La diplomacia de Itamaraty está en tratativas intensas para cerrar, en noviembre próximo, un nuevo viaje de Jair Bolsonaro a Estados Unidos. La visita incluirá el estado de Florida, pero deberá culminar en Washington, donde el presidente brasileño irá a participar del CEO Fórum que organiza la Cámara de Comercio Americana (AMCHAM) y en la que estará presente el ministro de Economía Paulo Guedes. Pero la mayor ambición es un encuentro con Donald Trump. Para Bolsonaro y la cancillería brasileña sería una oportunidad especial para consolidar al jefe del Palacio del Planalto como líder regional, frente a procesos complicados en el vecindario sudamericano: Chile, Bolivia y Venezuela. Pero también frente a la elección de un “gobierno izquierdista” en Argentina, según relataron altos colaboradores presidenciales al diario Folha de Sao Paulo.
Este martes, en Riad (Arabia Saudita), Bolsonaro coincidió con Jared Kushner, yerno y asesor especial de Trump, en una conferencia con los “top” del mundo financiero global. Allí estaba, también, el secretario norteamericano del Tesoro Steven Mnuchin y el titular del Banco Mundial David Malpass. Lo cierto es que la nueva gira del presidente brasileño por Estados Unidos fue de hecho una iniciativa de los senadores republicanos Marco Rubio y Rick Scott. El convite realizado por ambos es para tener al brasileño como personaje principal en conferencia con inversores estadounidenses, interesados en participar especialmente de obras de infraestructura y privatizaciones.
La entrevista con Trump todavía no está cerrada y, se afirma, podría coincidir con una eventual visita de Alberto Fernández a Washington como continuidad de su gira por México donde se reunirá con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Lo que admiten miembros del equipo presidencial brasileño es que hubo una diferencia entre la actitud del jefe Bolsonaro hacia el presidente argentino electo y la que mostró la diplomacia norteamericana. El secretario de Estado Mike Pompeo salió, casi de inmediato, con una nota de felicitación por la victoria y expresó en simultáneo el deseo de un “trabajo conjunto” en el futuro. El brasileño, en cambio, optó por no comunicarse con quién será su colega a partir del 10 de diciembre.
Como en Estados Unidos hay dudas sobre qué comportamiento tendrá el futuro presidente argentino respecto de Venezuela, especialmente con relación al Grupo de Lima, el jefe de Estado brasileño ve la oportunidad de afianzar su figura como indiscutido líder regional. “El plan de Bolsonaro es reafirmar la proximidad con Donald Trump, en un contrapunto con el nuevo gobierno argentino” dijeron fuentes del entorno presidencial brasileño al diario Folha de Sao Paulo. Bolsonaro confirmó a ese medio que el senador Scott “reunirá empresarios de ellos y nosotros vamos a llevar algunos nuestros para tratar de inversiones y hacer negocios en Brasil. Falta precisar la fecha, que debe ocurrir en noviembre. Brasil tiene prisa para aprovechar la oportunidad que nos permitirá impulsar la economía”.
Pero Brasil no busca solo consolidar su importancia regional. También quiere ya empezar el tratamiento de un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos. Esto llevó a la cancillería brasileña y al ministerio de Economía a estudiar, en forma conjunta, cuáles serían los impactos de un abandono del Mercosur por parte de Brasil.
Según afirmaciones de Bolsonaro, también en Oriente Medio, “por ahora nadie piensa en una ruptura” con el bloque. Pero el gobernante sentenció al mismo tiempo que su gran preocupación con respecto a Buenos Aires es “la vuelta de la señora Cristina Kirchner, muy vinculada a Dilma (Rousseff), a Lula (Da Silva), a Morales (Evo), a Fernando Lugo, al fallecido Fidel Castro y a Nicolás Maduro. Sabemos que su receta económica no fue exitosa en ninguna parte del mundo”. Brasil, como dice Bolsonaro, está “firmemente alineado” a la Casa Blanca. Con todo, en dos semanas el gigante sudamericano será sede de una nueva cumbre de los BRICs que incluye a China.
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