Bolivia se encuentra en estado de emergencia sanitaria y de calamidad pública en medio del avance del coronavirus en el país. La situación llegó a tal punto que los sistemas hospitalarios y funerarios colapsaron. En las últimas semanas en las ciudades más afectadas por la pandemia se han llegado a ver cadáveres en las calles. Ante esta situación de colapso, empresarios comenzaron a fabricar hornos crematorios móviles en La Paz.
“Es un equipo autosuficiente, el horno trabaja con una garrafa doméstica, tiene su propio generador del tiempo de cremación. La cremación tarda entre 50 y 70 minutos, depende el tamaño y el peso del cuerpo (...). El costo del horno es de 27.500 dólares”, explicó el ingeniero Aldo Miserocchi al diario local Página Siete.
Otros hornos portátiles, en cambio, pueden llegar a los 45.000 y 75.000 dólares, según el grado de automatización.
Detalló, a su vez, que, dependiendo el peso y tamaño de la persona, el horno portátil puede cremar hasta 12 cuerpos por día. Una vez concluido el proceso, las cenizas caen en un molino que luego debe ser retirado.
Tiene una dimensión de cinco metros de largo por tres de ancho.
Miserocchi comentó, por su parte, que son tres las empresas que comenzaron a fabricar estos hornos: “Estos equipos son elaborados en La Paz. Tenemos dos plantas de manufactura, una acá (zona Sur) y la otra en la ciudad de El Alto. Hasta el momento ya tuvimos la solicitud de municipios en Pando y en Beni, en Rurrenabaque”.
Los empresarios recorrieron varias zonas de la ciudad de La Paz ofertando estos hornos a los municipios del área rural, principalmente.
Carlos Ayo, uno de los responsables del proyecto, fue abordado por la prensa la semana pasada. “Éste es un emprendimiento de varios empresarios privados, cuatro ingenieros que hemos puesto todo el empeño en buscar una solución para la falta de capacidad de los cementerios, donde hay dolor y conflictos por la falta de espacios en los lugares asignados a las víctimas de la pandemia”, señaló.
El ingeniero sostuvo que su principal intención es proveer los aparatos a gobiernos municipales y empresas funerarias cuya capacidad se haya visto colapsada por la pandemia.
“Hay muchos cadáveres cada día en las calles, hospitales y funerarias no dan abasto. La gente nos pide directamente el servicio de cremación pero eso no lo hacemos, nosotros sólo fabricamos los hornos y los ofrecemos a cementerios y funerarias que pueden llevarlos a cualquier parte”, agregó.
Ayo aseguró que los hornos cumplen con todas las normas de bioseguridad, y explicó que para una cremación se necesitan dos garrafas de gas licuado de petróleo (cada una con capacidad de 10 kilogramos). Esto representa un costo energético de 45 bolivianos (6,50 dólares).
“Esperamos que las autoridades apoyen esta iniciativa y permitan su uso extendido porque va a facilitar las tareas de una correcta disposición de los cadáveres”, apuntó.
El pasado viernes el gobierno interino de Jeanine Áñez decidió ampliar la cuarentena por un mes más, a todo agosto, ante el aumento de casos de la COVID-19 en el país, que acumula 3.064 fallecidos y 78.793 contagios confirmados entre sus once millones y medio de habitantes.
“La curva en este mes de agosto será muy elevada y, por lo tanto, corresponde que podamos mantener la cuarentena de acuerdo a determinaciones que tomen los gobiernos municipales y los gobiernos departamentales en coordinación con el nivel central del Estado”, justificó el ministro interino de la Presidencia, Yerko Núñez.
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