Vendió un reloj público y una calle: la historia del ‘Cuentero de Muisne’, el estafador más famoso de Ecuador

Dante Sigifredo Reyes Moreno realizó múltiples estafas. Al final de sus días cumplió una condena por homicidio

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Entre sus engaños está la
Entre sus engaños está la venta de una calle de Guayaquil, la obtención de la gerencia de una empresa haciéndose pasar por un ingeniero japonés, entre otros

El estafador más famoso de Ecuador era ingeniero agrónomo. El Cuentero de Muisne nació en Esmeraldas, la provincia costera de la frontera norte del Ecuador, en 1947. Se dice que era un hombre culto e inteligente. Esas cualidades le habrían permitido estafar a decenas de personas.

Si algo era verdad en el Cuentero de Muisne, era su nombre: Dante Sigifredo Reyes Moreno. En una entrevista con un medio de comunicación, Dante dijo que su padre encontró en la playa un libro que coincidencialmente era la Divina Comedia, de Dante Alighieri. Cuando su padre llegó a casa le comunicó a la madre del Cuentero que el nombre del autor del clásico de la literatura también sería el nombre de su hijo. Ninguno imaginó que Dante se convertiría en el Cuentero de Muisne.

Mis armas son la lengua y el cerebro”, decía el estafador. Su alias, Cuentero de Muisne, se compone de la palabra que, para los ecuatorianos, está asociada a alguien que a través de mentiras engaña a otros y para ello utiliza un aspecto agradable y es carismático, y del lugar donde nació.

El Cuentero de Muisne inició sus estafas cuando tenía 22 años. En ese entonces se hizo pasar por un empresario venezolano que quería realizar inversiones y crear empleos. Con esa mentira logró hospedarse en uno de los hoteles más lujosos de Esmeraldas. Incluso el Club de Leones, que realiza actividades de beneficencia sobre todo en el área de salud, realizó un festejo en honor al “empresario”. Allí, el Cuentero convenció a varios de los asistentes –personas importantes de la ciudad– para que le dieran 12.000 sucres, que en ese momento era la moneda que circulaba en Ecuador, para algún negocio falso.

Pero su primera gran estafa fue descubierta. El Cuentero fue acusado y recibió una sentencia por estafador. Sin embargo, ese era apenas el inicio.

Dante era ingeniero agrónomo de profesión, aunque no la ejercía. No obstante, para uno de sus engaños, utilizó su profesión y un nombre falso. Visitó al pueblo de San Carlos y se presentó como el ingeniero agrónomo César Temístocles Flor Yela. En ese lugar se casó –según recogen las crónicas publicadas en los medios locales– con la doctora Lucila Santos. Cuando ella se enteró de la verdadera identidad del Cuentero de Muisne –de acuerdo a lo declarado por él mismo– se volvió a casar, pero esta vez sí usaron el nombre real de Dante.

Entre sus engaños más particulares está el que hizo en Cuenca, una ciudad ubicada en el austro ecuatoriano, a la que escapó luego de fugarse de una cárcel de Manabí, una provincia de la costa. El Cuentero de Muisne se enteró de que en una de las iglesias del lugar faltaba un sacerdote, así que, usando su ingenio y su “quiquirimiau” –como él le decía a sus habilidades verbales– se acercó al Obispo del lugar y le dijo que era Dante Reyes, un religioso vasco. El Obispo incluso habría dicho: “¡Nos ha caído del cielo, bendito sea Dios!”, según contó a los medios el Cuentero.

Por tres meses, el falso sacerdote dio misa, confesó a los feligreses e incluso ofició matrimonios. Como las limosnas no le daban mayor ganancia, decidió dejar la parroquia. No lo descubrieron.

Una de sus estafas más famosas fue la venta legal de la Torre del Reloj municipal del Malecón Simón Bolívar de Guayaquil. En 1980, una pareja de Suizos estaba en Guayaquil como turistas. Al llegar a la Torre del Reloj, el Cuentero los vio y decidió estafarlos. Les dijo que era dueño del reloj, que estaba vendiéndolo porque debía viajar y tenía necesidad de hacerlo. La pareja pagó 160.000 sucres. El Cuentero les entregó unas escrituras por la venta de la Torre del Reloj y selló la venta. Cuando la pareja fue a inscribir el título de propiedad, les informaron que el edificio le pertenece a la ciudad.

Entre sus engaños está la venta de una calle de Guayaquil, la obtención de la gerencia de una empresa haciéndose pasar por un ingeniero japonés, hacerse pasar por el presidente de Costa Rica para hospedarse en un hotel lujoso y hasta fingir ser una monja para escapar de la cárcel.

En octubre de 2004 fue detenido y acusado de haber robado un vehículo y además se lo acusó de la muerte del dueño del vehículo. Lo condenaron a 25 años de prisión. Murió cumpliendo la sentencia por complicaciones cardiacas.

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