Corría el año 2013 y Arthur caminaba a su casa de vuelta de la universidad, para entonces cursaba su segunda carrera como técnico multimedia en la Universidad de Don Bosco en San Salvador (El Salvador) y poco tiempo atrás había tomado la primera gran decisión para hacer que su apariencia reflejara cómo se sentía por dentro: se había teñido el pelo rubio.
Cuando pasaba cerca de la catedral metropolitana unos policías del Cuerpo de Agentes Metropolitano (CAM) lo detuvieron. Eran cinco y tenían una actitud intimidante. Comenzaron a cuestionarlo, a impedir que siguiera su camino.
Arthur se detuvo en seco, con la mirada al piso solo rezaba porque los agentes se fueran y le dejaran tranquilo. Ellos le repetían insultos, le cuestionaban por su pelo, que además de ser rubio llevaba a la altura de los hombros.
“Acaso te pasa el agua”, “¿eres maricón?”, “llevar el pelo así es de mamacitas”, le decían entre burlas. Uno lo tomó por la barbilla y le preguntó de nuevo que por qué tenía el pelo así, Arthur atinó a quitarle la cara y contestar “porque me gusta”, entonces vino la agresión.
El primer agente le mandó un puñetazo en el pecho que lo tiró al piso, lo dejó jadeando y con las lágrimas asomándose en los ojos; los demás empezaron a patearlo mientras le decían “ahora sí te vamos a enseñar como ser un hombre”.
La brutal golpiza duró unos eternos cinco minutos, después los agentes se fueron y lo dejaron tendido al pie de la catedral. Nadie lo ayudó, tal vez pensaron que se trataba de un criminal, así que Arthur le tocó recomponerse y volver a su casa exhausto y golpeado.
Fue el momento más humillante de su vida en El Salvador, pero ciertamente no fue el único, los años siguientes estuvieron marcados por constantes humillaciones. Desde insultos cuando caminaba por la calle, hasta elementos que le lanzaban a la cabeza y el cuerpo, como latas, botellas e incluso bolsas con orines.
Por esos años Arthur se identificaba como un hombre gay, y por sus progresivos cambios de apariencia era percibido como trans. Su nombre completo Arthur Britney Joestar viene de una combinación entre su nombre de pila en inglés y el nombre de la diva de su infancia, Britney Spears. El apellido, Joestar, se lo cambió junto con sus hermanos cuando decidieron dejar atrás el nombre de su padre, quien los había sometido a maltrato intrafamiliar cuando eran más jóvenes.
Desde el episodio con los policías, Arthur Britney se volvió activiste y voluntarie de varias organizaciones LGBTI salvadoreñas, participando en los desfiles del orgullo gay y viviendo entre una apariencia más normada y los momentos donde se permitía ser quien era.
Sin embargo, en 2017 la persecución y sentimiento de inseguridad le llevó a tomar la decisión definitiva de dejar atrás a El Salvador y buscar una nueva vida en Liverpool (Inglaterra). Desde entonces, libró una batalla legal para que reconocieran su estatus de refugiado, además de comenzar un proceso de autoconocimiento que lo llevó a reconocerse finalmente como no binario.
Este año por fin lo logró y se convirtió en la primera persona no binaria en ser reconocido como refugiado en la historia de Reino Unido.
¿Qué es ser no binario?
“Todas las personas que se consideran no binarias son las personas que sienten que no encajan lo suficiente tanto en lo masculino como en lo femenino y no quisieran anclarse a ninguno de esos dos extremos”, así lo define el propio Arthur Britney Joestar, en una entrevista con El Salvador G, un portal de noticias LGBTI en su país natal.
Para poder comprender esto mejor hay que entender la diferencia entre género y sexo, dos términos que se suelen pensar como sinónimos pero significan cosas muy diferentes.
El sexo está determinado por las características biológicas con las que nace una persona y los aspectos físicos objetivamente mesurables (si tiene pene o vagina, su carga hormonal o de cromosomas).
El género por otro lado es una construcción social que se refiere a las actitudes, sentimientos y comportamientos que una cultura asocia al sexo biológico de una persona. Es decir, es una identidad social. Los términos ‘masculino’ y ‘femenino’ y lo que entendemos por ellos se refiere al género.
Entendiendo esto podemos abordar las identidades de género diversas, que están de alguna manera simplificadas por las siglas LGBTIQ+. Las últimas dos siglas, la Q y el “+” se refieren a aquellas personas que no se identifican con las categorías de género tradicional, ni con las tradicionalmente diversas (lesbianas, gay, trans).
Para el caso de Arthur, su identidad actual es “queer” o “gender fluid”, “que es como fluir entre ambos géneros”, esta identidad es no binaria, pero no es la única pues las personas que se sienten andróginas o que se definen como ‘agénero’, también son considerados no binarios.
Wilson Castañeda, director de Caribe Afirmativo una ONG que lucha por los derechos de las personas con sexualidad diversa explica: “Ser no binario va más allá de pensar que se está en medio de una dicotomía entre el ser hombre o mujer; o, peor aún, -en términos negacionistas-, no ser hombre ni tampoco mujer. Ser no binario implica el autorreconocer que tanto el rol de hombres y mujeres se quedan cortos al definir lo que una persona es”.
Agrega que hay “seres humanos que entendemos la sexualidad y el genero como un asunto de construcción y deconstrucción permanente. No hay un sitio fijo nos estamos moviendo de un lado a otro”.
Esto último se ve reflejado en las propias palabras de Arthur: “el proceso de aceptarme como una persona no binaria no vino de la noche a la mañana, fue un proceso de años que necesitó acompañamiento y terapia”.
Derechos por encima del género
Arthur llegó a Reino Unido en octubre de 2017, huyendo de la violencia que experimentaba a diario en El Salvador. En noviembre de 2018 presentó su primer caso ante un juzgado inglés en el que solicitaba refugio al ser perseguido por su condición sexual.
En ese primer caso él se presentó como un hombre gay, la identidad de género en la que se reconocía por entonces, y contó entre otros testimonios de violencia y persecución el episodio con los agentes del CAM.
La decisión fue desfavorable, en ella el juez del caso determinó que la agresión policial “no daba para nada más que discriminación” y como no se había repetido no bastaba para ser considerado como persecución. Arthur Britney apeló al año siguiente pero la decisión no cambió.
En febrero de 2020 volvió a presentar su caso, ahora bajo su reconocida identidad de no binario, pero tampoco fue aceptada. Sin embargo, en una nueva apelación la corte por fin le dio la razón.
El caso fue finalmente fallado por la Jueza Bruce quien criticó las decisiones previas en el caso. Primero, destacó que “elle” (pronombre usado en español para las personas no binarias y que en inglés equivale a “they”) se identificó como una persona no binaria y en sus relatos demostró que en su país de origen sufría de constantes discriminaciones que sí eran suficientes para calificar como persecución.
Resaltó que la apariencia de Arthur Britney Joestar lo asemejaba a una persona transgénero que en El Salvador están en un riesgo más grande que los hombres gay, quienes también sufren de discriminación, agresiones y asesinatos a causa de su identidad de género.
De acuerdo a datos de la organización Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans – COMCAVIS Trans, El Salvador es uno de los países más inseguros para las personas LGBTI por el alto nivel de intolerancia hacia la diversidad sexual. En 2020 en esa organización atendieron a 131 personas que sufrieron desplazamiento forzado interno.
“Fue una agresión física de la policía motivada solamente por la homofobia”, dijo la jueza en su fallo, refiriéndose a la historia de Joestar. “Cinco minutos es un largo tiempo para ser golpeado. No dudo que para el apelante fue una experiencia terrorífica”.
“Al final, la jueza se volvió para mirarme y empezó a hablarme en español, para decirme que me concedía el derecho a quedarme en este país y el derecho a ser quien quiero ser. Empecé a llorar. Me sentí como si hubiera nacido de nuevo”, afirmó Joestar a The Guardian cuando se conoció el fallo.
Para Wilson Castañeda este logro es muy importante porque con él el gobierno inglés “está reconociendo políticamente el reclamo social del movimiento queer de que los seres humanos no tienen que identificarse como hombre o mujer para acceder a derechos”.
Resalta que, esto no solo abre la puerta a que otros países históricamente progresistas con las causas de la diversidad sexual (como Canadá, Holanda o España) empiecen a legislar con una lógica no binaria, sino para que se profundice un debate al interior del mismo movimiento LGBTI para abandonar el binarismo.
“El no binarismo no es una sigla más que se le pone a lo LGBTI sino que es un replanteamiento de los LGBTI, es coger toda la batería de lo que hemos ganado y empezar a ponerlo en perspectiva no binaria. Es coger las ganancias de la diversidad sexual y vaciarlas en lo queer”, concluye Castañeda.
Finalmente el periplo de Arthur Britney Joestar para poder ser quien es libremente llevó a una decisión histórica, que se convierte en un hito para las personas de sexualidad diversa en todo el mundo y un triunfo para quienes abogan por deconstruir las ideas que tenemos sobre el género.
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