El Movimiento Renovador Sandinista (MRS), conformado hace 25 años por la disidencia del partido liderado por Daniel Ortega, busca desmarcarse esta semana del apellido “sandinista”, que, a criterio de muchos, se ha convertido en un estigma en Nicaragua.
“Sí, Daniel Ortega ha convertido al sandinismo en mala palabra con la represión y los crímenes”, reconoce la exguerrillera Dora María Téllez, quien a los 22 años encabezó el asalto al Palacio Nacional somocista en 1978, durante los años 80 fue ministra de Salud en el gobierno revolucionario y en 1995, junto con el escritor Sergio Ramírez Mercado y un nutrido grupo de intelectuales y comandantes sandinistas, abandonó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), un partido que desde entonces está bajo el control de Daniel Ortega.
A partir de la derrota electoral que lo obligó a dejar el poder en 1990, emergieron dos corrientes en pugnas dentro del antiguo movimiento guerrillero devenido en partido político, Frente Sandinista: los “renovadores”, liderados por Sergio Ramírez, que agrupaba a reconocidos intelectuales como los escritores Ernesto Cardenal y Gioconda Belli, entre otros; y los “ortodoxos”, encabezados por Daniel Ortega, cuya propuesta política era “gobernar desde abajo” a través de la presión de sus activistas en las calles.
La diferencia se saldó con la fundación del Movimiento Renovador Sandinista en mayo de 1995, un partido que conformaron los sandinistas inconformes con el manejo y control que Ortega ejercía en el Frente Sandinista.
Desde entonces, el MRS ha tenido una azarosa vida política: tuvo una pobre aceptación electoral en su primer ejercicio, luego se alió a su viejo partido original, después volvió a romper lanzas con Ortega y fue ilegalizado y perseguido y uno de sus más candidatos más populares murió en circunstancias polémicas poco antes de disputar el poder en las elecciones que ganó Daniel Ortega en 2006.
Además del apellido, la disidencia sandinista se identifica con el color “naranja” y el sombrero del guerrillero Augusto C. Sandino en su logotipo. Eso es lo que quiere cambiar, entre otros puntos, la novena convención reunida virtualmente esta semana.
“Este lunes se estaría sometiendo a votación el cambio de nombre. Como la votación es en línea, con códigos para mantener la secretividad del voto, se dan 48 horas, de tal forma que el miércoles se estaría sabiendo si se cambia o no el nombre”, explica Dora María Téllez, fundadora del MRS.
El debate sobre el cambio de nombre es impulsado principalmente por los jóvenes que actualmente integran el MRS, que son mayoría según explica Téllez.
El fundador y líder de la disidencia que formó al MRS, el escritor Sergio Ramírez Mercado, se mantiene alejado de la política activa y no se ha pronunciado sobre el cambio de nombre. La escritora y poetisa Gioconda Belli dejó el partido hace 15 años, pero está de acuerdo con el cambio de nombre. “Sí, pienso que debe cambiarse el nombre. Es un nombre que depende del sandinismo del FSLN porque su nombre establece que se propone “renovarlo”. O sea que el nombre lo vincula semántica y simbólicamente al FSLN”, dice.
Quien sí se mostró en descuerdo con el cambió de nombre es Edmundo Jarquín, otro de los fundadores y quien fuera candidato presidencial del MRS en 2006, tras la muerte del entonces candidato Herty Lewittes. Jarquín considera un error establecer a Daniel Ortega como principal referencia del sandinismo y alega que el sandinismo sobrevivirá a la dictadura de Ortega.
El general Hugo Torres, uno de los jefes del ejército que defendió a la revolución en los años 80, y actual vicepresidente del MRS, reconoce que su partido fracasó en su intento de ligar al sandinismo a avances sociales y principios morales. “El esfuerzo que hizo el MRS por reivindicar el legado de quienes hicimos la revolución y el legado del general Sandino no se convirtió en un referente en la actualidad para las nuevas generaciones, sobre todo después de abril de 2018. No comprendieron el valor de tal apellido y lo confundieron con el orteguismo”, dice el militar en retiro.
En abril de 2018 se produjo en Nicaragua una masiva rebelión ciudadana, que el régimen de Daniel Ortega reprimió violentamente con un saldo de mas de 300 muertos, unos mil presos políticos, unos cien mil exiliados y la caída en picada de la economía.
“A pesar del esfuerzo que hicimos para que la población diferenciara el orteguismo del sandinismo, la campaña que desde el mismo orteguismo se impulsó, fue acompañada lamentablemente por sectores tradicionales de la política nicaragüense con tal de restarle espacio al MRS, ha rendido su fruto y ha convertido en un estigma el apellido sandinista”, agrega Torres.
Integrado al Frente Sandinista desde 1969, cuando era guerrilla, el general Torres dice estar de acuerdo con el cambio de nombre. “Las generaciones más jóvenes del MRS, que eran jóvenes o niños cuando se fundó el MRS no tienen por qué cargar con esa herencia, ese estigma. No es justo, no es correcto”.
El Movimiento Renovador Sandinista ha vivido estos 25 años entre dos fuegos: de un lado, sus antiguos camaradas que le acosan y le quitaron su personería jurídica en 2008 para impedir su participación electoral por peso propio; y por el otro, los grupos y partidos antisandinistas que les ven con desconfianza por su pasado revolucionario, le enrostran los crímenes atribuidos a la revolución y, sobre todo, la escandalosa repartición de bienes públicos que hizo el Frente Sandinista entre sus miembros cuando perdió las elecciones en 1990.
La vieja guardia que integra la disidencia sandinista ha salido al paso, desmarcándose de ese comportamiento que, alegan, fue precisamente, el que los llevó a abandonar al Frente Sandinista. En 2017, la Convención del MRS se pronunció a favor de establecer una Comisión de la Verdad que investigue y determine responsabilidades sobre los crímenes cometidos en los últimos 50 años, “de uno y otro lado”.
“Se discutió y aprobó en su programa la creación de una comisión contra la corrupción y la impunidad. Eso sigue vigente. Una comisión con apoyo de Naciones Unidas u otras organizaciones internacionales, similar la CICIG de Guatemala”, explica Torres. “Nosotros no tenemos nada que esconder y estamos dispuestos a asumir las responsabilidades que se deriven de esas comisiones”.
La actual convención del MRS inició el jueves pasado y sesionara durante 10 diez días. “Aquí se cierra un ciclo del MRS, y se comienza uno nuevo de cara al futuro porque no solo es el cambio de nombre o emblemas, hay otros temas importantes a resolver, entre ellos si ir o no a elecciones (en noviembre próximo)”, concluye la exguerrillera Dora María Téllez.
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