Mientras América Latina es actualmente el epicentro del coronavirus, Uruguay sigue siendo reconocido por su gestión frente a la pandemia. Por eso, el país sudamericano integra una selecta lista de 15 naciones a las que la Unión Europea (UE) le abrirá sus fronteras a partir del próximo 1 de julio.
La decisión del bloque fue celebrada por el gobierno de Luis Lacalle Pou. A través de su cuenta de Twitter, el canciller uruguayo, Ernesto Talvi, indicó que se trata de un “gran reconocimiento al extraordinario trabajo de control de la pandemia y a una labor de cooperación humanitaria que ha sido ejemplo en el mundo”.
Los Estados de la Unión Europea ultimaban este domingo los detalles de un acuerdo para reabrir el 1 de julio sus fronteras exteriores, cerradas desde mediados de marzo, para los ciudadanos de algunos países donde la situación sanitaria por el coronavirus se considere segura.
Los Veintisiete trabajan sobre una lista que prevé autorizar las llegadas de apenas una veintena de países, entre los que estaría China, pero no Estados Unidos, que se ha convertido en el epicentro de la pandemia y el país más afectado, con más de 2,5 millones de contagiados y más de 125.000 muertos.
Los embajadores de los miembros del bloque intentaron el viernes sin éxito llegar a un acuerdo, por lo que la presidencia de la UE, que ahora ostenta Croacia, abrió un periodo de consultas entre las capitales hasta el sábado a las 18.00 horas. Terminado el plazo, sin embargo, no se había alcanzado consenso, por lo que las consultas sobre el texto con los criterios y la lista de países han continuado este domingo, con el fin de que mañana lunes pueda ponerse en marcha el procedimiento para que los Estados lo aprueben por escrito.
Durante el domingo la situación no había variado, aunque todavía se espera lanzar el proceso de aprobación el lunes, explicaron a la agencia EFE fuentes de la presidencia croata. Los países confían en tener la mayoría necesaria para respaldar el texto antes del 1 de julio, indicó otra fuente diplomática.
El listado que se contempla prevé abrir las fronteras a los ciudadanos de Australia, Argelia, Canadá, China, Corea del Sur, Georgia, Japón, Marruecos, Montenegro, Nueva Zelanda, Serbia, Tailandia, Túnez, Uruguay y Ruanda.
Además de Estados Unidos, las fronteras permanecerían cerradas para Rusia, el país más impactado en Europa, con más de 627.000 infectados y 9.000 muertos; y Brasil, el más afectado de Latinoamérica, con 1,3 millones de contagiados y más de 57.000 fallecidos.
Se quedarían fuera asimismo la mayoría de los países de América Latina, considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el nuevo epicentro mundial de la pandemia (acumula el 25% de los casos a nivel global) y donde la curva de contagios sigue siendo ascendente.
La propuesta inicial de Bruselas para armonizar este proceso era que los miembros de la UE seleccionasen juntos a qué países debían levantarse las restricciones siguiendo criterios como “la situación sanitaria, la capacidad de aplicar medidas de contención durante los viajes y consideraciones de reciprocidad”.
Bruselas considera que debe retirarse el veto a los ciudadanos de países cuya situación fuera “similar” a la media europea en cuanto a la cantidad y la tendencia de los nuevos contagios y en su respuesta a la pandemia, esto es, su nivel de vigilancia, testeo, rastreo de contactos y su publicación de datos sobre el avance del virus, entre otros criterios.
Las discusiones de los Estados miembros el viernes giraron en torno a si se tiene suficiente información como para tener una visión real de la situación epidemiológica de algunos países y la necesidad de asegurarse de que esos datos son fiables.
La UE cerró sus fronteras exteriores el 16 de marzo por 30 días para contener la expansión de la pandemia, una medida que se ha prolongado en varias ocasiones.
Las competencias en el control de las fronteras están en manos de los Gobiernos nacionales, pero la UE quiere coordinar la reapertura con el exterior para evitar el descontrol que se dio al inicio de la pandemia, cuando cada Estado cerró unilaterlamente sus puertas.
Con el desconfinamiento, la Comisión Europea recomendó a los Estados abrir sus fronteras con otros países comunitarios a partir del 15 de junio, pero se teme que si cada uno autoriza las llegadas del exterior de forma individual, acaben reintroduciéndose controles internos en el espacio de libre circulación Schengen para prevenir la propagación del COVID-19.
La UE ha conseguido aplanar la curva del coronavirus y los Veintisiete no quieren que los viajes desde terceros países pongan en peligro esta tendencia.
Al mismo tiempo, la llegada de turistas extracomunitarios es importante para los países que más dependen del turismo: la UE recibió 500 millones de visitantes de terceros países (la mayoría con destino al sur del continente) que gastaron 342.000 millones de euros en 2016, lo que la convierte en el primer destino turístico global, según datos de la Organización Mundial del Turismo.
Con información de EFE
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