Diplomáticos, activistas y académicos del Hemisferio Oeste reiteraron este martes la importancia de que Cuba no logre obtener nuevamente una banca en la próxima renovación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que abarcará el período entre 2021 y 2023.
En concreto, remarcaron que una nueva elección contribuirá a socavar la misión del organismo -al incluir a una dictadura que viola de manera sistemática los derechos cuya defensa a nivel global estaría representando- y pidieron a los países democráticos que se opongan a ella.
La premisa se abordó en un foro virtual organizado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), del que participó Infobae. Denominado como “El lobo en el gallinero”, del seminario participaron como panelistas la subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Venezuela y Cuba, Carrie Filipetti; el director de Relaciones Institucionales de CADAL, Brian Schapira, la Oficial Senior del Programa Legal del Instituto para la Raza, Igualdad y Derechos Humanos, Christina Fetterhoff; y contó además con declaraciones de dos activistas cubanos: la periodista Camila Acosta Rodríguez y el historiador Manuel Cuesta Morúa.
A lo largo del seminario, los participantes repasaron desde sus campos de especializacion las distintas razones por las que, indicaron, ni Cuba ni otros países con regímenes autoritarios que persiguen el mismo objetivo -entre ellos China y Rusia- deberían lograrlo. Filipetti remarcó que, no obstante, lo han hecho en distintas ocasiones. Para fundamentar su argumento recordó que Cuba ha sido parte del Consejo durante 12 de sus 14 años de vida y que Venezuela actualmente ocupa una banca.
También se refirió en particular a las violaciones a los derechos humanos en el marco de las misiones médicas que el régimen envía a otros países, y que se incrementaron durante la pandemia de coronavirus. Notó en particular que oficinas de las mismas Naciones Unidas han documentado estos abusos a través de un lapidario informe de la Relatoría Especial sobre las formas contemporáneas de la esclavitud y de la Relatoría de Trata de Personas de la ONU.
“El Consejo fue fundado para proteger los derechos humanos a nivel internacional. Desafortunadamente, durante los últimos años se ha alejado de esa visión. Regímenes autoritarios comenzaron a advertir que podían deteriorar el voto, la reputación y credibilidad del organismo, por lo que cada vez más comenzaron a unirse”, expresó la diplomática de la administración de Donald Trump.
Con respecto al régimen cubano en particular, Filipetti remarcó que “la comunidad internacional no puede mirar para otro lado ante esta deplorable iniciativa”. Y dijo que los países miembros deben “representar el respeto básico por los derechos humanos”, algo en lo que La Habana “falla todo el tiempo”.
También destacó el control de Cuba sobre el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, y expresó que “es ridículo que un país que exporta prácticas violatorias de los derechos humanos sea siquiera considerado”. “Alguna vez fuimos una comunidad internacional que valoraba los derechos humanos y se indignaba ante sus violaciones. ¿Dónde está esa indignación? Hay 30 artículos en la Declaración Universal de los Derechos Humano. Es difícil encontrar alguno que Cuba no viole”, expresó.
Christina Feterhoff, por su parte, se enfocó en las acciones del régimen cubano dentro del organismo. Indicó que ante las preocupaciones expresadas por los distintos países dentro del foro, “en vez de ofrecer respuestas completas, dijo que los denunciantes son contrarrevolucionarios o mercenarios”. Y notó que el país nunca ha invitado misiones para relevar la situación en el terreno ni aceptado los pedidos del mismo organismo para realizarlas".
Además, resaltó que Cuba ha sido el país con asiento en el Consejo que más recomendaciones ha recibido en el marco del Exámen Periódico Universal: alrededor de 300. “(el régimen) Tomó nota de 100 pero no actuó sobre ninguna”, graficó Fetterhoff.
Y concluyó: “Las violaciones a los derechos humanos en Cuba son estructurales y sistemáticas. Dados sus antecedentes y falta de cooperación real, no es idóneo para ser considerado como candidato para el Consejo de Derechos Humanos”.
Schapira realizó sus argumentos a través de las estadísticas de Cuba en el organismo. Explicó que analizó las 205 resoluciones del cuerpo en las que el voto del país caribeño quedó registrado, algo que no sucede en todas las ocasiones. “En 75 resoluciones, Cuba votó en contra de adoptar la resolución. En 66 lo hizo a favor, pero 62 de ellas corresponden explícitamente a la situación en Palestina e Israel, lo que muestra un doble estándar”.
El proyecto se tradujo en la publicación de un reporte a principios de septiembre, que determinó que “a largo de los doce años de presencia en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el régimen cubano ha tenido un patrón de comportamiento cómplice con las graves violaciones a los derechos humanos sufridas en otras partes del mundo.”
El miembro de CADAL remarcó que el país “tiene un patrón de comportamiento que refleja su falta de compromiso e indiferencia con respecto a las violaciones más serias de los derechos humanos alrededor del mundo” y evidencia “una complicidad mutua con otros regímenes autocráticos”. “No ha hecho mención a Corea del Norte, a Filipinas, la situación en distintos países de Medio Oriente”, enumeró.
Schapira indicó que tal vez uno de los ejemplos más ilustrativos refiere a la negativa de Cuba de aprobar la última misión que investigó las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, y determinó que el régimen cometió acciones que califican como crímenes de lesa humanidad. Aseguró además que no hay perspectivas de cambio, algo que indicó el mismo régimen al presentar su candidatura, cuando dijo que “continuará promoviendo sus tradicionales iniciativas”.
A su turno ante la pantalla, Camila Rodríguez recordó que el régimen ha violado sistemáticamente los derechos humanos desde su ascenso al poder, pero que su accionar ha tomado mayor estado público durante los últimos años desde que la población obtuvo acceso a internet y, por ende, las redes sociales. También detalló las maneras en que busca censurar la información, incluyendo las detenciones sin orden judicial.
“El único objetivo del régimen es mantenerse en el poder. La prensa libre atenta contra eso y por eso es su principal enemigo”, expresó, para concluir con la premisa que atravesó el seminario: un llamado a “no permitir que Cuba se burle de la comunidad internacional” con la obtención de una banca en el Consejo.
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