Es considerada la joya del turismo de Chile. Ubicada en la Región de Antofagasta, a unos 1.200 kilómetros de Santiago, San Pedro de Atacama se enfrenta ahora a su peor crisis en años, provocada por el impacto de las estrictas medidas sanitarias derivadas del coronavirus. La industria turística, que es su principal fuente de ingreso, no podrá reactivarse mientras la pandemia siga siendo una amenaza.
Año a año, San Pedro de Atacama recibe a miles de turistas, que llegan hasta Chile con el afán de vivir una de las experiencias más cotizadas del mundo entero. Es la puerta de entrada a uno de los desiertos más áridos y grandes del planeta cuyo territorio geográfico está compuesto mayoritariamente por el Salar de Atacama. Durante los últimos años, esta localidad se posicionó como el punto de partida de recorridos turísticos que conducen a poblados autóctonos del altiplano atacameño. En sus alrededores se encuentran los géiseres del Tatio, el Valle de la Luna y la reserva Nacional Los Flamencos. Una aventura que viajeros de todo el mundo se disponen a vivir durante todo el año por el buen clima que se mantiene en todas las estaciones.
Sin embargo, toda la majestuosidad de sus paisajes ha debido guardarse en el silencio del desierto, muy lejos de los días en los que la bulla del comercio y los motores se escuchaban como símbolo del pujante negocio del turismo. Primero las cuarentenas, luego las restricciones que no sólo afectan a la región, sino también a todo el mundo. Chile, de hecho, permaneció por largos meses con sus fronteras cerradas debido al COVID-19. El impacto ha sido tal que casi 7 mil trabajadores de restaurantes, hoteles, bazares, artesanos, guías turísticos, entre muchos oficios hoy están de brazos cruzados.
Los negocios llevan cerrados desde marzo a la fecha y, a juicio de los habitantes de San Pedro, hay cero diálogo con las autoridades comunales y nacionales que vislumbren una solución. Por lo anterior, durante la jornada de este martes, pobladores y empresarios del rubro turístico se dieron cita en una marcha inédita para llamar la atención del país, y ojalá del mundo. La situación es “tremendamente compleja e incluso caótica”, expresa Ana María Barón, conocida arqueóloga, empresaria turística, ex alcaldesa y habitante por 40 años en la localidad. “El poblado se cerró hace 7 meses. La situación a nivel nacional está marchando en las fases para la reactivación económica y aquí se nos niega la posibilidad de trabajar”, reclama.
Pobladores desesperados que, incluso, han puesto banderas negras en las fachadas de sus casas, a modo de protesta. “Trabajo en rubro del turismo y esto viene hace bastante tiempo, pero el turismo ha sido la actividad más lenta en poderse reactivar, pero la administración de aquí ha sido incapaz de otorgar soluciones para llegar a un buen norte”, dice Armando Cortez, uno de los asistentes a la marcha.
Uno de los más importantes medios de comunicación de la zona, con oficina en Calama, municipio ubicado a unos 100 kilómetros de San Pedro, Portal Indigena, dio cobertura a la movilización. “La verdad es que es una situación preocupante, hemos visto una marcha tranquila, muy propia del carácter del sampedrino, pero ellos exigen algo muy serio. Su vida, el sustento de su familia, todo, depende del negocio del turismo, y lo que reclaman aparece como una causa justa, si no han tenido las respuestas por parte de las autoridades locales”, declara Claudio Barraza, encargado del medio digital.
Al día de hoy, no existe una fecha de apertura de los Géiseres del Tatio, las lagunas altiplánicas, el Valle de la Luna y los principales centros turísticos de San Pedro. Mientras estas plazas no tengan autorización sanitaria para abrir, no será posible reactivar la industria principal de este pequeño poblado. Sus habitantes piden ser tratados de la misma manera en que ha sido tratado el resto del país en sus actividades generadoras de empleos y comercio.
Otro de los presentes en la marcha, Diego Álamos, residente de San Pedro, hizo énfasis en las razones de la nula posibilidad de ponerse de pie que tienen los empresarios turísticos de la zona. “La pandemia ha afectado a todos los lugares de distintas maneras, especialmente a quienes vivimos del turismo, esto se redujo al 100 por ciento y esto ha afectado a las familias que se ganan la vida en relación con el viajante. Hay distintas personas que están afectadas de distintas maneras. Tratamos de vender on line, pero no es lo mismo, y los operadores turísticos no pueden hacer nada on line”, advierte.
La industria del turismo en Chile es liderada por FEDETUR y apoyada por los distintos gremios del sector, que han logrado extender el seguro de cesantía, aumentar la cobertura y plazos de los créditos COVID-19 a través del nuevo foco del banco Estado, además pidiendo exenciones tributarias como la baja del IVA durante un periodo de tiempo, subsidio a la demanda, flexibilizar los feriados pero sobre todo tener un plan de acción para abrir las fronteras con control sanitario y no perder la temporada de verano. Como esto tiene consecuencias muy graves a nivel local y regional, varios diputados de difrentes distritos turísticos en sesión especial en la cámara le han pedido transversalmente a los ministros de Hacienda y Economía que tomen medidas en forma urgente. Sin embargo, hay que asumir que la industria turística mundial y también local se reducirá en tamaño posiblemente en el largo plazo, por lo tanto, las necesidades y desafíos de conversión de activos, negocios y modelo de gestión serán una de las principales tendencias en los próximos meses.
Para los habitantes de esta pequeña localidad turística, reconocida y admirada en todo el mundo, este es un período más que complejo. Todo está cerrado y piden ayuda desesperada para no perderlo todo y enfrentarse a un éxodo que pueda terminar con la vida turística de la bella comunidad de San Pedro de Atacama.
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