El “tereré” paraguayo, una bebida ancestral de la cultura indígena guaraní, fue reconocida este jueves como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) por sus siglas en inglés.
El ministro de Cultura del país sudamericano, Rubén Capdevila, recordó que es la primera manifestación paraguaya que ingresa en esa lista y manifestó su deseo de que este reconocimiento abra las puertas a otras representaciones culturales que presentarán en el futuro.
La bebida, se prepara tradicionalmente en una jarra o un termo, se mezcla con el “poha ñana”, una hierba medicinal previamente machacada en un mortero. El “tereré” tiene sus raíces ancladas en las culturas precolombinas y su tradición ha sido trasmitida de padres a hijos. Capdevila señaló que esa costumbre “se alió a una frondosa tradición oral desde el siglo XVI”.
La bebida se sirve en un recipiente en el que se añade mate (hierba) y se absorbe con una bombilla (sorbete o pitillo) de caña metálica. La preparación del tereré se efectúa acorde con un ritual íntimo recogido en una serie de códigos establecidos por los aborígenes.
El ministro apuntó que su inscripción como patrimonio de la humanidad es también “un reconocimiento al papel de las mujeres paraguayas como responsables de esos preparativos y del mantenimiento de los elementos de esta manifestación cultural tradicional”.
La Unesco destacó también los beneficios para la salud del “poha ñana”, que se conocen gracias a esa sabiduría popular trasmitida entre generaciones. “Esta práctica cultural fomenta la cohesión social y contribuye a sensibilizar a la sociedad de la importancia que tiene el rico legado guaraní, tanto en el plano cultural como en el botánico”, agregó la organización.
El tereré ya había sido reconocido como patrimonio nacional en 2019, recordó Capdevila, que señaló que lo practican numerosas comunidades locales e instituciones y que cuya huella “puede encontrarse más allá de las fronteras de Paraguay gracias al flujo migratorio”.
Su inscripción tuvo lugar durante la XV reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que ha reunido desde el martes a más de 800 participantes en línea de casi 140 países distintos y se clausura este sábado.
Entre otros de los reconocimientos latinoamericanos hechos por la Unesco, se encuentra el chamamé, una estilo de música folclórico del sur de América.
“Tomate una dosis de chamamé / una sobredosis de chamamé”, cantaba el grupo musical de la ciudad de Goya Amboé en la provincia de Corrientes. Esa sobredosis es del mundo entero. El género musical del litoral argentino, nacido de la fusión de la cultura guaraní con la jesuíticta, acaba de ser reconocido por la Unesco. Se votó en París y las puertas para este género se abren ya que no sólo representa una catapulta en términos de reconocimiento mundial, también está ligado a fondos para la cooperación internacional.
Más que un género, podría decirse que el chamamé es una manifestación cultural que comprende música y baile. Es propio de la provincia de Corrientes y nordeste argentino y ha desempeñado un papel relevante en el desarrollo cultural de la zona calando gran parte de su idiosincrasia. Sus comienzos datan del siglo XVI y su importancia no es sólo argentina: también tiene una fuerte presencia en Paraguay, en Uruguay, en Brasil y en la Patagonia chilena.
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