“La Prensa está sometida a un capricho de la dictadura. Están decididos a cerrarla, a asfixiarla. No entiendo por qué” reclama Cristiana Chamorro, directora de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, y miembro de la familia dueña del diario que en marzo próximo cumplirá 94 años. Cumplirá, claro está, si sobrevive un mes más al asedio que desde hace año y medio le ha impuesto el régimen de Daniel Ortega con el propósito de cerrarlo.
Este martes el antiguo rotativo volvió a sonar las alarmas con un editorial que tituló “¡Dictadura estrangula a LA PRENSA!” donde reconoce que el diario “podría estar con sus días contados”.
“Nicaragua sería el único país en el mundo que no tendría un periódico impreso”, advirtió el editorial. “Hemos verificado con la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que no hay un solo país del hemisferio occidental que no tenga periódicos impresos”.
“Inclusive en los estados fallidos como Siria, Somalia y Sudán del Sur hay diarios escritos. De manera que si desaparecen la Prensa y el diario Hoy (periódico popular de La Prensa) por el estrangulamiento de la dictadura, Nicaragua ostentaría el deshonroso récord de ser el único país en todo el mundo sin periódico de papel”, señala el escrito.
Desde septiembre de 2018, la Dirección General de Aduanas mantiene retenidas en sus bodegas un embarque de 92 toneladas de papel, tintas y otros insumos necesarios para la elaboración del diario. El costo de los insumos retenidos en Aduana anda por los 180 mil dólares, según los cálculos del periódico.
Eduardo Enríquez, editor jefe de La Prensa, dice que cuando han pedido una explicación por la retención, en Aduanas solo les dicen que “son órdenes de arriba”.
“Sin duda, en este caso, el ejecutor es el director general de Aduanas, Eddy Medrano, pero está operando con las órdenes de Rosario Murillo y Daniel Ortega, quienes tienen la responsabilidad directa de estar coartando la libertad de expresión”, considera Enríquez.
Cristiana Chamorro dice que en las reuniones de dirección, cuando se evalúan las reservas disponibles y los días posibles a operar con ellas, siente “como un pelotón de fusilamiento que se viene acercado al mando de Ortega y Murillo para dar el tiro final”.
Agotadas las reservas de papel periódico, el diario ha echado mano de todo tipo de papel para mantener su edición impresa en la calle. También ha adoptado medidas drásticas de racionamiento.
“El periódico”, señala Enríquez, “ha tenido que tomar medidas para ahorrar lo que tiene en inventario y que le dure la mayor cantidad de tiempo posible, no matar la edición en papel mientras se pueda. Estamos actualmente con ediciones de ocho páginas y circulando de manera limitada. Somos un periódico de circulación nacional pero actualmente reducida a cuatro de los 16 departamentos del país para prolongar la capacidad que tiene La Prensa de imprimir el periódico”.
El estrangulamiento a La Prensa se inscribe, según Cristiana Chamorro, en una ofensiva generalizada contra los medios independientes. “Primero comenzaron con cerrar 100 por Ciento Noticia (estación televisora) de forma abrupta, e igual lo hicieron con Confidencial (semanario) y Esta Semana (programa de TV), luego lograron cerrar El Nuevo Diario, y a La Prensa, me da la impresión, la han dejado de ultimo, para que cuando pasen los escándalos darle una muerte casi tranquila, como que se murió por sí misma”.
La Prensa se fundó en marzo de 1926 y ha sido por mucho el diario más longevo de Nicaragua. Enfrentó desde sus páginas a la dictadura de los Somoza (1936-1979), periodo en el cual sufrió cierres, frecuentes encarcelamientos de sus directivos, bombardeos aéreos a sus instalaciones y el asesinato de su director, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el 10 de enero de 1978.
Si bien al principio simpatizó con la revolución que derrocó a Somoza, a los pocos meses comenzaron las contradicciones de fondo con el proyecto sandinista. Nuevamente sufrió cierres, acoso, incluso algunos de sus directivos se involucraron con la contrarrevolución armada y, finalmente, la presidenta de su Junta Directiva, doña Violeta Barrios de Chamorro, como candidata opositora derrotó a Daniel Ortega en las elecciones presidenciales de febrero de 1990.
“Hemos pasado tantas vicisitudes a lo largo de la historia”, dice Cristiana Chamorro, hija del director asesinado, Pedro Joaquín Chamorro, y Violeta Barrios, que llegaría ser presidenta del país. “La Prensa es la conciencia colectiva de Nicaragua. Es la historia de miles e, incluso, la historia de ellos (Murillo y Ortega)”.
En los años 70 del siglo pasado, Rosario Murillo fue secretaria del director de la Prensa, Pedro Joaquín Chamorro. “Rosario trabajó con mi papá y se le dio respeto, solidaridad, dignidad y se le abrió el espacio para que fundara Gradas (movimiento artístico de protesta). Igual a Ortega se le defendió cuando fue preso político del régimen de Somoza. No se entiende por qué ese odio, esa venganza. No es contra el diario de la familia Chamorro, a mi juicio es contra esa conciencia colectiva que está detrás de La Prensa. Como dijo Pablo Antonio Cuadra, La Prensa es la lengua pública, es tribuna, espacio para recibir gente que está en protesta”.
“Silenciar un diario es como obligar a la gente a callar”, agrega Chamorro. “Claro, ahora estamos en otros tiempos. A partir de la crisis y de la represión que ellos comenzaron, la respuesta que le ha dado el periodismo ha estado a la altura. Todos los periodistas tienen un trabajo más de equipo y de apoyo mutuo, con visión de trabajo en equipo para las coberturas. Han surgido 21 nuevas plataformas informativas en versión digital, cinco periodistas fueron galardonados y nació una nueva organización de periodistas”.
“Es un golpe bajo al periodismo”, dice Ricardo Trotti, director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y asegura que este organismo sigue con atención el acoso que sufre el diario nicaragüense. “Hemos escrito cartas al gobierno, siempre ignoradas, hemos hecho gestiones ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y los derechos humanos en la ONU”, explica.
El bloqueo a las materias primas es una fórmula similar a la que han usado otras dictaduras para no caer en el cierre directo de un medio, dice. En Venezuela, recuerda, la estrategia fue impedirle a los medios independientes el acceso al dinero que necesitan para mantenerse.
“Pensamos sí que La Prensa va a sobrevivir haciendo buen periodismo en la plataforma que sea”, confía Trotti.
Eduardo Enríquez asegura que se han hecho todas las gestiones de acuerdo a la ley para tener acceso a los insumos con que se elabora el diario. “Primero se hizo la gestión normal de desaduanaje y se le negó. Debido a que constitucionalmente la importación de materias primas para medios de comunicación en Nicaragua está exenta de impuesto, se hizo la gestión y se solicitó la exoneración. La negaron también. Llegaron al punto de decir que si se pagaba el impuesto, que ya era una violación a ley, entregaban la materia prima. Se pagaron los impuestos y aún así no la dejaron entrar”.
“Se recurrió al Tribunal Aduanero y Tributario Administrativo (TATA) , el cual falló dos veces a favor de La Prensa, para después, en una acción insólita, desdecirse y corregir, entre comillas, su fallo. Esta vez falló a favor de la Dirección General de Aduana sin dar ningún argumento técnico. Solo que Aduana tenía razón en esa retención”, explica el editor.
Dice Enríquez que La Prensa está trabajando para sobrevivir en digital. “Tenemos una versión digital fuerte, pero el punto es que hay la decisión de una dictadura para coartar la libertad de expresión, impedir el libre acceso a la información de los nicaragüenses y dañar y asfixiar económicamente a una empresa que con 94 años de historia ha enfrentado a todas las dictaduras”.
Para Eduardo Enríquez, destruir a la Prensa es una obsesión de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “Daniel Ortega llegó al poder en los años 80, cerró este medio durante año y medio, y regresó al poder con esa vieja obsesión de eliminar a La Prensa”.
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