En los últimos años, los feminismos ocuparon las agendas públicas de muchos países Latinoamericanos. La visibilización de los femicidios y transfemicidios en los medios de comunicación mostró que los asesinatos de mujeres, lesbianas, travestis y trans no son “crímenes pasionales”, sino la frontera más violenta de las violencias machistas.
Los embarazos de niñas y adolescentes escalaron a las tapas de los principales diarios. De Argentina a México se discutieron leyes sobre salud sexual y reproductiva -interrupción legal del embarazo, aborto no punible, parto respetado, ligadura de trompas, distribución de métodos anticonceptivos- y de ampliación de derechos para trabajadoras, jefas de hogar y para la comunidad lgbtiq+.
Las denuncias por abusos también ocuparon horas de tv y dieron lugar a consignas que se repiten en español, portugués e inglés: #MeToo, #YoTeCreoHermana, #NoNosCallamosMás, #ElVioladorEresTu, #NiUnaMenos.
Muchas mujeres pudieron, por primera vez, contar los abusos sexuales y laborales que sufrieron, incluso dentro de la industria cultural y los medios. Directores y editores fueron despedidos de sus cargos, varios diarios y portales incorporaron la figura de editoras de género y equipos de periodistas crearon sus propios medios feministas aportando nuevos focos a las coberturas locales, nacionales y regionales.
No en todos los países hay estadísticas sobre quiénes ocupan los puestos de decisión en los medios. En Argentina -donde los varones dirigen casi el 80 por ciento de las empresas periodísticas- se está discutiendo un proyecto de Ley de Representación Justa en Medios de Comunicación.
Las agendas de los feminismos son amplias y se expanden: van desde los crímenes de odio y género hasta las desigualdades económicas, la patologización de la gordura, el racismo, la violencia institucional, la obstétrica, la justicia alimentaria y el derecho al goce. Y forman parte de una genealogía que responde a la historia del feminismo, al reconocimiento a una construcción en red, a la certeza de querer cambiar el mundo.
Es imposible resolver todo en una sola nota, pero sí nombrar algunos debates pendientes: ¿alcanza con suplementos o secciones? ¿cómo incorporar más y nuevas voces? De lo que se trata no es de crear más secciones “femeninas” ni solo de llenar cupos, sino de transversalizar la postura feminista para hablar de todos los temas: de política y economía, de crisis ambiental, de trabajo, de violencia institucional y del futuro. “Una gran nota feminista -diría la abogada Ileana Arduino- es aquella que no tiene una sola palabra feminista”.
La Beca Cosecha Anfibia -en la que 14 académicos y pensadores hablarán sobre futuros, crisis ecológica, feminismos y periodismo- busca promover esas discusiones y hacer parte de esos debates a directores, editores y líderes de equipos de comunicación de América Latina. Parte de esos diálogos serán con las académicas Sayak Valencia (México), Mara Viveros Vigoya (Colombia), Helen Hester (Inglaterra) y Vandana Shiva (India). A continuación, algunas de sus principales ideas.
Sayak Valencia: resistencias para construir un mundo vivible
La teoría de la doctora en filosofía, teoría crítica y feminista, Sayak Valencia, parte de la experiencia de la violencia que formatea los modos de vida en los países del Tercer Mundo, especialmente en su Tijuana natal. Allí aparece lo que ella llama capitalismo gore (un término que refiere al estilo cinematográfico hiperviolento), el lado b de la globalización, donde se produce un “derramamiento de sangre explícito e injustificado”. En el capitalismo gore “la muerte se ha convertido en el negocio más rentable” y el crimen organizado es un actor político clave que juega en la arena política de igual a igual con los Estados, dice Valencia en el libro publicado en 2010 en México.
Sus últimos estudios focalizan en la idea de régimen live. La vida mediatizada por las redes produjo un cambio cognitivo en la sensibilidad de los y las ciudadanas: elimina la división entre público y privado, convierte al tiempo en algo sin duración y “cosmetiza” las imágenes de violencia. “Las catástrofes más graves resultan menos densas si estamos rodeados al menos, virtualmente o psicopolíticamente, de objetos bonitos, sensaciones agradables o espacios amigables”, dice la filósofa. Y pone atención en las gramáticas de la resistencia: los discursos feministas, queer, antirracistas, pro-migrantes y por la diversidad corporal comprendieron que los escenarios de luchas son materiales y también virtuales. La pregunta que queda flotando después de leer a Sayak Valencia, sobre todo en tiempos de pandemia, es si podemos construir un mundo más vivible para la mayoría.
Mara Viveros Vigoya: la interseccionalidad como apuesta cultural
Raza, clase y género. Esta combinación de categorías propuesta por el feminismo negro de los Estados Unidos hace foco en la superposición de violencias que sufren quienes pertenecen de múltiples formas a las comunidades más oprimidas. ¿Puede limitarse el feminismo a temas de mujeres? ¿Todas las mujeres sufren las mismas violencias? ¿De qué mujeres hablamos? Mara Viveros Vigoya es una de las mayores exponentes de la perspectiva de la interseccionalidad en América Latina. Es doctora en antropología, miembro de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Magíster en Estudios latinoamericanos de la Universidad París III y Economista por la Universidad Nacional de Colombia, y fue presidenta de Latin American Studies Association (LASA).
No se trata de una sumatoria de categorías: negra, pobre, mujer, trans, indígena. Ninguna de ellas puede explicar las dominaciones por sí sola. Y tampoco se entiende únicamente desde quien las padece. “La interseccionalidad no sólo funciona desde abajo, porque nosotras pensamos que la internacionalidad se refiere a la acumulación de las opresiones, pero casi nunca la pensamos como la acumulación de las dominaciones y lugares de privilegios”, dijo en una entrevista.
En su producción teórica, Viveros construye una genealogía que une diferentes producciones: desde el discurso ¿Acaso no soy una mujer? de Sojourner Truth y la pintura de Tarsila do Amaral hasta el black feminism de los 60 y 70 y los aportes de la abogada afroestadounidense Kimberlé Crenshaw, entre otras. Desde Colombia, la académica aporta un enfoque interseccional localizado y contextualizado que puede usarse para repensar la práctica periodística en los medios de comunicación.
Helen Hester: cómo son los futuros posibles
¿Podemos imaginar futuros mejores? Esa pregunta guía hoy las inquietudes académicas de Helen Hester, escritora y activista, profesora de Medios y Comunicación en la Universidad de West London, Reino Unido. Integrante del colectivo feminista internacional Laboria Cuboniks, escribió Xenofeminismo, tecnologías de género y políticas de reproducción, un libro que analiza el problema de la reproducción y el vínculo con el futuro del planeta: “¿Qué tipo de política de género con miras al porvenir podemos plantear que sea capaz de enfrentar con seriedad las condiciones contemporáneas sin caer en las trampas del conservadurismo opresor ni de la desesperanza paralizante?”
Hoy trabaja en el cruce entre tecnología, trabajo y economía de los cuidados y se pregunta qué visiones de futuro existen hoy, quiénes las proporcionan y si son novedosas y emancipadoras o reaccionarias en términos de género y trabajo.
Vandana Shiva: la opción de las mujeres contra el cambio climático
Nació y creció en la India, vive en el Himalaya y es una de las activistas más influyentes para pensar la crisis ecológica desde el feminismo. Shiva es física y filósofa y escribió más de 20 libros. Para investigar sobre agroecología, soberanía alimentaria y biodiversidad creó Navdanya, una ONG que trabaja con mujeres rurales, y la Fundación para la Investigación Científica, Tecnológica y Ecológica.
Hoy está preocupada por la “colonización” del Amazonas para expandir la frontera agrícola y también por el COVID 19. “Hay gente brillante que dice que nos quedan dos salidas: extinguirnos o escapar a otros planetas. Yo agrego una tercera opción, la ecofeminista. Nos quedamos en la Tierra y la protegemos. Es el trabajo al que estamos llamadas”, dijo en una conferencia.
*La autora es jefa de redacción de Revista Anfibia, tutora de los 16 becarios elegidos por el jurado