El número de muertos por coronavirus en Brasil llegó este domingo a 1.223, según informó en un comunicado el Ministerio de Salud, que cifró los casos confirmados de la COVID-19 en 22.169. Los nuevos datos suponen que, en las últimas 24 horas, en el país se han registrado 99 nuevos fallecimientos y que en ese período han sido confirmados otros 1.442 contagios.
La situación más delicada continúa en el estado de Sao Paulo, en el que, con 44 millones de habitantes, reside cerca del 40 % de la población del país. De acuerdo con el boletín del Ministerio de Salud, en Sao Paulo hay hasta ahora 588 muertes y 8.755 casos de COVID-19. En Sao Paulo, donde rige una “cuarentena blanda”, que aconseja a las personas quedarse en sus casas pero no las obliga, un sistema de las autoridades locales que hace un seguimiento de teléfonos móviles indicó que, este domingo, apenas el 50 % de los casi 13 millones de habitantes de la ciudad permaneció en su casa.
Los expertos prevén que el pico de contagios se alcance a finales de abril.
Después de San Pablo, el estado más afectado es Río de Janeiro, con 2.464 casos y 147 muertes.
La cifra de muertos en el país aumentó más del doble en una semana, desde 432 el sábado. De todas formas, los expertos advierten que el número real de casos es probablemente mucho mayor, dada la limitada capacidad de realizar pruebas.
Además de la amenaza para las favelas, hay temores crecientes sobre lo que significará la pandemia para las comunidades indígenas brasileñas. Estas comunidades en la selva amazónica son particularmente vulnerables ante las enfermedades que llegan desde fuera, porque históricamente no han estado en contacto con los gérmenes contra los cuales gran parte del mundo ha desarrollado inmunidad.
En una señal preocupante, un adolescente de 15 años de la etnia amazónica yanomami murió tras contraer el virus. “Existe un gran temor de que esta enfermedad llegue, cause un brote en las comunidades (indígenas) y conduzca a un genocidio masivo”, dijo Katia Brasil, editora de la agencia de noticias Amazonia Real, que se especializa en los problemas que enfrentan los pueblos amazónicos. “Esta enfermedad es muy peligrosa para nosotros”, dijo Dario Yawarioma, un líder yanomami. “Y se está acercando”.
La creciente cifra de muertos y contagiados en Brasil, así como la situación crítica en otros países, como Estados Unidos, Italia o España, no parecen terminar de convencer al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien desde el principio ha minimizado la crisis sanitaria y alerta más sobre su impacto en la economía.
Este domingo, como hace casi a diario, Bolsonaro criticó otra vez en sus redes sociales las cuarentenas y medidas para la restricción del contacto social implantadas por muchos gobernadores y alcaldes del país, en el marco que les garantiza la Constitución brasileña. “Además del virus, ahora también tenemos el desempleo, fruto de ese ‘cierra todo’ y ‘quédate en casa’ o ‘te detengo’. Para toda acción desproporcionada, la reacción también es fuerte. El Gobierno busca el diálogo y la solución para todos los problemas y no apenas para uno”, escribió el líder de la ultraderecha brasileña.
Su insistencia en minimizar los efectos de la pandemia le costaron a Bolsonaro este sábado una dura crítica de la organización Human Rights Watch (HRW). “Bolsonaro está saboteando los esfuerzos de gobernadores y de su propio Ministerio de Salud para contener la diseminación del COVID-19, poniendo en riesgo la vida y la salud de los brasileños”, dice un comunicado firmado por el director de la División de las Américas de HRW, José Miguel Vivanco.
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