El canciller brasileño Ernesto Araújo confirmó este jueves que Brasil decidió suspender su participación en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) e indicó que las razones radican en que el organismo multilateral “no había tenido resultados en la defensa de la democracia ni ningún área” y, además, “da lugar a regímenes no democráticos como Venezuela, Cuba y Nicaragua”.
“Brasil refuerza su determinación de trabajar con todas las democracias de la región (ya sea bilateralmente, a través de la OEA, el Prosur o el Mercosur) por una agenda de libertad, prosperidad, seguridad e integración abierta”, agregó Araújo en la serie de publicaciones en las que fundamentó la decisión tomada por la administración de Jair Bolsonaro.
Brasil ya había dejado de participar en la CELAC en 2019, alegando los “pocos efectos prácticos” del organismo multilateral. México, que asumió la presidencia este año, se puso en contacto con el gobierno de Bolsonaro para que reviera su postura, pero los intentos fueron infructuosos.
Brasil no asistió a los eventos relacionados a la asunción de México e indicó que no participaría en las actividades de este año al considerar que no están dadas “las condiciones para la actuación (apropiada) de la Celac en el actual contexto de crisis regional”. Además, indicó que no suscribirá ningún documento, agenda o propuesta de trabajo que surja de las reuniones ministeriales del organismo.
Este es el segundo foro regional que Bolsonaro abandona. En abril de 2019, alegando que se trataba de una creación del finado presidente de Venezuela Hugo Chávez para ejercer el poder de la izquierda en la región, anunció que dejaba la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR). En ese entonces, también tomaron la misma decisión Argentina, Chile, Colombia, Perú y Paraguay. Esos países, sumados a Perú y Ecuador, formaron el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur).
La Celac, por su parte, nació en febrero de 2010 y está integrado por 33 países de Latinoamérica y El Caribe. El organismo, que agrupa a prácticamente todos los miembros de la OEA con excepción de Estados Unidos y Canadá pero con presencia de Cuba. Fue una iniciativa del entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los principales rivales políticos del actual jefe de Estado.
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