La oposición nicaragüense ha acogido entre la esperanza y la desconfianza las últimas iniciativas internacionales que buscan presionar al régimen de Daniel Ortega para que libere a los presos políticos y ofrezca condiciones para unas elecciones libres en Nicaragua el 7 de noviembre.
El próximo martes, el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se reunirá para discutir una resolución sobre la situación en Nicaragua y se espera que el secretario general, Luis Almagro, pida que se suspenda la participación de Nicaragua en ese organismo por “ruptura del orden constitucional”.
En este mismo sentido, este viernes se conoció la iniciativa del gobierno argentino encaminada a diseñar una hoja de ruta que conduzca a la liberación de los presos políticos que mantiene el régimen de Ortega y dé garantías a la oposición para competir en igualdad de condiciones en las elecciones que se avecinan. El canciller Felipe Solá mantuvo ese mismo día una video conferencia con Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, con el propósito de lograr consenso multilateral para esta iniciativa.
De forma similar se han pronunciado los gobiernos de Alemania, Estados Unidos, Canadá y España, entre otros. “Vemos con mucha preocupación lo que está sucediendo en Nicaragua”, dijo el presidente español Pedro Sánchez. “Me gustaría dirigirme personalmente y directamente al presidente Ortega. Que juegue limpio, que libere a los opositores”.
El gobierno de Ortega no ha reaccionado públicamente a la iniciativa argentina, pero este viernes, la vicepresidenta Rosario Murillo fustigó a quienes piden mayores presiones para su régimen. “Pedir que agredan a la Patria donde uno nació, eso es deslealtad. Cuánta gente, y lo hemos dicho tanto, porque de verdad hay una falta de autoestima, de vergüenza, en quienes van y recorren el mundo desacreditando y pidiendo agresiones para una Patria y un pueblo bueno, consagrado al sagrado Corazón de Jesús, consagrado a María”, dijo en su alocución del mediodía.
En los últimos diez días, el régimen de Daniel Ortega ha desatado una inusitada ola represiva que llevó a la cárcel a cuatro de los principales precandidatos opositores y a una cantidad similar de líderes políticos, entre otras acciones, lo que ha sido interpretado como un esfuerzo para desbaratar la competencia y evitar jugarse el poder en las elecciones de noviembre. Mantiene asimismo una ofensiva contra el periodismo independiente y ha citado a más de una veintena de periodistas a la Fiscalía para establecer sus fuentes de financiamiento y advertirlos de los posibles delitos que podrían estar cometiendo con la labor que realizan.
“Con su más reciente embestida Ortega está transitando de una dictadura a un Estado terrorista. Como toda táctica terrorista desató una operación de toma de rehenes para profundizar el temor e inmovilizar a la población, por un lado; y, por el otro, para provocar algún tipo de negociaciones externas que le permitan imponer sus condiciones”, dice el economista opositor Enrique Sáenz.
Para Sáenz, cualquier negociación con Ortega debe tener como punto de partida “la liberación incondicional de los rehenes y, en el caso de los precandidatos encarcelados, acordar su habilitación para competir en el proceso interno por la candidatura de la oposición, lo que significa desmontar la patraña judicial que les han montado”.
Al político y ex diplomático Mauricio Díaz, la agitación internacional que existe ahora sobre el “Caso Nicaragua” le recuerda las acciones de los años 70 y 80, cuando países y organismos internacionales empujaron, primero al dictador Somoza a renunciar y luego al gobierno sandinista a celebrar las elecciones que perdió en 1990 contra doña Violeta Barrios de Chamorro.
Díaz dice sentir alegría por la iniciativa argentina de promover una hoja de ruta para la salida a la crisis nicaragüense. “Parece ser que el canciller argentino es amigo de Arturo Cruz (uno de los precandidatos apresados) y lo ha tomado como un asunto personal”, añade.
Destaca que la iniciativa proceda de Argentina, un país del bloque del “socialismo del siglo 21” que ha mostrado simpatías por el régimen de Ortega. Sin embargo, dice, “pareciera que lo está empujando una genuina intención de coadyuvar en la solución del problema de Nicaragua tal como lo ha planteado de manera directa, con nombre y apellido, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que también es una buena noticia”.
“Están entrampados”, dice sobre el régimen de Ortega. “La inmensa mayoría de la población quiere un cambio. Todos nos sentimos rehenes y nos va a utilizar para una negoción internacional como letra de cambio, pero lamentablemente no lo veo cediendo. Ojalá que tuvieran amigos socialistas que le aconsejaran lo contrario, pero esto responde a una lógica transnacional que es la del Foro de Sao Pablo, el socialismo del siglo 21. Seguimos siendo conejillos de India”.
Enrique Sáenz considera, por su parte, que la iniciativa argentina “puede estar auténticamente encaminada a promover la democracia en Nicaragua, y también puede ser la mampara de una escalera que sirva a Ortega para salir del pantano en que se metió. No obstante, la confirmación por parte de Blinken, de conversaciones sobre el tema con el canciller argentino, le da visos iniciales de seriedad y en consecuencia habría que verla con interés”.
A Haydée Castillo, directora del organismo en el exilio “Nicaragüenses en el Mundo”, le causa desconfianza “que quien esté proponiendo este camino sea Argentina, (país) que se abstuvo cuando se votó en la resolución sobre Nicaragua” en octubre del año pasado en la OEA. “Es que tienen sus niveles de complicidad. Entiendo que ellos están tratando de abrir ese diálogo con Estados Unidos, que no deja de estar en línea con lo que ha dicho Ortega de que con quien él va a negociar es con Estados Unidos”.
Castillo cree que no es suficiente la presión que tiene el régimen de Ortega para que se produzca un cambio. “Ni dentro ni fuera”, dice. “Y cuando digo dentro me refiero a que es el momento del gran capital, de la banca, de todos esos, que cierren fila para hacer acciones cívicas que le quiten el oxígeno económico para poderle quitar el oxígeno militar porque con eso es que se sostiene el terrorismo de Estado hacia la población”, dice.
“Estamos volviendo a tener una avalancha de pronunciamientos, pero nosotros esperamos que las salidas que se propongan estén al nivel de las demandas que ha hecho el pueblo de Nicaragua. No es tiempo para aceptar un pragmatismo resignado. Quisiéramos soluciones mucho más sostenidas, no es sacar a los candidatos y vamos seguir en el proceso electoral que incluso (Luis) Almagro dijo que Ortega lo deslegitimó a priori”, agrega Castillo. “Una salida maquillada será una solución en donde el remedio es peor que la enfermedad y en pocos años estaremos en otra rebelión del pueblo y la crisis será de mayores proporciones”.
Para Enrique Sáenz, una negociación seria con Ortega le parece ilusoria. “Buscará hacer algunas fintas que pueden ser, o bravuconadas, o algún gesto para distraer o no enemistarse con México y Argentina, a fin de ganar tiempo y hacer irreversible su montaje electoral”.
Dice que en una probable negociación, Ortega tendrá definidos tres objetivos clásicos: “uno, asegurar el éxito de la operación, que en este caso es salvar el poder, elecciones en sus condiciones, que sean aceptadas internacionalmente; dos, salvar el botín del rescate, que en este caso es preservar su patrimonio, eliminación de las sanciones; y tres, salvar la cara, esto es, una cobertura que le permita reafirmar la confianza de sus seguidores en su fortaleza y habilidad para lidiar con los enemigos de adentro y de afuera”.
En cualquier proceso, añade Saénz, la oposición nicaragüense debe ser actor de primera línea, y advierte que Argentina podría terminar haciendo el papel de “tonto útil” si está jugando a hacerle el favor a Ortega o no considera las mañas del dictador. “De otro lado, en una negociación seria, puede emerger como un actor latinoamericano creíblemente comprometido con la democracia y los derechos humanos”, finaliza.
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