tránsito era como toda una generación de indígenas abusados, pero ella tendría la sagacidad suficiente para mirar un futuro esperanzador en el trabajo colectivo. “Somos como los granos de quinua: si estamos solos el viento nos llevará lejos, pero si estamos unidos como en un costal, nada nos hará el viento”, decía.
En la década del 30 empezó a militar en el Partido Socialista del Ecuador y su activismo comunitario ganó tal protagonismo que el movimiento indígena alimentó las Marchas de Quito de 1930 y la huelga agrícola de Olmedo de 1931. Así empezó a gestarse la que después se fundaría como la Federación Ecuatoriana de Indios y también una agenda popular indígena de acceso a la tierra, salarios justos, jornadas de trabajo y dignidad. “La tierra es al cuerpo lo que la sangre es al pueblo”, anunciaba Tránsito Amaguaña para reclamar la propiedad de las tierras para el cultivo y la subsistencia.
Durante la acefalía institucional de 1931, Tránsito fue perseguida, su modesta casa fue incendiada y durante 15 años permaneció en la clandestinidad, hasta que en 1946 regresó a la vida pública durante el segundo gobierno de Velasco Ibarra, un independiente afín a las causas sociales. En su año de regreso se fundó la Federación Ecuatoriana de Indios que apoyó electoralmente al flamante presidente en las votaciones de 1944. Mucho después se fundaron la Confederación de Pueblos Quichua en 1972, la Confederación de Indígenas de la Amazonía en 1980 y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador en 1986.
Desde 1946 y, formalmente desde en 1950, durante el gobierno de Galo Plaza Lasso, otro independiente con sensibilidad social, Tránsito impulsó la creación de escuelas bilingües, en español y en quichua, para la formación de los hijos del campo. Trabó amistad con Dolores Cacuango, activista indígena, y con la profesora Luisa Gómez de la Torre para formalizar las escuelas que durante algunos años habían operado en secreto. “Hay que luchar por todos equitativamente, bonitamente, honradamente, racionalmente”, decía Tránsito Amaguaña. Muchas de estas escuelas se clausuraron durante el gobierno de Rafael Correa bajo en cargo de ser escuelas unidocentes.
Tránsito Amaguaña se afilió al Partido Comunista del Ecuador para impulsar el sistema cooperativista y en 1962 viajó a Cuba y a la Unión Soviética. A su regreso fue acusada por tráfico de armas. Eran los días del gobierno de Carlos Julio Arosemena Monroy, vicepresidente de Velasco Ibarra que accedió al poder en el golpe de Estado perpetrado por potencias mundiales para evitar que Ecuador se afiliara a la órbita de países afines al comunismo internacional. Tránsito Amaguaña provocaba temor en ese nivel y fue encerrada por cuatro meses. “Después de tanto luchar, de tanto lidiar, hice llorar al mismo Gobierno”, dijo Amaguaña.
Jamás se debilitó la fuerza de esta formidable señora. Lideresa, intelectual, preclara, sagaz, Tránsito Amaguaña será recordada por haber entregado su vida a la organización comunitaria, a la lucha por el reconocimiento de los derechos de los vulnerables y a la búsqueda de condiciones equitativas y dignas para el trabajo, la educación y la vida de las personas menos favorecidas de la sociedad.
La lideresa apeló siempre a la unidad y a la coherencia como métodos de organización política. “Tenemos que estar unidos como un costal de quinua; tenemos que cuidar que no se haga hueco en el costal”.
Rosa Elena Tránsito Amaguaña Alba falleció el 10 de mayo de 2009, un siglo después de haber nacido, en su amada San Miguel de Pesillo, después de heredar un testimonio de lucha, perseverancia y amor por la comunidad a las generaciones de líderes indígenas y mestizos de la región.
“Yo he viajado y he caminado por todos los lugares, pero nunca he negociado con la sangre de mis hermanos”, decía. Algún día se escribirán extensos tratados sobre el profundo pensamiento de esta mujer indígena que cambió para siempre el destino de los pueblos y nacionalidades de un Ecuador que todavía no se integra en su diversidad cultural.
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