Más de 75.000 personas se han concentrado en la Plaza Italia de la capital chilena, Santiago, en el marco de la ola de protestas que se suceden en el país desde el 17 de octubre, según los cálculos de la Intendencia Metropolitana.
Decenas de miles de manifestantes asistieron a la llamada tercera “marcha más grande de Chile”, en la céntrica Plaza Italia de Santiago, donde a pocos metros y en medio de disturbios se quemó parte de una sede de la privada Universidad Pedro de Valdivia, que alberga las oficinas de la rectoría de la institución.
En este contexto, se han registrado varios incidentes violentos en el marco de las protestas. En concreto, se ha incendiado la sede de la Universidad Pedro de Valdivia, un edificio patrimonial construido en 1915. Tras varias horas, 18 compañías de bomberos han logrado controlar las llamas.
“Por ahora no sabemos mucho más; sólo que en el contexto de una manifestación muy importante, de 75.000 personas, un grupo de encapuchados, delicuentes, habrían entrado a saquear una sede universitaria y luego le habrían prendido fuego”, ha indicado el intendente Felipe Guevara, según ‘La Tercera’.
La casa patrimonial, construida en 1915, comenzó a arder por el techo cuando manifestantes encapuchados se enfrentaron con agentes antimotines que habían encendido barricadas en los alrededores, indicaron testigos a medios locales.
Lo primero que se vio arder fue el techo de madera de la edificación donde los carros de bomberos tuvieron problemas para desplegarse por la presencia de manifestantes, informaron fuentes de la Intendencia de Santiago.
Muy cerca de la universidad siniestrada, un grupo de encapuchados saqueó una iglesia histórica, la Parroquia de La Asunción construida en 1876, y utilizó parte del mobiliario para encender barricadas.
Una marea humana se reunió por tercer viernes seguido portando banderas chilenas, silbatos y máscaras de distintos personajes junto a carteles con mensajes contra el gobierno de Sebastián Piñera.
La tercera marcha, convocada en redes sociales, buscaba igualar una del 25 de octubre que reunió 1,2 millones de personas y que fue seguido por otra no tan masiva, el 1 de noviembre.
Pero los incidentes violentos, liderados por encapuchados que se suceden desde el 18 de octubre, también han opacado un poco el movimiento que sin embargo sigue activo día tras día.
“Desafortunadamente las necesidades de la gente están siendo el ‘Caballo de Troya’ para todo lo malo que está pasando en la calle”, dijo Hernán, un conserje de un edificio de Santiago, de 60 años.
Incomprensión
Desde aquel viernes 18 de octubre, cuando el aumento en la tarifa del metro destapó la ira en las calles de Santiago, los chilenos reclaman contra las desigualdades en un país con una economía próspera de libre mercado pero con un Estado ausente o laxo en educación, salud y pensiones.
Veinte muertos y más de mil heridos han dejado las manifestaciones con disturbios que han golpeado a pequeños y medianos empresarios de una de las economías más estables de América Latina.
Felipe Berríos, sacerdote jesuita y referente de opinión pública, dijo a la AFP que cree que el gobierno de Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de la región, ha sido muy lento para reaccionar, porque justamente está tocando intereses de los más poderosos.
"Hay cosas urgentes como el tema de las pensiones, el sueldo mínimo (de 418 dólares). Eso es para calmar la fiebre, pero para terminar con la enfermedad se requiere hacer un cambio de Constitución, ya que tenemos una que protege el privilegio de algunos, entonces es un desafío mayor y por eso es que hay tanta tensión", indicó Berríos.
Una reforma a la carta magna, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), parece ser la clave para salir de una crisis que el gobierno se empeña en tratar como un tema de desorden público.
La activista Javiera Parada, exagregada cultural de Chile en Estados Unidos durante el gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2014-2018), considera que “claramente ha habido una falla en el sistema político”. “El descontento ciudadano es con una política que no está al servicio de la gente”, dice.
Parada renunció al partido de izquierda Revolución Democrática tras rechazar el respaldo que esa agrupación le dio a una acusación constitucional para destituir a Piñera. En una carta pública, pidió a sus pares responsabilidad política y unidad.
"Cuidado con bajar los estándares democráticos cuando nos conviene", advirtió esta actriz y política, de 45 años, cuyo padre, José Manuel Parada, fue asesinado durante la dictadura.
Como promotora de cabildos ciudadanos, Parada cree que un proceso Constituyente podrá descomprimir la movilización.
Para Chile, que estuvo 17 años bajo una dictadura -que dejó 3.200 muertos y más de 1.000 desaparecidos-, significó un gran desafío unirse para sacar al dictador a través de un plebiscito, en 1988.
"El siguiente desafío fue terminar con un 40% de pobreza y un 20% de indigencia de extrema", recuerda Berríos, fundador de la ONG Techo.
A medida que el país crecía afrontó retos para instaurar derechos civiles, pero ahora "tenemos un desafío que es más complejo, porque tiene que ver con un mejor trato entre los chilenos, que no haya un chileno de primera ni de segunda clase", agrega.
La crisis se alarga, los reclamos de un movimiento sin líderes identificables suben y bajan al ritmo de likes y “trending topics” en las redes sociales, y Piñera luce desorientado para calmar la calle.
Con información de AFP y Europa Press
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