Chile logró una exitosa campaña de vacunación contra el COVID-19, ¿por qué no sucede lo mismo en el resto de América Latina?

Las campañas de la región sufren la mala planificación y enfrentan escándalos por la aplicación secreta de dosis

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Un trabajador sanitario administra una dosis de la vacuna contra la enfermedad del coronavirus (COVID-19) de Sinovac en un centro de vacunación en la zona de La Florida, en Santiago, Chile, (Reuters)
Un trabajador sanitario administra una dosis de la vacuna contra la enfermedad del coronavirus (COVID-19) de Sinovac en un centro de vacunación en la zona de La Florida, en Santiago, Chile, (Reuters)

Chile avanza a paso firme en su proceso de vacunación para lograr la inmunidad de su población antes de que finalice junio. Durante las últimas horas, de hecho, el Ministerio de Salud confirmó que ya son más de 4 millones los inoculados contra el coronavirus, más del 20% de la población. Y el próximo objetivo es lograr la meta de inmunizar en marzo a 5 millones de personas con alguna morbilidad.

“Este programa rápido y ordenado contrasta con el resto de América Latina”, advierte The Economist. Y agrega: “En la vacunación, como en otros asuntos, la región muestra sus divisiones, desigualdades y problemas de gobernabilidad. En este caso, lamentablemente, costarán vidas”.

Según detalla el medio, Colombia, Ecuador, Venezuela y varios países más pequeños apenas han comenzado a vacunar. México, con un 2% de sus habitantes vacunados el 1 de marzo, está por debajo de la media mundial del 3,5%. En Brasil (4%) la vacunación va a la zaga de la nueva variante del virus, que se propaga más rápidamente que la original y parece ignorar la inmunidad natural previa. Esta semana, los secretarios de salud de los 27 gobiernos estatales de Brasil declararon que el país está sufriendo “el peor momento” de la pandemia.

The Economist
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“La lentitud del despliegue se debe en gran medida a la escasez mundial de vacunas, especialmente de las empresas farmacéuticas occidentales, cuyos suministros se han destinado principalmente a sus mercados nacionales”, explica y detalla que si bien Argentina, Brasil y México tienen previsto fabricar vacunas, les resulta difícil conseguir los ingredientes activos y los viales.

El problema es la torpeza de los gobiernos. Mientras que la Unión Africana hizo precompras a granel, la falta de coordinación regional en América Latina hizo que los países corrieran unos contra otros”, señaló a The Economist Ernesto Ortiz, del Instituto de Salud Global de la Universidad de Duke. “En esa carrera, Chile hizo dos cosas bien: a mediados de 2020 acordó con varias empresas farmacéuticas acoger ensayos de vacunas para fomentar la entrega temprana; y su programa de inmunización tiene una base de datos digital actualizada. Muchos otros gobiernos han tenido que lidiar con complejas negociaciones de compra”.

El expresidente de Perú Martín Vizcarra, el primero de la lista de los vacunados VIP en Perú (EFE)
El expresidente de Perú Martín Vizcarra, el primero de la lista de los vacunados VIP en Perú (EFE)

Para Clare Wenham, experta en salud de la London School of Economics, el resultado es la “irregularidad”. En su opinión, diferentes vacunas, diferentes grupos prioritarios y diferentes planes de distribución podrían complicar la apertura de las economías de la región. “Esta disparidad se debe en gran medida a la manipulación política. La distribución de vacunas en Brasil ha sido particularmente azarosa, porque el gobierno federal de Jair Bolsonaro, un populista que niega la gravedad del virus, se ha ausentado del trabajo”.

En México, otro país federal, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador “arrebató a los estados el control del programa de vacunación”. Ante la proximidad de unas importantes elecciones en junio, decidió que 333 municipios altamente marginados recibieran la vacuna en primer lugar. Muchos son rurales y están menos afectados por la pandemia que las ciudades. Los profesores han sido vacunados antes que las enfermeras, que corren un mayor riesgo.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofrece una conferencia de prensa matutina, en Ciudad de México (México). EFE/ José Méndez/Archivo
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofrece una conferencia de prensa matutina, en Ciudad de México (México). EFE/ José Méndez/Archivo

Otra gran diferencia con Chile es que en otros países de la región los poderosos se han saltado las colas. Vacunados VIP, centros de inmunización secretos, funcionario públicos que mueven influencias para inocularse incluso antes de que comiencen las campañas oficiales, casos de triple dosis y hasta la infame falsa vacunación de ancianos. Los últimos dos casos que salpican a funcionarios públicos en la región son los llamados “Vacunagates” de Argentina y Perú. En ambos, políticos y allegados al poder lograron inmunizarse fuera del protocolo y a escondidas. “Estos asuntos no han hecho ningún bien a la credibilidad de la democracia en sus países. También juegan en contra de la confianza en los programas de vacunación”, dice Ortiz.

Las vacunas actualmente disponibles en la región proceden principalmente de China y Rusia, que han sido más rápidas en la entrega que sus rivales occidentales. China comercia mucho con varios países latinoamericanos e invierte mucho en ellos. La diplomacia de las vacunas puede darle poder blando por primera vez. “En cuanto a Rusia, casi había desaparecido de América Latina desde el final de la guerra fría. Ahora ha vuelto, y con un aspecto benigno”, advierte The Economist.

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Sin embargo, la carrera por la vacunación no ha terminado. “La vacunación es un maratón, no un sprint”, asegura el medio. Hasta el 27 de febrero, los países latinoamericanos habían encargado 550 millones de dosis de vacunas occidentales, frente a 213 millones de China y 72 millones de Rusia, según la Universidad de Duke.

“Con el tiempo, tanto los escándalos como el origen de las primeras vacunas podrían olvidarse si la región adquiere inmunidad y se mantienen a raya las nuevas variantes. Pero es más probable que la chapuza de la vacunación tenga consecuencias políticas y diplomáticas duraderas”, asegura The Economist.

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