El ambiente en el país sudamericano es de una precaria tranquilidad, así lo entiende el Gobierno que convocó, la semana pasada, a una reunión con representantes del Poder Legislativo y Judicial. La Moneda busca dar una señal de “unidad” frente a un mes que está condicionado por el primer aniversario del estallido social y el próximo plebiscito.
Un año ya, desde que millones de chilenos y chilenas salieron a las calles para manifestar su descontento por demandas sociales, fundadas especialmente como contestación a la enorme desigualdad en un país que, según informe de la Celac de enero de 2019, el 26,5% de la riqueza se concentra sólo en el 1% más adinerado. Brecha que se acrecienta con aval de políticas neoliberales resguardadas, a juicio de la mayoría de los chilenos, por la ya obsoleta Constitución, que se instauró bajo la dictadura de Augusto Pinochet en 1980.
El día 25 de octubre de 2019, millones salieron a las calles. Marcharon en lo que se denominó la “Marcha más grande de Chile”. Tras esto, el mismo mandatario, escribió en su cuenta de Twitter lo siguiente: “La multitudinaria, alegre y pacífica marcha de hoy donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza”.
Los dichos de Piñera, no podían quedar solamente en los 140 caracteres de esta red social. El mundo político, oposición y ciertos representantes del oficialismo, empujaron la idea de convocar a un gran pacto social que abordara, un tema que por los últimos treinta años, fue inabordable para la derecha chilena, y esto era, abrir la puerta a una nueva Constitución.
La madrugada del 15 de noviembre, desde las dependencias del ex Congreso Nacional, en Santiago, líderes políticos, parlamentarios y representantes del mundo social se dieron cita para, después de una prolongada discusión, anunciar un importante acuerdo. Si bien no incluía a la totalidad de personeros representantes de partidos y organizaciones sociales, sí congregó a una mayoría que consiguió delimitar un proceso que instaló las bases para iniciar el camino, que hasta ese momento, había sido imposible transitar. La oportunidad de cambiar la carta magna ya era una realidad.
Tras el acuerdo el Presidente, inicia una etapa excepcional, porque no estaba en sus planes o propuestas de campaña la generación de una reforma que permitiera un cambio de Constitución. Forzado por la presión social, finalmente, promulga la ley antes despachada por el Congreso. “Esta reforma abre las puertas y define el camino para lograr un gran acuerdo constitucional que nos dé ese marco institucional sólido, legítimo y compartido para poder enfrentar coma país los formidables desafíos del presente y las magníficas oportunidades del futuro”, indicó Piñera.
En los días consecutivos, el Jefe de Estado, demostró esfuerzos por hacer suya la idea de generar un nuevo pacto constitucional. Tibio, en un principio, pero mucho más convencido con el correr de los días, denotó en sus declaraciones, un cambio en la estrategia comunicacional. De hecho, la noche del martes 12 de noviembre de 2019, se marca un punto de inflexión en el discurso del Presidente. “Fue una jornada de intensa violencia, y ante la disyuntiva de restablecer el estado de emergencia o darle una nueva oportunidad al diálogo, a los acuerdos y a la paz, optamos por este último camino. Propusimos un acuerdo por la paz, la justicia social y un camino para cambiar o perfeccionar nuestra Constitución”, dijo el mandatario en su discurso.
Esta frase causó repercusión en redes sociales, principalmente por algunos artífices del acuerdo, quienes refutaron lo dicho y adjudicaron a la propia ciudadanía como la que propuso el cambio. “Presidente Sebastián Piñera, seamos sinceros, el acuerdo constitucional no lo propuso usted. Lo propuso la ciudadanía, a pesar de su gobierno, y se concretó en el Congreso Nacional gracias al diálogo entre todas las fuerzas políticas. El país sabe bien como ocurrió”, dijo el senador Jaime Quintana (PPD), quien encabezó la firma del acuerdo aquella madrugada como presidente del Senado en aquel momento.
Las críticas también llegaron por parte de la Democracia Cristiana (DC), a través del diputado Matías Walker, quien, con ironía, también cuestionó las declaraciones del jefe de Estado. “Propusimos un acuerdo que condujera a cambiar o tener una nueva Constitución… y yo que juraba que el acuerdo del 15 de noviembre era de los partidos políticos”, dijo a través de Twitter el parlamentario.
Los pasos que siguió Piñera, posteriores al acuerdo y promulgación de la reforma que convoca al Plebiscito Constitucional, han dado pistas a sus aliados y críticos, respecto a lo que realmente se juega, el Presidente, con el voto de los chilenos y chilenas en las urnas el próximo 25 de octubre.
1.- Mejorar la percepción del "legado”
Le ha costado a los últimos gobernantes instalar una identidad positiva, aquellas que son recordadas a la hora de bautizar calles, colegios y hospitales en la posteridad. Mucho se ha hablado sobre cuál será el legado que Sebastián Piñera dejará tras el término de su segundo período. Sin duda, que se hayan gestionado las bases para la creación de una nueva constitución, durante su Gobierno, será un legado, aunque este, parezca más una mochila de carga pesada. A juicio del cientista político, columnista y sociólogo chileno, Patricio Navia, “el Presidente Piñera no tiene nada más que perder. Ya perdió el control de la agenda, él ganó la elección oponiéndose a una nueva Constitución y ahora resulta que tiene que liderar un proceso para una nueva Constitución. Esta no es su agenda”. Para uno de su sector, el senador Manuel José Ossandón (RN), será clave que Piñera promueva la participación y celebre el resultado aunque no sea el que a él le guste y convenga. “Si el Gobierno rodea de incertidumbre el proceso, perderá la oportunidad de devolver las tan necesarias certezas políticas”, sostiene.
2.- Convertir “el gol del honor”
Para el mismo Navia, el Presidente ya perdió este partido por “goleada”, pero aún tiene tiempo como para un “gol del honor”. No es lo que él quería hacer, no es el legado que él quería dejar, le impusieron un programa y una agenda, y ahora tiene que tratar de implementarla de la mejor forma posible. Esto es casi como el gol del honor, pero lo suyo es una derrota abrumadora, porque cuando llegó al poder llegó ofreciendo algo completamente distinto a lo que terminó ocurriendo en su Gobierno", advierte. Respecto al tiempo, Ossandón ve el vaso medio lleno. “El Presidente Piñera tiene en el plebiscito una tremenda oportunidad para mostrar una visión de estadista y de comprometerse de manera categórica con un plebiscito transparente, participativo, seguro y, por supuesto, informado, que las personas sepan qué están votando. Si logra transmitir eso y alcanza una alta participación, le permitirá devolver algo de la confianza perdida en las instituciones”.
3.- Reactivar la economía
Un Proceso Constituyente normal, y sin sobresaltos, podría ser la muestra de que Chile sigue ostentando esa madurez democrática de la que muchas veces se jactó. Tras el estallido social, la incertidumbre se ha instalado especialmente en el sector económico, un área que debiera ser la especialidad de Piñera. Conservar las garantías y sortear los días de octubre con destreza, acción y normalidad, tendría una consecuencia favorable en contra de las especulaciones respecto a la estabilidad de Chile. Una de las premisas del Gobierno, de hecho, y declaradas por el propio mandatario es que “la salud de los chilenos y chilenas, está en manos de los Ministros Paris (de salud) y Zaldivar (de trabajo)”. La búsqueda de estabilidad, traería de vuelta las confianzas para volver a generar empleo y echar a andar la maquinaria afectada, también por la pandemia. El Senador Ossandón lo destaca, mostrar voluntad política de respeto por este Plebiscito construirá puentes de confianza “que son básicos para la reactivación económica y social que todos anhelamos”, dice.
4.- Demostrar que es Presidente antes que empresario
Los más críticos, no creen que alguna vez Sebastián Piñera, logre abstraerse de su condición de empresario. Para la diputada y vice presidenta del Partido Radical, Marcela Hernando: “pierde con el Proceso Constituyente, ya que de momento le conviene que no cambien los amarres de la actual Constitución, que le permiten mover sus dineros a paraísos fiscales y tener a sus pequeños nietos como socios de sus empresas”. Este proceso, le dará oportunidades para mostrarse a favor de la ciudadanía antes que a sus propios intereses, pero otra cosa es que él decida demostrarlo. “En su rol de especulador financiero, también pierde con este proceso, porque lo que se persigue es una nueva Constitución que fortalezca el rol regulador y los órganos fiscalizadores del Estado”, declara la parlamentaria.
5.- Capacidad de convocatoria y gestos de unidad
Si bien todos los problemas no se solucionarán el próximo 25 de octubre, si se estará dando un primer paso para que la ciudadanía se exprese en reclamo de mejoras estructurales. Una sensación que, a la luz de las movilizaciones, quedó impregnada en las calles del país. Sebastián Piñera ocupa reiteradamente la palabra “unidad” en sus discursos. Un efecto que podría ser favorable, es que habiendo el Presidente hecho llamados explícitos a votar, y registrándose una alta participación en las urnas, pueda él capitalizar ese llamado, pero no como protagonista, sino como parte del engranaje político que aún tiene capacidad de convocatoria y dirección sobre el destino del país.
6.- Abrir camino a nueva carta presidencial desde su sector
La última encuesta de Plaza Pública CADEM, le otorgó al Presidente un 24% de aprobación. Una cifra, que aparece optimista en el escenario actual, desde la consideración de su misma situación hace un año, en la misma encuesta. Lo excepcional de los sondeos, es que los denominados “presidenciables” están compuestos mayoritariamente por integrantes de su sector. Joaquín Lavín, el actual alcalde de Las Condes (UDI) y Evelyn Matthei, alcaldesa de Providencia (UDI) están dentro de la lista de los mejores aspectados de cara a una elección presidencial. Aunque hay poca reacción desde la oposición y pareciera que la derecha corriera sola, Piñera, en el Proceso Constituyente que se inicia, deberá dar pasos responsables si es que pretende que se extienda más allá de su período, un Gobierno de derecha en Chile.
Marcela Hernando, es firme en su juicio. “El resultado de esta primera etapa del Proceso Constituyente, no cambiará la percepción que Sebastián Piñera ya dejó instalada, respecto a la pérdida de la dirección que pretendía imponer como sello de Gobierno”, afirma. Lo que le queda al Presidente, es tiempo. Su manejo, cuestionado desde todos los sectores, no ha mostrado la eficiencia a la altura de lo que la ciudadanía le exige. Pero la oportunidad que le otorga el tiempo y los procesos que se vienen, podrían ser aprovechados desde el rol y lado de la cancha que él decida jugar desde el próximo 25 de octubre, día en el cual se inicie la configuración de las pretensiones de este país latinoamericano, para la configuración de una nueva Constitución para Chile.
MÁS SOBRE ESTE TEMA