Ricardo Pascale, ex presidente del Banco Central de Uruguay: “Deberíamos tener una economía basada en el conocimiento”

El economista, que acaba de publicar su libro “Del freno al impulso”, asegura que su país se va alejando cada vez más de las naciones desarrolladas y que es importante poner en la agenda política a la innovación

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Ricardo Pascale, ex presidente del
Ricardo Pascale, ex presidente del Banco Central de Uruguay

En tiempos de pandemia es muy difícil para los líderes proyectar y pensar qué país los ciudadanos aspiran en el largo plazo. Las sociedades están más preocupadas por los temas de coyuntura y el día a día urge. El economista uruguayo y docente de la Universidad de la República Ricardo Pascale publicó su último libro titulado “Del Freno al Impulso”, una propuesta para soñar el Uruguay del futuro dónde prioriza “dejar de pensar” en el corto plazo para crear políticas de avances tecnológicos y científicos. En resumen, plantea que existe una “falta de cultura del futuro porque se prioriza la inmediatez”.

En una entrevista con Infobae, Pascale explicó que desde mediados de los años cincuenta, Uruguay junto a otros países de la región empiezan a separarse en su PBI per cápita de aquellos países que fueron los referentes. “El problema científico es que nos fuimos separando de países que hasta hace veinte años eran de economía similar como Nueva Zelanda o Finlandia. En suma, tienen un mejor nivel de vida que los uruguayos, una esperanza de trabajo y, lo más importante, es que tienen un porvenir pensado”.

El libro comienza con una frase de Joseph A. Schumpeter: “El mejor camino para que una nación se proyecte mejor en el futuro es que definitivamente asuma que solo innovando podrá alcanzar a los países más prósperos”. Lo que sigue a continuación son los pensamientos de un especialista en economía que le preocupa que la sociedad uruguaya discuta poco sobre el futuro del país y trata de explicar por qué sucede esto en el mundo.

-¿Porqué llegan los países de América Latina tan golpeados a este mundo tan vertiginoso?

-Se llega porque hubo revoluciones tecnológicas, una en 1908, la de producción de cantidades; luego en 1971 Intel desarrolla el primer microprocesador. Ahí empieza una revolución donde las tecnologías de la información y comunicaciones tienen influencias enormes y potencian el conocimiento. Pero más cerca hay otras innovaciones disruptivas y de cambios que, sobre todo, afectan la velocidad de los procesos productivos. Entre estas innovaciones está la inteligencia artificial, la robótica, la impresora 3D, la genómica avanzada, entre otras. Es la revolución 4.0. En lo que fue del siglo pasado, tuvimos tres revoluciones tecnológicas. En las últimas dos es clave la Innovación, que es la explotación exitosa de una nueva idea. Y lleva a un aumento de la productividad, por lo tanto lleva a una mayor competitividad. El conocimiento lleva a más innovación, esto lleva a más productividad y competitividad. En el caso uruguayo nos salteamos las últimas dos revoluciones tecnológicas. Nos quedamos en la revolución de 1908 produciendo cantidades, cuando al mundo no le interesa lo físico sino la innovación. Deberíamos estar en la economía basada en el conocimiento. Es decir la aplicación económica del saber. Utilizar la Ciencia, la Tecnología y la Innovacion, para generar productos o servicios originales innovadores de un valor único y más valor agregado.

"Del freno al Impulso: una
"Del freno al Impulso: una propuesta para el Uruguay del futuro", el nuevo libro de Pascale

-¿Cuál es el camino que usted propone para la evolución de Uruguay?

-Orientarse tan pronto como sea posible a una economía basada en el conocimiento. Cuando un país no tiene definido su norte, un proyecto de país consensuado con los grandes colectivos sociales como la educación , la cultura, los sindicatos, los empresarios y los políticos, se hace difícil avanzar. Como explica el Neurocientífico, Facundo Manes, los países se van transformando en una gran sala de emergencia de un Hospital porque sólo se arreglan los problemas inmediatos. La sociedad uruguaya que, tiene cosas maravillosas, no tiene en su agenda el futuro. Si uno viaja a Asia puede observar cómo esa sociedad piensa en 150 años para adelante. Está claro que somos diferentes, pero de todas maneras no tenemos una idea clara hacia dónde nos dirigimos.

-Según las últimas cifras de Cancillería, en Uruguay casi el 20% de los jóvenes vive en el exterior. ¿Cómo podría explicar usted este fenómeno?

-Uruguay ajustó por población. La gente al no tener un objetivo claro busca afuera de sus fronteras su futuro. Si hablamos sobre educación, habría que preguntarse qué estudiantes queremos formar. Hay que preparar a los jóvenes para el mundo nuevo. El siglo XIX fue europeo y el XX fue americano. Pero el siglo XXI es la etapa de Asia y tiene grandes implicaciones porque es muy difícil competir allí. Se está dando una lucha de poder tecnológico entre dos civilizaciones muy importantes. No tienen nada que ver con este gobierno, sino con una sociedad sin mirar el futuro, el rumbo. Pero los jóvenes sí quieren mirar al futuro, por eso se van a vivir afuera, para buscar oportunidades. Hasta aportamos conocimiento al mundo.

-¿Cómo hace Uruguay para volcarse a una economía que incorpore ciencia, tecnología e innovación y que produzca bienes y servicios de valor y mayor valor agregado?

-Empezaría a explicar cómo es el mundo, con su innovación y productividad. Aplicaría conocimiento a la producción. Hoy el Conocimiento es un compromiso a largo plazo.

-¿Hacia dónde va el país en la actualidad? Su libro no es una crítica al gobierno de Luis Lacalle Pou, ¿qué opina de cómo manejó su período?

-El libro mira al futuro no agendado. Yo creo que el libro se cuida mucho en la crítica con el dedo. No se puede culpar solo a los políticos, porque alguien los vota. Mi objetivo es ayudar a definir un futuro hacia una economía del conocimiento. El Presidente uruguayo, en general, hizo lo que tenía que hacer porque vos podes someter a la gente un rato, pero a la larga no te cumplen. Está asesorado por científicos y se preocupó muchísimo por la vacunas, lo que cambió todo el panorama. Fue responsable con el momento mundial e internacional que le tocó, y además inesperado, y ya vamos a ir viendo cómo bajan los casos. 50 mil personas por día de vacunación es mucho.

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