El futuro de América Latina y el Caribe está estrechamente ligado a una urbanización sostenible, así lo ha reconocido la Comisión Económica para la región desde años. De acuerdo con la Cepal, una transición energética hacia fuentes renovables es necesaria para que el subcontinente crezca y se combata paralelamente la crisis climática a la que nos enfrentamos.
El siglo XXI fue el inicio de una nueva etapa mundial en el combate al cambio climático. El séptimo objetivo en la lista de Desarrollo del Milenio firmada por los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. En 2010, con metas a medio cumplir, la comunidad internacional decidió incrementar sus esfuerzos ante la amenaza de una catástrofe ambiental sin parangón. Entonces se firmó el Acuerdo de París y la Agenda 2030.
El reto de que el mundo avance hacia desarrollo sostenible se encuentra más vigente que nunca. Y la pregunta es, ¿dónde se encuentra Latinoamérica en esa agenda? La respuesta se reduce a una palabra: rezagada.
Según explicó Luiz Fernando Krieger, oficial de asuntos económicos de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Cepal en entrevista para Infobae México, la región necesita “despertar”, pues no hay acciones claras que apunten a una transición hacia el desarrollo sostenible.
“América Latina no ha sido lo suficientemente clara ni se ha movido a la velocidad apropiada para esta transición. la velocidad de la degradación en el ambiente y en el modelo económico es muy clara y las respuestas son muy frágiles", indicó.
Ante la realidad de un sistema que destruye los ecosistemas y reduce las posibilidades de paliar la pobreza, la Cepal considera que la mejor opción es crear ciudades con energías verdes.
“El modelo económico está agotado; en la región, la continuidad de inversiones en ese modelo insostenible va a generar cada vez mas impactos ambientales, menos empleo y menos crecimiento. Por eso se deben estructurar nuevos modelos que estén asociados a reducir los impactos ambientales, que se acoplen al uso de recursos naturales, y que esos caminos generen más empleo.”, explicó Krieger.
La Cepal sostiene que el camino para el desarrollo de la región es que todos los sectores productivos puedan usar los recursos naturales de cada país, en procesos de producción sostenibles. Ciudades y áreas rurales por igual, pueden poner en marcha mejores tecnologías desde un punto de vista económico y ambiental.
De acuerdo con la Comisión, el uso de energías renovables es un camino que conduce a la reducción de la desigualdad y al aumento de la productividad, que estaría asociada a la capacidad productiva de los ecosistemas locales.
América Latina con miras al desarrollo
La transición a una urbanización sostenible, con miras a cero emisiones de carbono, implica una inversión anual cercana al 2% del Producto Interno Bruto (PIB) global. La cifra, que representa un total de USD 1.83 billones, contrasta con las economías regionales. Sin embargo, Fernando Krieger advirtió que la aparente desventaja económica no implica que América Latina no pueda responder a la emergencia climática.
La respuesta se haya en la reorientación de inversiones. “Este es el paso mas fundamental; en nuestra interpretación de la realidad latinoamericana, no faltan recursos financieros, hay suficientes, pero no están bien ubicados”, añadió.
Todo lo que tenemos hoy es una mala organización del proceso productivo en términos de recaudación y en dónde se hacen las inversiones. Estas están orientadas hacia sectores que producen mucho impacto ambiental y poco empleo, entonces queremos que se reorienten para generar una recaudación mayor, con mas capacidad de inversión del Estado y para poner los recursos en los sectores que generen mas empleo con poco impacto
El uso de las energías renovables también debe evolucionar, pues según dijo, los métodos convencionales han demostrado ser insuficientes para generar la energía que los países de la región necesitan. La energía hidráulica, por ejemplo, es inviable por falta de agua. La alternativa son fuentes no convencionales: viento, sol, recursos de biomasa; todo eso abunda en la región y se tiene la estructura necesaria para llevar a las ciudades hacia esa ruta.
“Son recursos altamente utilizables y con precios competitivos. El precio ya no es un problema, fue en el pasado. Tampoco acceder a la tecnología. Simplemente es un tema de opciones, y son los gobiernos los que deben elegir qué fuentes de energía usar”.
El rol de las comunidades indígenas
La transición hacia ciudades prósperas y limpias requiere necesariamente la participación de cada sector social, sobretodo en aquellos países como México donde los los pueblos originarios significan un porcentaje importante de la población. Entonces, un desarrollo sostenible presupone la inclusión de los indígenas, un sector que históricamente se ha visto apartado de las políticas nacionales.
“No puedes promover un desarrollo pensando que una parte sustantiva de la sociedad va a perder, eso es un error muy grande”.
De acuerdo con Krieger, las manifestaciones sociales que se han presentado actualmente en Latinoamérica (Chile, Ecuador, Puerto Rio, etc.), demuestran que es un continente “profundamente desigual que tiene que avanzar sobre la equidad”. Por eso se necesita que toda la comunidad participe, que la prosperidad sea compartida y que sea basada en cadenas productivas sostenibles.
“Nadie se puede quedar atrás, ese es el concepto usado por la ONU en la Agenda 2030. No vamos a llegar a ningún lado sin la articulación de todas las partes sociales" recalcó.
Su visión incluye una transición en la producción agrícola, la cual según dijo, impacta negativamente al medio ambiente. Los sistemas agrosilvopastoriles en contraste, se presentan como una forma sustentable de cultivo.
“Este sistema respeta la biodiversidad, emite menos contaminantes y produce más. Entonces, sí se puede tener más productividad; y eso aplica a las ciudades”, destacó el funcionario de la Cepal.
El futuro a mano de los gobiernos
Fernando Krieger deposita sus esperanzas en que la región adopte un nuevo estilo de desarrollo, pues éste, dice, ya se agotó.
Advirtió que continuar haciendo inversiones en un modelo que ya no tiene capacidad de generar los niveles de desarrollo necesarios para la sociedad puede retrasar aún más al continente.
“Cada gobierno tiene que decidir cómo hacer la transición. En términos mundiales todavía seguimos con inversiones fuertes en áreas de combustibles fósiles, pero hoy sabemos que tenemos que producir un nuevo camino. ¿Cómo producir ese camino en cada país y situación asociada a cada demanda?, a eso se debe volcar cada gobierno, pero lo más importante es reconocer los desafíos planetarios y hacer su inserción en esa transición.”
Manejar la basura, reducir la polución, hacer una transición energética, producir una agricultura sostenible: son acciones que otros países en el mundo ya están llevando a cabo y América Latina no se puede quedar atrás.
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