La peor temporada de incendios en la historia de Chile tuvo lugar en 2017, cuando en total se desataron 717, muchos de ellos de manera simultánea. Según han indicado expertos en la materia, la situación en enero y febrero de 2021 podría ser similar, o incluso peor.
Las causas principales de ello son las crecientes temperaturas, los fuertes vientos y, principalmente, la sequía que se ha profundizado en los últimos años en la zona centro-sur del país andino.
Además, la presencia del fenómeno climático de La Niña proyecta para los próximos meses una temperatura promedio que será entre 0,5 y 1,5 grados mayor a la de la temporada anterior, lo que hace más probable la combustión de vegetación seca.
Las autoridades han sido informadas del posible escenario y en este sentido, el ministro subrogante de Agricultura, José Ignacio Pinochet, advirtió que va a ser fundamental lograr que las comunidades esten alertas. “Este año tuvimos una lluvia en la primavera que nos alivió un poco la situación hídrica, pero hay mucho pasto que a esta altura ya está seco. Además de eso, tenemos el combustible que nos dejaron los grandes incendios de los últimos cinco años en la zona central. Esos bosques son consumidos como combustible que prende con una chispa”, dijo.
En tanto, el director ejecutivo de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), Rodrigo Munita, señaló que “ahora vienen las temperaturas más altas, vienen las condiciones que están dispuestas para generar fuego si es que las personas no son cuidadosas y no nos ayudan a prevenir”.
“Muchas personas generan incendios. La intencionalidad es un factor que representa el 53 por ciento de los casos, eso es tremendamente grave, no miden las consecuencias que los incendios pueden tener”, agregó. “Mi llamado es a la prevención, a cuidarnos, pero como dijo el ministro, hay que ser responsable y denunciar”, cerró.
Las regiones que generan más preocupación son Valparaíso, El Maule, Ñuble, Biobío, La Araucanía y Metropolitana.
El temor de que se repita una situación como la de 2017
Los incendios forestales que golpearon a Chile en el verano de 2017 dejaron en total 6 mil damnificados y destruyeron casi 500 mil hectáreas de bosques, un hecho que fue considerado un desastre ecológico y humanitario sin precedentes en el país sudamericano.
El megaincendio afectó a tres regiones del sur entre el 18 de enero y el 5 de febrero de ese año. Además de sus impactos sociales y ambientales, tuvo un costo de USD 26,5 millones en obras de reconstrucción y acción paliativa.
Las llamas se extendieron por las regiones de O’Higgins, El Maule y Biobío hacia el sur, avanzando a un ritmo de 8,2 hectáreas por hora aproximadamente, y se generó principalmente como consecuencia del cambio climático, que elevó las temperaturas a niveles récord en esa zona de Chile, de acuerdo con la CONAF.
El siniestro, considerado el más destructivo de la historia del país, destruyó por completo localidades como Santa Olga, donde fueron consumidas unas mil casas.
De acuerdo con información proporcionada por la CONAF, los días más críticos fueron el 26 y el 27 de enero de ese 2017, cuando se registraron temperaturas de 37,1° y 42,5° Celsius en la zona.Dados los informes meteorológicos actuales, se espera que las condiciones sean similares para este 2020.
En consecuencia, las autoridades han tomado acciones para mejorar su capacidad de cobertura de los eventuales incendios y evitar principalmente su propagación a zonas habitadas. En 2017, la catástrofe fue enfrentada con un inédito operativo de emergencias que desplegó unas 20.000 personas y 49 aeronaves, entre ellas varias dotaciones internacionales y potentes aviones tanqueros llegados de Estados Unidos, Rusia y Brasil, lo que no se descarta tener en lista para esta temporada.
A la fecha, desde el inicio de temporada el 1 de julio de 2020, se han producido 2.391 incendios, un 7 por ciento menos que en el mismo periodo anterior pero un 30 por ciento sobre el promedio de los últimos cinco años, destacó la autoridad de Agricultura chileno.
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