El ministro de Salud de Brasil, Eduardo Pazuello, ha manifestado este jueves la necesidad de transmitir a la población que el nuevo coronavirus “no tiene fin” y que habrá que convivir con él, como ya se hace con otros virus, pese a la aparición de una próxima vacuna.
“No hay fin para el coronavirus. El coronavirus permanecerá con nosotros, pero como otros virus con los que convivimos”, ha dicho Pazuello, quien es el tercer ministro de Salud del presidente Jair Bolsonaro, en apenas seis meses.
“La vacuna no acabará con el coronavirus. Viviremos con él y tendremos campañas de vacunación, como con el H1N1 (gripe porcina). Habrá nuevos hábitos, como el uso de la mascarilla y el distanciamiento social en algunos casos”, ha continuado defendido Pazuello durante un diálogo con secretarios de salud estatales y municipales.
En esa reunión, de la que ha tenido constancia el periódico ‘Folha de Sao Paulo’, Pazuello ha insistido en que este mensaje “debería exponerse con mucha claridad” a la ciudadanía, aunque considera que el impacto del mismo será menor, pues el país “ha sabido lidiar” con la enfermedad.
De acuerdo con el balance del Ministerio de Salud, Brasil ha registrado 3.761.391 casos acumulados y 118.649 fallecidos. Las últimas cifras han mostrado un aumento de 44.235 contagios y 984 muertes en las últimas 24 horas.
La cifra de personas recuperadas es ya de 2.947.250, mientras que otras 695.492 continúan bajo supervisión médica.
El sudeste de Brasil continúa siendo el epicentro de la pandemia, con más de 1,3 millones de casos y casi 53.500 fallecidos, siendo Sao Paulo y Río de Janeiro los estados más afectados.
Más de 135.000 tiendas tuvieron que cerrar definitivamente sus puertas al público en Brasil durante el segundo trimestre del año por la crisis de la pandemia del coronavirus, el mayor número registrado desde 2016, cuando el país sufrió una de las más graves recesiones económicas de su historia.
De acuerdo con un estudio realizado por la Confederación Nacional de Comercio de Bienes, Servicios y Turismo (CNC), el número de almacenes que pusieron fin a su actividad en el gigante sudamericano equivale al 10 % del total de establecimientos comerciales registrados antes de que la COVID-19 llegara a Brasil.
En total fueron 135.200 tiendas clausuradas, un 22 % más que las que tuvieron que cerrar sus puertas en 2016 cuando la economía se contrajo un 3,5 % por segundo año consecutivo, tras la crisis económica que el país sufrió desde 2015 y de la que apenas comenzaba a recuperarse desde 2017 pero con un crecimiento muy lento (1,3 % en 2017, 1,3 % en 2018 y 1,1 % en 2019).
La crisis provocada por el nuevo coronavirus hizo inviable un gran número de comercios minoristas, que despidieron a un número aún no calculado de empleados entre abril y junio de este año.
“Las ventas cara a cara, consideradas históricamente como el principal tipo de consumo de la población, tuvieron un volumen muy bajo en este período”, señaló José Roberto Tadros, presidente de la CNC, al explicar el motivo del cierre de los comercios.
De acuerdo con el directivo, a pesar de la grave coyuntura del segundo trimestre, el ritmo de recuperación de las ventas en el comercio en los últimos meses “ha sorprendido positivamente”, gracias a factores como el comercio electrónico.
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