Haití pidió a Estados Unidos y la ONU el envío de tropas para proteger sus puertos, aeropuerto y otros sitios estratégicos tras el asesinato del presidente Jovenel Moise, dijo el viernes un ministro del gobierno haitiano.
Dos días después de que Moise fuera brutalmente asesinado en un ataque armado contra su residencia, “pensamos que los mercenarios [a los que se acusa del crimen] podrían destruir alguna infraestructura para crear caos en el país”, dijo a la AFP el ministro de elecciones, Mathias Pierre.
“Durante una conversación con el secretario de Estado de Estados Unidos y la ONU hicimos esta solicitud”, agregó.
El Departamento de Estado y el Pentágono confirmaron haber recibido una solicitud de “asistencia de seguridad e investigación” y dijeron estar en contacto con Puerto Príncipe, pero no especificaron si se desplegarían tropas militares.
Una fuente diplomática de la ONU dijo que recibieron el pedido, pero que se necesita una resolución del Consejo de Seguridad para enviar un contingente.
Washington ya dijo que enviará lo antes posible al FBI (policía federal) y a otros agentes a Haití, donde el magnicidio dejó un vacío de poder en la atribulada y empobrecida nación caribeña.
Mientras, Haití intenta determinar quién ordenó el ataque presuntamente ejecutado por un escuadrón armado de 28 personas: 26 colombianos y dos estadounidenses de origen haitiano.
De ellas, 15 colombianos y dos estadounidenses fueron arrestadas, en tanto tres colombianos fueron abatidos por la policía y otros ocho permanecen prófugos, dijo la policía haitiana. Hay cierta discrepancia en los números con informes de otras fuentes oficiales.
Altos mandos del ejército y la policía de Colombia informaron que al menos 17 exmilitares colombianos están presuntamente implicados en el magnicidio.
Tras comunicarse con el primer ministro haitiano, Claude Joseph, el presidente colombiano, Iván Duque, dijo que su país ofrecerá “toda la colaboración”, incluyendo una misión de inteligencia en Haití, para dar con “los autores materiales e intelectuales del asesinato”.
Por su parte, Taipéi dijo que 11 de los sospechosos habían sido detenidos en el complejo de la embajada taiwanesa en Puerto Príncipe.
La capital de Haití, paralizada desde hace varios días, reanudaba poco a poco sus actividades el viernes, con un mayor número de personas en las calles y el transporte público reactivando gradualmente su servicio, aunque bajo un manto de aprensión.
La gente se apresuró a abastecerse de productos de primera necesidad en los supermercados y a hacer fila en las gasolineras para comprar el propano que utilizan para cocinar, en previsión de más días de inestabilidad.
“No sé qué va a pasar mañana o pasado mañana en el país, así que me estoy preparando para los días malos que se avecinan”, dijo a la AFP Marjory, residente de Puerto Príncipe.
El aeropuerto de la capital, cerrado tras el ataque, parecía haber reabierto este viernes, según información de Flightradar.
En este país de 11 millones de habitantes, más de la mitad de los cuales son menores de 20 años, todos se preguntan cómo pudo ocurrir un ataque fatal contra el jefe de Estado.
“Se trata de extranjeros que llegaron al país para perpetrar este crimen. Los haitianos estamos consternados”, declaró a la AFP un habitante de la capital. “Necesitamos saber quién está detrás de esto, sus nombres, sus antecedentes para que la justicia pueda hacer su trabajo”.
Varios altos cargos de la policía, responsables directos de la seguridad del presidente haitiano, están en la cuerda floja y han sido citados a comparecer ante la justicia, anunció el jueves el jefe de la fiscalía de Puerto Príncipe, Bed-Ford Claude.
“Si eres responsable de la seguridad del presidente, ¿dónde estabas? ¿Qué hiciste para evitarle este destino al presidente?”, cuestionó Bed-Ford Claude.
Otros incluso sostienen la posible implicación de estos policías, lo que aumentó la confusión.
“Moise fue asesinado por sus agentes de seguridad. No fueron los colombianos quienes lo asesinaron. Fueron contratados por el Estado haitiano”, dijo el viernes en la radio el exsenador Steven Benoit.
El magnicidio desestabiliza aún más al país más pobre de América, asolado por la inseguridad, que ahora carece de presidente y de Parlamento activo, mientras dos hombres afirman estar al mando y se disputan el cargo de primer ministro.
Uno de los últimos gestos políticos de Moise fue nombrar el lunes a Ariel Henry como nuevo primer ministro, en sustitución de Claude Joseph.
Henry aún no había tomado posesión del cargo en el momento del asesinato.
Poco después del atentado, el primer ministro en funciones Joseph declaró el estado de sitio durante quince días, otorgando al Ejecutivo mayores poderes.
Mientras la oposición acusa a Joseph de acaparar el poder, la enviada de la ONU a Haití, Helen La Lime, estimó que él es la autoridad legítima, ya que Henry no ha sido juramentado.
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