SAN PABLO - El ministro de Justicia Sergio Moro se perfila como un posible candidato a ganar la presidencia de Brasil en 2022. Una encuesta realizada por la consultora Datafolha reveló que es conocido por 93% de los brasileños, un auténtico récord. Y tiene un nivel de apoyo del 53%. Si mantuviera esos indicadores, estaría en condiciones de triunfar en la primera vuelta.
A diferencia del miembro de su gabinete, el presidente Jair Bolsonaro ha perdido espacio. Con apenas 30% de popularidad, está por detrás no sólo de Moro sino también de Paulo Guedes, su ministro económico, quien exhibe un respaldo de los brasileños de 39%.
El ministro de Justicia es el ex juez del “Lava Jato”, e intervino en la causa principal por corrupción del ex presidente Lula da Silva. Eso le ganó respeto especialmente en los sectores sociales medios y ricos de la población y así lo indica Datafolha: lo avala el 73% de los electores con salarios más altos y también lo favorecen los de ingresos medios, con un 63% de apoyo. Sólo tiene un hándicap menor entre los más pobres, donde es secundado por un 46% de los consultados. La encuesta no analiza integrantes de la oposición.
En la investigación fueron testeados también otros ministros del gabinete de Bolsonaro. Entre ellos se destacan el responsable de la cartera de Educación, Abraham Weintraub, y el de Medio Ambiente, Ricardo Salle. No obstante, los números no son auspiciosos.
Desde el comienzo de su gestión, el equipo presidencial intentó desarticular la idea impuesta por la oposición acerca de que las medidas adoptadas hasta ahora perjudican a las camadas sociales más pobres.
Pero más allá de las posibles diferencias respecto de los ingresos, la encuesta ilustró los contrastes regionales. El caso de Moro es sintomático: obtuvo 64% de respaldo de la región sur del país, que es la más desarrollada; mientras que en el Nordeste el respaldo bajó a 46%.
Pese a que los guarismos no lo favorecen, Bolsonaro indicó esta mañana, en un acto para agasajar a los nuevos generales, almirantes y brigadieres de las Fuerzas Armadas, que su gobierno “está en el camino correcto”. Cuando los periodistas le preguntaron sobre su evaluación de la encuesta, Bolsonaro no respondió. Indicó que lo que importa es “tener un Brasil diferente". "Lo que nos hace falta es fe, coraje y determinación para cambiar el destino de nuestro país. Estoy convencido que alcanzaremos ese objetivo”, expresó.
Aún si al presidente le va relativamente bien en el área de la evaluación económica, debido a medidas temporarias para fomentar el consumo, sus declaraciones públicas tienen menos credibilidad: 80% de la población desconfía de la certeza de sus pronunciamientos; o de sus idas y venidas políticas e ideológicas.
Consustanciados con las creencias presidenciales, varios de los funcionarios que forman parte del círculo íntimo del gobernante han revelado filosofías que poco o nada tienen que ver con la época y con el sentido común social. Ese probablemente sea un costado muy débil de su gestión, en simultáneo con la incapacidad de crear empleos para los sectores menos escolarizados. Ocurre que quiénes reciben los menores ingresos representan 43% de la población. Es allí donde Bolsonaro tiene un respaldo más frágil.
Claro que a eso se suman las circunstancias en que miembros de su gobierno son ridiculizados por la prensa brasileña, casi sin distinción de credos. El hecho más reciente fueron las polémicas declaraciones de un músico nombrado para dirigir la Fundación para el Arte (Funarte), un organismo autárquico de peso en el área cultural.
El nuevo presidente, Dante Mantovani, llegó a reivindicar el terraplanismo en un tuit: “Los que hablan de la Tierra redonda hacen chistes sobre la evidencia de la Tierra plana. Pero resultan absolutamente incapaces de presentar una única prueba delirante de la esfericidad terrestre. Lo más próximo que llegan de un argumento a favor de la pelota giratoria son las imágenes de computación gráfica hechas por la agencia de desinformación y propaganda de la Guerra Fría, la NASA. Sus propios autores ya hicieron público que fue todo Fake News”.
Además de profesar el “terraplanismo”, Mantovani llegó a sostener que el “rock activa la droga, que a su vez activa el sexo, y que finalmente activa la industria del aborto. Y esa industria a su vez alimenta algo mucho más pesado que es el satanismo”. Estos argumentos estuvieron entre los principales titulares periodísticos de la semana pasada. Esas variantes “filosóficas” son las que proveen de mayores recursos electorales a la oposición. Y si en ese contexto se destaca el ministro Moro es, precisamente, por su negativa a ser parte de esa cultura gubernamental.
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