El Gobierno de Brasil extenderá por cinco meses el despliegue del Ejército para combatir la destrucción de la selva amazónica, hasta abril de 2021, dijo este lunes el vicepresidente Hamilton Mourao.
El funcionario sostuvo que el presidente, Jair Bolsonaro, firmaría un decreto la próxima semana para extender el despliegue para proteger la selva tropical más grande del mundo, que actúa como un freno al cambio climático al absorber grandes cantidades de gases de efecto invernadero.
Bolsonaro desplegó al Ejército en mayo, replicando una medida similar tomada en 2019 cuando los incendios se dispararon en la región y provocaron críticas internacionales de que Brasil necesitaba hacer más para proteger la selva.
Pero el despliegue de este año comenzó antes y durará mucho más a medida que continúe la presión internacional sobre Brasil por los altos niveles de deforestación e incendios forestales desde que Bolsonaro asumió el cargo en enero de 2019.
“Debemos continuar porque queremos entrar en un círculo virtuoso de caída de la deforestación. Estamos comprometidos a lograrlo, y para hacerlo necesitamos gente en el campo haciendo cumplir la ley”, dijo Mourao.
Sin embargo, la presencia de cerca 10.000 soldados del Ejército no se ha traducido en una reducción drástica de los índices de destrucción en la Amazonía, que se han disparado desde que el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro asumió el poder en 2019.
Después de 14 meses de aumento de la deforestación, los datos del gobierno muestran que la tala ha disminuido de julio a septiembre en comparación con los mismos meses del año pasado. Pero la deforestación se mantiene en niveles más altos que en los dos años anteriores a que Bolsonaro asumiera el cargo, y la cantidad de incendios forestales está en su mayor nivel en 10 años.
El año pasado la deforestación y los incendios crecieron un 85 % y un 30 %, respectivamente, en el bioma, según datos del estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
En estos casi diez meses de 2020, la Amazonía brasileña ya ha registrado 90.571 focos de incendios, una cifra mayor que el total reportado en todo el 2019, cuando hubo 89.176 fuegos, de acuerdo con el INPE.
Las alertas de deforestación entre enero y septiembre de este año abarcaron 7.063 kilómetros cuadrados de selva, lo que supone un descenso del 10,25 % frente a los primeros nueve meses de 2019, aunque aún presenta niveles alarmantes.
Las organizaciones medioambientales y algunos gobiernos europeos han atribuido ese incremento de la destrucción amazónica al discurso antiecologista de Bolsonaro, quien defiende la explotación de las riquezas naturales del ecosistema y es contrario a demarcar nuevas reservas indígenas.
Este año la preocupación de la sociedad civil, y también de importantes fondos de inversión internacionales, se ha extendido además al Pantanal, el mayor humedal del planeta que Brasil comparte con Bolivia y Paraguay y donde se han registrado los peores incendios de las dos últimas décadas.
La semana pasada, Bolsonaro dijo en un acto oficial que su gabinete está preparando un sobrevuelo por la Amazonía para que diplomáticos extranjeros vean, según él, que “no se está quemando nada, ni hay una hectárea de selva devastada”.
(Con información de Reuters y EFE)
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