El régimen de Daniel Ortega en Nicaragua esta más solo que nunca. A la casi unanimidad de gobiernos de América Latina y Europa en su contra, se han unido intelectuales y movimientos de izquierda que tradicionalmente apoyaron la revolución sandinista y ahora le han dado la espalda a Ortega.
“Ya ni la izquierda los apoya”, dice el abogado y analista político nicaragüense Edgard Parrales, quien sirvió como diplomático al gobierno sandinista de los años 80. “Que los de derecha y los de centro los rechacen no les deben doler tanto como que los hayan rechazado los grupos de izquierda”.
Parrales se refiere a una reciente carta titulada “Nicaragua, otro zarpazo… ¿y otro silencio?”, publicada a finales del mes pasado y firmada por 146 personalidades de la izquierda internacional, entre quienes se encuentran el expresidente uruguayo, José “Pepe” Mujica, las escritoras Elena Poniatowska y Margaret Randall y el poeta chileno Raúl Zurita.
“Ortega y el sector del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que lo sigue fueron transitando un largo proceso de deterioro, que registra episodios de corrupción, abandono de principios, enriquecimiento ilícito, maniobras y acomodos junto con la peor derecha, destinados a amasar fortunas y a perpetuarse en el poder”, señala la carta.
Pocos días después, a inicios de julio, más de 500 intelectuales y activistas estadounidenses de izquierda, que fueron parte de la red de solidaridad que tuvo la revolución sandinista, firmaron otra carta abierta condenando las recientes detenciones de opositores. “Muchos de nosotros vivimos y trabajamos en Nicaragua o visitamos como miembros de delegaciones solidarias y brigadas de trabajo entre 1979 y 1990”, explican.
“El gobierno Ortega-Murillo de ninguna manera representa los valores, principios y metas de la revolución sandinista que admiramos una vez y traiciona la memoria de decenas de miles de nicaragüenses que murieron por una Nicaragua democrática”, añade el documento firmado, entre otros, por Margaret Randall y Alice Walker, Daniel Ellsberg, Holly Near y Noam Chomsky.
Entre los gobiernos del mundo, la situación no está mejor para el régimen de Ortega. A mediados del mes pasado, 26 países de América votaron a favor de una resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) que condena la represión en Nicaragua, pide la liberación de los presos políticos y la realización de elecciones libres y justas en noviembre próximo. Solo tres estados del continente –Nicaragua, Bolivia y San Vicente y las Granadinas— votaron en contra y cinco más se abstuvieron.
Una semana más tarde, 59 países suscribieron una declaración de las Naciones Unidas que condena las violaciones de derechos humanos en Nicaraguas y exige la liberación de los opositores detenidos. “El caso Nicaragua no va a poder llegar jamás al Consejo de Seguridad (de ONU), pero ya pasó la barrea de los 50 estados que apoyan la resolución de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, y ese es un paso importante”, explica el político nicaragüense Mauricio Dávila, exembajador de Nicaragua ante la OEA.
A la lluvia de condenas contra el gobierno de Nicaragua, Rosario Murillo, vicepresidenta y esposa de Daniel Ortega, responde que su país se encuentra bajo una “arremetida imperial” impulsada por Estados Unidos para propiciar un “cambio de régimen”.
Desde el correo oficial de la vocería nicaragüense, registrado bajo el nombre de “Rosario Murillo”, se envían diariamente decenas de mensajes que buscan demostrarlo. O al menos demostrar que el aislamiento que vive el régimen de Daniel Ortega no es total.
En uno de ellos, por ejemplo, la recién creada Internacional Antiimperialista de los Pueblos, impulsada por el expresidente hondureño Manuel Zelaya, denuncia lo que llama “un nuevo plan Cóndor” contra Nicaragua. “Esta vez, el nuevo plan cóndor electoral de los EE.UU. ha sido anticipado, especialmente por la cantidad de recursos destinados a boicotear el proceso electoral de Nicaragua de noviembre próximo”, dice en un comunicado.
En otro más, el periodista francés Maurice Lemoine, se pregunta si “semejante unanimidad (en la prensa internacional) debería hacernos dudar”. “Sean de derechas o de izquierda publican casi lo mismo para denunciar la “deriva criminal del régimen de Daniel Ortega”. O bien Nicaragua se ha convertido efectivamente en “el Gulag centroamericano” del diario español El País (27 de junio), o este sorprendente consenso es una perversa (o perezosa) abstracción aplicada a la realidad”, señala en un artículo que tituló “Vuelan los hipócritas sobre Nicaragua”.
“El régimen de Daniel Ortega vive la peor situación que se puede tener. Esta casi solo”, considera Edgard Parrales. “Los países que le quedan firmemente en el ámbito occidental son Cuba, Venezuela y Bolivia. Hay otros que, aunque no están a favor, tampoco quieren comprometerse como es el caso de Honduras, que ha estado en una actitud de abstención porque tiene problemas que le pueden afectar más adelante”.
Rusia es uno de los principales apoyos al régimen nicaragüense. Este viernes, la vocera de la Cancillería de Rusia, María Zajárova, aseguró en conferencia de prensa que hay una “poderosa ola de presión externa sobre el gobierno legítimo del presidente Daniel Ortega” y denunció que Nicaragua está sometido a una injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos en medio del proceso electoral de ese país.
Parrales recuerda que “en su momento Rusia advirtió que se abstuviera alguien de intervenir en Nicaragua”, aunque considera este país “está jugando discretamente porque tiene problemas con Europa, con Estados Unidos y económicos”.
Rusia ha establecido convenios militares con Nicaragua y recientemente arribó al país una delegación de más de 50 ciudadanos rusos, en un misterioso vuelo que se conoció porque violó el espacio aéreo colombiano. A finales del mes pasado, llegó a Nicaragua una delegación de “alto nivel” de Crimea para “fortalecer lazos de cooperación política, económica y comercial”, informó el gobierno.
“La delegación que vino de Crimea es un acto protocolario, sin importancia. No tiene ningún efecto porque Crimea está en disputa, pertenece a Ucrania, y Rusia la tomó por las armas”, señala Parrales.
Mauricio Dávila, por su parte, dice que Ortega ha encontrado en Rusia un socio muy útil porque los rusos van a tratar siempre de aprovechar las contradicciones de cualquier país con Estadios Unidos. “La Federación Rusa nos comienza a vernos nuevamente como sus conejillos de Indias en sus juegos de guerra con Estados Unidos”, considera.
Los gobiernos de Argentina y México, otrora simpatizantes del régimen de Ortega, son una gran incógnita en su relación con Nicaragua. Nadie apuesta a ellos en uno u otro sentido porque sus posiciones cambian de un día a otro.
“Argentina y México están en una situación muy particular, porque después que no se quisieron involucrar a fondo en la resolución de la OEA, quedaron en una posición timorata”, valora Parrales. “Primero se abstuvieron para buscar un acercamiento, pero el menosprecio que les hizo el gobierno de Ortega los llevó a tomar una posición más firme: retiraron sus embajadores y han anunciado que ambos países esta semana se van a pronunciar conjuntamente sobre el problema de Nicaragua”.
Dávila, en cambio, no ve a Argentina decidida y sí a México “a quien lo veo ya tomando una posición firme” contra el régimen e Ortega.
El pasado 25 de junio, el presidente mexicano Manuel López Obrador pidió a Nicaragua garantizar las libertades y “no encarcelar” a los opositores. Juan Carlos Ortega, uno de los hijos de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo confrontó con un tuit: “Oe, Andrés… @lopezobrador_ La historia no nos permite esos lujos de cobardía. Asúmase, mi hermano”, escribió. El subsecretario de Relaciones Exteriores, Maximiliano Reyes Zúñiga, respondió a su vez: “La valentía siempre ha estado del lado de la libertad, la cobardía es la aliada de la represión”.
La izquierda que aún apoya a Ortega esta principalmente agrupada en el Foro de Sao Pablo, una entidad compuesta por 123 partidos políticos y organizaciones latinoamericanas de izquierda, centro y extrema izquierda. “Es cierto, el Foro de Sao Pablo ha mantenido su apoyo a Ortega, pero incluso algunos de sus miembros, como Pepe Mujica y otros, firman la carta de condena de los 146”, señala Parrales.
“Con Ortega”, dice Mauricio Díaz, “ha quedado la izquierda carnívora, la herbívora, por decirlo así, la mas light, le ha dado la espalda”.
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