El número de casos confirmados de coronavirus en todo el planeta superó los 40 millones, aunque los expertos señalaban que eso es apenas la punta del iceberg del impacto real de una pandemia que ha trastocado la vida personal y laboral en todo el mundo. El hito se alcanzó el lunes por la mañana, según la Universidad Johns Hopkins, que recopila datos oficiales de todo el mundo.
La región más afectada a nivel global es América Latina. En ese marco, cuatro especialistas se plantearon, en un simposio organizado por Infobae, posibles respuestas a una serie de preguntas clave para pensar el impacto del nuevo coronavirus en el continente. Entre ellas se destacaron las siguientes: ¿Cómo se explica la realidad de nuestra región? ¿Cuáles son los aciertos y desaciertos de los gobiernos latinoaméricanos? ¿Qué está haciendo la ciencia para derrotar al COVID-19? ¿Cómo será el mundo de la pospandemia?
“A América no le está yendo bien, definitivamente; la mitad de los casos del mundo pertenecen a América”, dijo Rafael Díaz, médico cardiólogo, científico e investigador del Instituto Cardiovascular de Rosario y director de ECLA (Estudios Clínicos Latinoamericanos), durante el encuentro virtual.
Los datos respaldan la afirmación: América tiene unos 17,6 millones de infectados. Detrás se encuentran el sur de Asia (7,7 millones) y Europa (6,6 millones). En cuanto a mortalidad, América acumula más de 586.000 decesos, mientras que Europa ha registrado 244.000 y en el sur de Asia se contabilizan más de 124.000.
El primero de los expositores añadió que desde que llegada del coronavirus, “la ciencia aportó mucho". "De hecho, en 9 meses se generaron evidencias que en la medicina habitual se puede generar en 5 o 6 años”, graficó.
Por su parte, Eduardo Fidanza, sociólogo y analista político, analizó la condición en la que se encontraba la región cuando impactó la pandemia.
“En América Latina llegó esta pandemia en un contexto con problemas estructurales muy profundos: problemas de infraestructura sanitaria, de falta de acceso, de falta de capacitación del personal. Esto ha generado problemas de detección, tratamiento y seguimiento”, detalló. A su vez, se refirió a un contexto de desenso de la valoración de la democracia, “y esto se observa tanto en México como en Brasil, por ejemplo”, expresó.
Esa idea desembocó en la reflexión sobre las estructuras de los estados nación en América Latina: “No tenemos Estados en condiciones para instrumentar una respuesta adecuada. Podemos saber lo que hay que hacer -después de haber observado lo que pasaba en Europa durante la llamada primera ola- pero no lo podemos hacer, porque no tenemos las condiciones de hacerlo”.
Desde México, Laurie Ann Ximénez, doctora en ciencias médicas y microbiología de la Universidad de Harvard, desarrolló en su exposición una idea contrapuesta. Según ella, en América Latina había conocimientos sobre lo que teníamos que hacer para no estar en el punto en el que estamos ahora, pero no lo hicimos.
“En Latinoamérica no tenemos excusas: tuvimos tiempo, teníamos el aprendizaje de lo que había sucedido en otros países. Pudimos haber aprendido, tanto de quiénes hicieron las cosas bien, como de quienes las hicieron mal. Y lo que ha pasado es resultado de las decisiones de nuestros Gobiernos", explicó.
Además, consultada sobre la situación particular de México, añadió que hay un problema severo de subestimación de cifras, tanto en el caso de las muertes como de los casos de contagio.
El último turno de la exposición del debate organizado por Infobae fue de Santiago Levin, médico psiquiatra y director de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, convocado para hablar de la otra cara de la pandemia: la relacionada con la salud mental. En efecto, mencionó la mención que hicieron ya desde el mes de mayo desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre que observaríamos un aumento significativo de las consultas en materia de salud mental y en el área de la salud psicológica.
“La pandemia actual es un fenómeno complejísimo. Es indispensable elaborar un panorama más abierto. Porque es la primera vez que una pandemia se transmite en vivo 24/7 en las pantallas de todo el mundo. Nunca antes había pasado”, desarrolló.
Y añadió que mientras no tengamos una vacuna probada, ni un tratamiento médico específico, “lo que nos queda son las viejas medidas de cuidado sanitario, que son de aplicación muy dificultosa, y que es muy difícil sostenerlas a lo largo del tiempo. El recurso que si nos queda y es eficaz es la palabra y la solidaridad”.
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