San Pablo, el estado más poblado y rico de Brasil, endureció todavía más las restricciones de movilidad y determinó este jueves la suspensión de las celebraciones religiosas y de los eventos deportivos, entre ellos el fútbol, ante un posible colapso de su sistema sanitario por el agravamiento de la pandemia.
La decisión, que estará vigente entre el 15 y 30 de marzo, fue anunciada en una rueda de prensa por el gobernador paulista, Joao Doria, después de que el estado registrara esta semana un récord de 517 muertos en 24 horas en lo que calificó como el “momento más crítico” de la pandemia.
“Llegamos al momento más crítico de la pandemia, nuestros hospitales están llegando al límite máximo de ocupación (...) Brasil está colapsando y si no frenamos el virus, lo mismo pasará en San Pablo”, advirtió Doria.
Brasil está colapsando y si no frenamos el virus, lo mismo pasará en San Pablo
La medida también incluye una recomendación para que las escuelas reduzcan “al mínimo necesario” las actividades presenciales y adelanta para marzo los festivos previstos en abril y octubre.
El estado de San Pablo, con 46 millones de habitantes, se encuentra desde el pasado 6 de marzo en la llamada fase roja, en la que solo están autorizados a funcionar los servicios esenciales, entre los que figuraban, hasta ahora, los templos religiosos y las escuelas.
Sin embargo, la Gobernación decretó una “fase de emergencia” debido a que el sistema de salud paulista, uno de los más avanzados de Brasil, se encuentra al borde del colapso, en medio del exponencial aumento de los casos, muertes y hospitalizaciones a raíz del COVID-19.
Este jueves, San Pablo contabilizaba un total de 20.976 personas ingresadas por complicaciones de la enfermedad, de las que 9.184 se encuentran bajo cuidados intensivos, un récord que ya se renueva por vigésimo día consecutivo.
“En cuidados intensivos, tenemos un número que es un 47 % mayor que el registrado en el pico de la primera ola de la pandemia”, señaló el secretario de Salud del estado, Jean Gorinchteyn.
San Pablo es uno de los epicentros de la pandemia en Brasil, con 63.010 decesos y más de 2,16 millones de infectados por el coronavirus.
En muchas unidades de cuidados intensivos, un 50 % de los pacientes son menores de 50 años
En los últimos 7 días, el número de muertos se elevó un 12,3 % con respecto a la semana anterior, mientras que la cifra de contagiados subió un 12 % en el mismo periodo.
Una de las mayores preocupaciones de las autoridades es el avance de nuevas variantes del coronavirus, que apuntan a ser más transmisibles y letales que la original.
“Hoy, en muchas unidades de cuidados intensivos, un 50 % de los pacientes son menores de 50 años, es decir más jóvenes están siendo comprometidos, muchos en estado grave”, destacó Gorinchteyn.
La “fase de emergencia” también aumenta las restricciones en 14 actividades económicas y establece además la obligatoriedad del teletrabajo en todos los sectores administrativos no esenciales, ya sea en el servicio público o privado, además de mantener el toque de queda entre las 20:00 horas y 5:00 horas de la mañana siguiente.
El coordinador ejecutivo del centro de contingencia del COVID-19, Joao Gabbardo, alertó de que si el estado no consigue implementar esas medidas y aumentar el aislamiento, “mucha gente va a morir”.
“Personas con el mejor plan de salud (van a morir). No va a haber camas en los hospitales privados, gente con mucho dinero en la cuenta morirá, así como trabajadores autónomos y gente de la clase media. No va a haber cama para todo el mundo”, enfatizó.
Brasil, con unos 210 millones de habitantes, atraviesa la fase más mortífera desde el inicio de la pandemia y viene registrando récords diarios de muertes.
Este miércoles, el país rebasó por primera vez los 2.000 decesos diarios y llegó a 270.656 fallecidos, con 11,2 millones de contagiados.
(Con información de EFE)
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