La pandemia obligó a que los niños y adolescentes estudien de forma telemática. Sin embargo después de 14 meses desde que inició la pandemia, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha recomendado a los países que opten por una política de escuelas abiertas. Las afectaciones en la salud mental de los más pequeños serían uno de los efectos del confinamiento.
En marzo de este año, Unicef ya advertía sobre la necesidad de reabrir las escuelas. Según los datos publicados por el organismo, las escuelas de más de 168 millones de niños del mundo llevan casi un año cerradas por completo. Uno de cada siete niños –señala la Unicef– han perdido más de tres cuartas partes de la educación presencial. El 60 % de esos niños son de América Latina y del Caribe.
Los números que presenta la Unicef son alarmantes. Si no se abren las escuelas, “se prevé que el número de niños y niñas que no van a la escuela aumente en 24 millones”. Este sería el nivel de deserción más alto registrado en años.
Según informó, en marzo de 2021, Jean Gough, directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe, los niños de esta región serán los más afectados porque: “los niños, niñas y adolescentes han estado fuera del aula más tiempo que cualquier otro niño, niña o adolescente en el mundo. En América Latina y el Caribe la pérdida será más desastrosa y de mayor alcance que en cualquier otra región para los niños, niñas, adolescentes, los padres y la sociedad en general”.
El cierre de las escuelas no solo retrasa el aprendizaje y provoca que los alumnos abandonen el sistema educativo, sino que trae otros problemas como trastornos de ansiedad, estrés psicológico o depresión. A eso se suma la pérdida de contacto social que ha generado en algunos casos un retraso en el desarrollo del habla.
La información recogida por Unicef en 191 países señala que “reabrir las escuelas no representa un riesgo para la salud” cuando ya no se está en un confinamiento total.
El representante de Unicef en el Ecuador, Joaquín González- Alemán, en una entrevista con Infobae señaló los problemas que se podrían paliar con la apertura de las escuelas. “Los 14 meses con las escuelas cerradas están haciendo mucho daño por la pérdida de aprendizaje y por la salud mental de los niños”, indicó el representante del organismo.
Violencia, desnutrición y salud mental
Entre los problemas causados por el confinamiento está el deterioramiento de la salud mental de los niños. Unicef señala que esto es “causa de la falta de interacciones diarias con sus compañeros”, lo que llevaría a los niños a mostrar síntomas de trastornos mentales.
Una encuesta realizada en Ecuador por Unicef arrojó como resultado que los niños y adolescentes sufren niveles elevados de tensión. 4 de cada 10 adolescentes dicen sufrir tensión y angustia.
Además de los efectos causados por la educación telemática, los niños pueden vivir situaciones de tensión en sus hogares. La crisis económica y el desempleo también se han acrecentado por la pandemia.
Lo anterior también afectaría la nutrición de los más pequeños. Los niños que asistían a escuelas públicas recibían una colación, ahora en medio de la crisis económica los padres deben hacerse cargo de esa comida, así lo indicó González-Alemán. La Unicef en varios comunicados ha advertido sobre este inconveniente: “Debido a la ausencia de las comidas escolares, los niños están hambrientos y su nutrición está empeorando”.
También, en las casas, los niños pueden ser víctimas de casos de violencia. La Unicef advitió que: “al no disponer de la red de seguridad que suele brindarles la escuela, los niños están más expuestos al abuso, el matrimonio infantil y el trabajo infantil”. El representante del organismo en el Ecuador explicó que antes, con la educación presencial, los profesores podían identificar si un niño sufría violencia en su hogar.
Además, el organismo ha indicado que: “es preciso garantizar que los niños que están en peligro de ser víctimas de la violencia en sus hogares, que dependen de los menús escolares y cuyos progenitores son trabajadores esenciales puedan continuar su educación en la escuela”.
Conectividad
González- Aleman es claro en decir que “no todo el mundo tiene conexión, no todo el mundo tiene un aparato para conectarse”. En Ecuador, por ejemplo, según datos de Unicef, solo 2 de cada 10 estudiantes tienen acceso a un equipo tecnológico para su uso personal.
“La conectividad no es ideal en el país”, agregó el representante del organismo. Para él es necesario que el retorno a clases se dé sobre todo en los lugares donde la conectividad a internet es mala: “A las zonas rurales remotas no llega la conectividad y es en estos lugares donde más acuciante es el retorno a las clases”.
En marzo de este año, en el Ecuador, la Unidad Educativa Zuleta, ubicada al suroriente de la provincia de Imbabura, a 118 kilómetros Quito, en una zona rural, abrió sus instalaciones. Los estudiantes asistían tres horas, tres días por semana. González- Alemán explicó que hay comunidades que han estado aisladas y que, por tanto, no han tenido casos del COVID-19.
La conectividad no solo es problema de los estudiantes. Los datos de la oficina de Unicef en Ecuador señalan que el 70 % de los docentes tiene mala conectividad.
Profesores y padres saturados
La educación telemática también ha traído consecuencias en los padres y profesores. Con este modelo de educación, el padre o la madre debe supervisar las clases del niño y no puede trabajar, lo que “tiene implicaciones para la inserción laboral de los padres (...) que está siendo afectada y que tiene unas reverberaciones económicas”, según González- Alemán.
En el caso de los profesores, la falta de herramientas ha afectado su trabajo. En marzo de 2020, los profesores “no tenían teléfonos, ni plan de datos ni la capacitación telemática”, explicó el representante de Unicef en Ecuador.
Las profesoras han sido las más afectadas porque han tenido que combinar su trabajo con las tareas domésticas e incluso con la maternidad. En Ecuador, el 73% de los docentes son mujeres.
Hay que “cuidar al cuidador”, dijo González- Alemán. Según los datos recogidos por Unicef, 3 de cada 10 profesores están muy tensionados o irritables y 2 de cada 10, se sienten desbordados por sus nuevas tareas.
Un retorno voluntario y bioseguro
Para González- Alemán es necesario apoyar los planes de reapertura que emitan los ministerios y secretarías de educación. En el caso de la oficina de Unicef en el Ecuador, esta apoya el plan elaborado por el Ministerio de Educación que prevé que el regreso a clases sea progresivo, voluntario y bioseguro.
La progresividad, explicó el representante, sería el retorno a clases de dos o tres días a la semana, con tres horas al día: “No hablamos de volver a las aulas de 8 a 4 de la tarde, 5 días a la semana, eso no es posible. Ni siquiera sería conveniente”, dijo. Por ahora, la educación podría ser híbrida: una parte presencial y otra parte en línea.
Ese retorno a clases no solo depende de que se abran las puertas de las escuelas. Los Estados deberán invertir recursos para nivelar a los niños. La Unicef explica que los planes de reapertura de las escuelas deben incluir iniciativas para que los niños recuperen la educación perdida.
Para González-Alemán, uno de los resultados de la pandemia es que los niños aprendan menos: “Los niños habrán perdido mucho aprendizaje”, dijo. En el Ecuador, por ejemplo, antes de la pandemia, solo 4 de cada 10 niños de 10 años tenían buena comprensión lectora, lo que significa que el 60 % de niños en esa edad no entendían un texto corto. También, una encuesta de Unicef en Ecuador señala que 6 de cada 10 niños dicen que “están aprendiendo menos”.
La nivelación a los estudiantes no es lo único. Los Estados deberán " fortalecer la capacidad de los docentes en el seguimiento psicoemocional de los niños”, explicó el representante de Unicef. Esto para que los maestros identifiquen si el niño está bien o si ha sido víctima de violencia en el hogar. “Cuando estaban yendo a las escuelas esto se ve, pero a distancia no se ve”, explicó González-Alemán .
Según Unicef Ecuador, desde que inició la pandemia 90 mil niños han abandonado sus estudios.
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