El testimonio de Alexis Olivares es dramático. Es la primera voz que cuenta en primera persona lo que es trabajar para una de las embarciones pesqueras chinas que asola las costas chilenas y que ha despertado las alarmas en el país.
Olivares permaneció dos años en una de estas embarcaciones. Inició sus tareas en Uruguay, donde le ofrecieron un salario de USD 400 dólares al mes. Trabajó junto a otras 25 personas en un barco con capacidad para muchos menos. El chileno reveló que trabajó en condiciones de “esclavitud” y que un día que quiso escapar tras un desembarco y le negaron sus documentos. “Si algún chino no trabajaba, los golpeaban”, contó en un testimonio que brindó a la radio Bio Bio.
Tras la información entregada por la Armada de Chile y que señala que un grupo embarcaciones asiáticas transitan por la Zona Económica Exclusiva de Chile, se encendieron diferentes alarmas en el Congreso Nacional chileno.
Uno de los más contundentes fue el diputado, presidente de la Comisión de Economía y Relaciones Exteriores, Jaime Naranjo. “Hemos visto una postura ambigua del gobierno respecto a esta verdadera amenaza china por el miedo a las presiones económicas del principal socio comercial chileno, que son los chinos”, declara.
Olivares contó en la entrevista radiofónica que la escuadra china trabaja coordinadamente según los datos que le proporciona un satélite que envía información sobre temperatura del agua.
Así, cuando les llegaba el antecedente proporcionado por el satélite sobre sectores en los que la temperatura superaba los 18 grados, sabían que allí podrían encontrar peces espada, atunes, tiburones, jibia y pota. ”La flota casi siempre es de 200 barcos”, aseguró el pescador chileno, y agregó que “lo que más les encanta a ellos es el tiburón, porque sólo les sacan las aletas y el resto lo botan”.
El chileno narró su experiencia trabajando sobre un barco depredador y destacó otro punto que siempre ha sido cuestionado y que salta a la vista de los registros que la Armada ha proporcionado: las condiciones laborales. En las imágenes captadas por los fiscalizadores sorprende la apariencia de estas flotas. Se ven oxidadas, añejas, poco preparadas y algunas demasiado pequeñas en perspectiva de las distancias que recorren, además del peligro de navegar por el Pacífico, que especialmente hacia el sur posee aguas de corrientes peligrosas.
Olivares señaló que los barcos chinos carecen de cualquier tipo de fiscalización por pertenecer al estado chino. “Los obligan a trabajar tanto de día como de noche, ya que el satélite envía información de la temperatura del agua 24/7”.
Las inhumanas condiciones laborales hicieron que Olivares quisiera escapar en un desembarque en Australia. Sin embargo, el capitán no quiso devolverle los documentos. “Trabajábamos casi 18 horas diarias y había que levantarse a las 4. El desayuno era un pocillo con arroz y dos pedacitos de pescado, también bebían agua de arroz. Cuando el capitán veía que un trabajador chino no trabajaba, lo golpeaba. Por eso te digo que si la Armada tomara un barco y lo trajera a Valparaíso o a Iquique, se desembarcaría la mitad”, revela.
El mismo parlamentario que lidera las comisiones de Economía y Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de Chile, Jaime Naranjo, va más allá en sus comentarios, y agrega a su crítica por la inacción del Estado de Chile sobre la presencia de los barcos chinos en aguas chilenas: “Aquí en Chile los chinos cuentan con la mejor diplomacia, porque son los mismos parlamentarios los que los defienden. A mi me ha pasado que cuando he querido presentar alguna indicación respecto al proceder del gobierno chino, inmediatamente empiezan con sus presiones y amenazas”, denuncia.
El testimonio de Alexis Olivares confirma las dudas, advierte que más allá de las fiscalizaciones de la Armada de Chile, que ha hecho un seguimiento mucho más exhaustivo en los últimos días, de igual forma estas naves actúan “al límite entre lo legal y lo ilegal”, cuenta.
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