Brasil superó este sábado la barrera de las 100.000 muertes por coronavirus, casi cinco meses después de la confirmación de la primera víctima mortal en el país, según datos oficiales divulgados por las Secretarías regionales de Salud.
Con 538 fallecimientos desde la víspera, el gigante sudamericano sumó así 100.240 decesos por la enfermedad. En tanto, el número de contagios roza los 3 millones: llegó a 2.988.796 con 21.732 nuevos casos. Es el segundo país más afectado del mundo después de Estados Unidos.
El 26 de febrero el Ministerio de Salud confirmó el primer caso del nuevo coronavirus en un brasileño de 61 años, residente en Sao Paulo, la más poblada de Brasil con unos 12 millones de habitantes. El 17 de marzo, 20 días después, las autoridades sanitarias confirmaron la muerte de un hombre de 62 años en la misma ciudad.
Entonces, el presidente Jair Bolsonaro minimizó los efectos del virus y en un pronunciamiento a la nación dijo que, por su “histórico de atleta, en caso de ser contaminado no necesitaría preocuparme, no sentiría nada, a lo sumo una gripecita o un resfriadito”.
A partir de ese momento las estadísticas fueron aumentando hasta que a mediados de mayo se superó por primera vez la barrera del millar de fallecidos diarios. De acuerdo con los datos oficiales, la tasa de mortalidad de la enfermedad en el país es de 47,4 por cada 100.000 habitantes.
El 16 de abril abril pasado, Bolsonaro cesó a su popular ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, por defender el confinamiento social y nombra al oncologista Nelson Teich en su reemplazo. Menos de un mes después éste sería también desplazado por discrepancias por el uso de la cloroquina. Asumió entonces interinamente el general Eduardo Pazuello.
Según el Ministerio de Salud, el número de pacientes curados de la COVID-19 se ubica ahora en los 2.068.394, lo que supone cerca del 70% del total de infectados.
En números absolutos, el estado brasileño más afectado es Sao Paulo, que contabiliza más de 600.000 positivos y casi 25.000 muertes y cuyas autoridades decidieron este viernes postergar la reapertura de las escuelas un mes más, hasta el 7 de octubre.
Cinco estados del país -Río Grande do Sul, Santa Catarina, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais y Río Grande do Norte- registran en este momento los mayores índices de contagios y de muertes por la COVID-19. Otras nueve regiones de Brasil muestran índices de estabilidad en el número de contagios y fallecimientos, mientras que en las 12 restantes el virus comienza a dar tregua.
Este sábado, la icónica playa de Copacabana en Río de Janeiro amaneció cubierta de cruces negras y globos rojos para rendir un homenaje a las víctimas que ha dejado la pandemia y protestar por la forma en la que el Gobierno de Bolsonaro ha conducido la crisis sanitaria.
Para homenajear a quienes perdieron la vida por la COVID-19, mil globos inflados con helio fueron esparcidos en la playa más famosa de Brasil y un centenar de ellos permanecieron anclados sobre cruces negras simbolizando a las víctimas que perdieron la vida en su lucha contra el virus.
El tributo, organizado por la ONG Río de Paz, vinculada a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), también fue escenario de protesta por la gestión del Gobierno del jefe de Estado frente a la pandemia, uno de los más escépticos sobre la gravedad de la enfermedad, a la que ha llegado a calificar de “gripita”.
De manera pacífica, la manifestación se sintetizó en un cartel de cuatro metros de largo que fue plantado frente a las cruces.
Con la frase “100 MIL: ¿Por qué somos el segundo país en número de muertos?”, el cartel resumía el sentir de muchos brasileños pero sobre todo el de los familiares de las víctimas, muchos de los cuales han sentido el abandono del Gobierno, la ineficacia de los servicios públicos de salud y la falta de empatía.
“Está equivocado el que cree que esto (COVID-19) es una fake news, que es una cosa política. Este aquí es Hugo, mi hijo de 25 años, él no era político, él era un ciudadano, era una persona que murió de COVID-19 a los 25 años”, aseguró a la agencia de noticias EFE Marcio Antonio do Nascimento Silva, un taxista que perdió a su hijo en Río, al comienzo de la pandemia.
“A las personas que no tienen empatía, que creen que porque no les ha pasado a ellas pueden criticar, espero que (esto) no pase con ustedes. Procuren cuidarse, usar mascaras, alcohol gel. Yo soy víctima de COVID, yo tuve COVID y conseguí curarme, pero muchas personas no se curan como Hugo, que no se curó”, agregó.
En medio de la desescalada gradual que se adelanta en Río de Janeiro por la pandemia, cientos de curiosos acompañaron la jornada que se ubicó frente al emblemático hotel Copacabana Palace, una joya arquitectónica de la ciudad, fundado en 1923 e incluido en la lista del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional de Brasil.
Mientras unos criticaron el homenaje por considerarlo “una payasada” y tildarlo un acto “de izquierda”, otros defendieron la simbología del tributo y pidieron respeto. El homenaje terminó con la soltura de los globos que abandonaron la playa y se esparcieron por el cielo azul de la ciudad.
El 7 de julio pasado, el presidente Bolsonaro confirmó que dio positivo por coronavirus y volvió a criticar las medidas de confinamiento aplicadas en varios estados. Además, aseguró que se estaba tratando con hidroxicloroquina y dijo que los jóvenes pueden estar en despreocupados: “Tengan cuidado, pero si son infectados por el virus, tranquilos porque para ustedes la posibilidad de algo más grave es próximo a cero”.
Hasta principios de agosto, con la confirmación de que el ministro de la Secretaría General de la Presidencia de Brasil, Jorge Oliveira, dió positivo para la COVID-19, Brasil sumó ocho ministros infectados en una semana por el virus.
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