San Pablo aceleró el jueves los esfuerzos para vaciar tumbas antiguas en cementerios, haciendo espacio para un número creciente de muertes por COVID-19, ya que el ayuntamiento registró un récord de entierros diarios esta semana.
Los sepultureros del cementerio de Vila New Cachoeirinha, en la zona norte de la ciudad, abrieron tumbas de personas enterradas hace años, embolsando los restos descompuestos para trasladarlos a otro lugar.
La reubicación de los restos es habitual en los cementerios, dijo la secretaría municipal responsable de los servicios funerarios. Pero ha adquirido una urgencia renovada a medida que Brasil sufre su peor oleada de coronavirus desde que comenzó la pandemia hace más de un año.
El miércoles, el Ministerio de Salud de Brasil reportó por segundo día consecutivo el mayor número de muertes por COVID-19, con 3.869 nuevos decesos por el virus.
El brote de Brasil es el segundo más mortífero del mundo detrás del que sufre Estados Unidos, con una media de unos 3.000 muertos y 75.500 nuevos casos diarios durante la última semana, un ritmo que no ha dejado de aumentar desde febrero.
San Pablo también ha recurrido a los entierros nocturnos para hacer frente a la demanda, con algunos cementerios autorizados a permanecer abiertos hasta las 22 horas.
En el cementerio de Vila Formosa, trabajadores con máscaras y equipo de protección completo han estado cavando hileras de tumbas bajo la luna llena esta semana.
La ciudad de San Pablo registró 419 entierros el martes, la mayor cantidad desde que comenzó la pandemia. Si este ritmo se mantiene, el ayuntamiento dijo que tendrá que tomar más medidas de contingencia, aunque no se dieron detalles sobre las alternativas.
En la actualidad, Brasil es responsable de una cuarta parte de las muertes diarias por COVID-19 en todo el mundo, más que cualquier otro país.
Expertos en enfermedades infecciosas advierten que la situación empeorará, dados los ataques del presidente Jair Bolsonaro a los esfuerzos para restringir el movimiento de la población y un lento despliegue de las vacunas.
Brasil vivió en marzo el peor mes de la pandemia con más de 66.000 muertos, en medio de una desenfrenada ola de contagios, mientras la campaña de vacunación avanza lentamente en gran parte del mundo.
El gigante sudamericano cerró el tercer mes del año con contagios desbocados, que resultaron en la mayor mortalidad desde el inicio de la pandemia: 66.573 víctimas fatales, más del doble de las 32.881 de julio de 2020, hasta ahora el mes más letal.
Las cifras hacen temer un incremento aún mayor en los decesos en abril, con el sistema de salud colapsado, lo que obliga a varios estados a adoptar protocolos para adjudicar las camas disponibles a los pacientes con más chances de sobrevivir.
Aunque el ministro de Salud, Marcelo Queiroga, pidió a los brasileños usar mascarilla y mantener el aislamiento durante los feriados de Semana Santa, Bolsonaro volvió a oponerse a las órdenes de confinamiento de muchas autoridades locales.
Con información de Reuters y AFP
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