El Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF) determinó este martes que el juez Sergio Moro no fue imparcial al juzgar el caso contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva en la causa de corrupción conocida como Lava Jato.
La determinación resultó después de que la ministra del STF, Cármen Lúcia, cambiara el voto pronunciado previamente, con lo que 3 ministros se pronunciaron a favor de la parcialidad de Moro, y 2 en contra. El resultado, sin embargo, aún no ha sido proclamado por el presidente de la Cámara, ministro Gilmar Mendes.
Al indicar que el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) no recibió un juicio justo, el órgano judicial da un duro golpe contra Moro y las causas encabezadas por él en el marco de la caso de corrupción masiva conocido como Lava Jato, ya que otros acusados podrían hacer presentaciones similares a la de Lula.
La defensa del ex mandatario (2003-2010) alegó que Moro, principal figura de la gigantesca operación anticorrupción Lava Jato, perjudicó a Lula a lo largo de toda la instrucción del proceso y actuó con motivaciones políticas.
Entre los ejemplos citados, figura el de haber impedido que Lula se presentase a las elecciones de 2018, para las cuales era el favorito, y haber aceptado luego ser ministro de Justicia del presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro, vencedor de esos comicios.
Los ministros pueden modificar sus votos hasta que se anuncie el resultado. En la votación, Cármen Lúcia argumentó que las pruebas presentadas en esta etapa del proceso demostraron incumplimientos por parte del juez.
Días atrás habían sido anuladas cuatro causas judiciales contra Lula, en dos de las cuales ya había sido condenado a penas que juntas sumaban cerca de 26 años de prisión por presunta corrupción. Tras esa decisión, el dirigente político puede volver a ser candidato en las próximas elecciones.
Por esas condenas, Lula llegó a pasar 580 días en la cárcel, aunque luego fue liberado por un cambio en la jurisprudencia del Supremo. Las medidas están vinculadas a un apartamento triplex en el balneario de Guarujá, en el litoral del estado de Sao Paulo; a una casa de campo en la localidad paulistana de Atibaia, y a una investigación sobre el Instituto Lula, fundado por el exmandatario.
El líder del PT fue puesto en libertad el 8 de noviembre de 2019 luego de que la Corte Suprema determinara que las penas de prisión empezarán a cumplirse solo cuando el acusado agote todos los recursos disponibles.
Lula dejó abierta la posibilidad de ser candidato presidencial en 2022 después de su primera aparición pública tras ese fallo, aunque su discurso tuvo un marcado acento electoral, pues dibujó las líneas maestras de un hipotético programa y realizó duras críticas a Bolsonaro por su errática gestión de la pandemia del coronavirus y su afán armamentístico.
“Si consideramos que es posible derrotar a Bolsonaro, y si los compañeros del PT y de otros partidos lo consideran, estaré entero para eso (disputar las elecciones)”, aseguró el ex mandatario, quien también descartó que sus 75 años de edad puedan ser un obstáculo para su regreso a la vida política.
“Estoy predestinado a vivir hasta los 120 años y me quedan 40 años de vida para poder probar que montaron una organización criminal para acusarme e impedirme ser candidato”, dijo. Afirmó igualmente que, tras casi tres años paralizado, incluyendo un año y medio de prisión y otro año de cuarentena por la pandemia de la covid-19, esta “loco para comenzar a viajar por el país y comenzar a discutir con la población los problemas de Brasil”.
Con información de AFP y Reuters
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