La protesta se decidió en un cabildo abierto realizado en Senkata, en la ciudad de El Alto. El dolor y la rabia eran evidentes entre los vecinos que despidieron el miércoles a las víctimas fatales de los disturbios ocurridos en la víspera frente a una refinería de gas. La Defensoría del Pueblo de Bolivia confirmó la muerte de ocho personas tras un operativo militar y policial que buscaba desbloquear el paso para llevar combustibles desde la planta en Senkata hasta la vecina ciudad de La Paz.
Precisamente la capital es el destino de la movilización que comenzó este jueves a la mañana. Vestidas de luto y cargando los ataúdes de los muertos, miles de personas se acercan a la sede del gobierno para pedir la renuncia de la presidente interina Jeanine Áñez.
“Todos los distritos de la ciudad de El Alto hemos estado de acuerdo (...) Vamos a bajar vestidos de negro (...) nos vamos a dirigir con nuestros muertos para que la prensa internacional y nacional se entere de que este Gobierno ha matado a nuestros hermanos”, decía el miércoles un dirigente vecinal en el cabildo, según informa La Razón.
“¡El Alto de pie, nunca de rodilla!”, gritaba la gente. “Convocamos a El Alto a una movilización a partir de hoy y un bloqueo de todas las calles para que la ciudad, la hoyada paceña, sienta lo que nosotros sentimos con la muerte de nuestros compañeros”, dice otro de los puntos aprobados en la asamblea.
Muy pocos vehículos se animan a acercarse hasta los barrios colindantes con Senkata, ante los bloqueos callejeros instalados desde el puente Bolivia sobre la Avenida 6 de marzo, que es parte de la carretera hacia la región andina de Oruro, la central Cochabamba y a otra ruta que va hacia Chile. Parte de un puente peatonal que fue tumbado la noche del martes, tras conocerse que hubo muertos en Senkata, avisa que uno ya se encuentra en ese barrio alteño.
La gente va y viene sobre la avenida, muchos portando la wiphala, la multicolor bandera indígena. Al ver periodistas en la zona, la recomendación, a veces gentil, a veces en tono hostil, es “digan la verdad”.
La muchedumbre es mayor cerca de la refinería, donde varios trechos de su muro perimetral fueron destrozados en la víspera y ahora en cada espacio hay militares custodiando para evitar que la gente ingrese. En el lugar conocido como la extranca de Senkata, centenares de vecinos, campesinos de la región de La Paz y otros sectores se congregaron el miércoles para esperar el fin de las autopsias realizadas desde el mediodía, con encendidos discursos en contra del Gobierno.
Uno de los fallecidos es Juan José Tenorio, de 23 años, cuyo hermano mayor, que pidió mantener su nombre en reserva, reclamó que su muerte no quede en la impunidad. “Lo han matado a mi hermano como a un perro, yo me siento dolido. Anoche lloré toda la noche, estoy seco, toda mi familia ha llegado y hasta ahora no podemos aceptar la muerte”, confesó a la agencia EFE.
El hombre aseguró que su hermano no estaba con los manifestantes que protestaban cerca de la refinería, pero se acercó para ayudar a sacar a los heridos que fueron cayendo a causa de la “balacera”. También se lamentó porque Juan José deja una viuda y un hijo pequeño y pidió a las autoridades que se pongan “la mano al pecho”.
Otro de los muertos es Joel Colque Patty, de 22 años, cuyo hermano Carlos declaró que “los militares lo han reprimido”. “Él iba a su trabajo, él no era ningún manifestante, no pertenecía a ningún grupo político, no era delincuente”, exclamó entre duras críticas al Gobierno interino.
Según el hermano, la gente está “con la sangre hirviendo” por lo ocurrido y pidió que se indemnice a los familiares de las víctimas. “Sé que ni el dinero nos va a devolver a nuestros seres queridos, pero pedimos que nos respondan por nuestros muertos”, sentenció.
Con información de EFE
MÁS SOBRE ESTE TEMA: