Chile se encuentra paralizado este domingo, con prácticamente todo el comercio cerrado, suspensiones y cancelaciones de vuelos en el aeropuerto y un escasísimo transporte público, en medio de las peores protestas desde el retorno a la democracia en 1990, que suman tres muertos.
El centro de Santiago muestra por la mañana imágenes dantescas de destrucción: semáforos en el suelo, restos de autobuses quemados, comercios saqueados y miles de piedras y palos sobre las calles tras la serie de protestas que se iniciaron el viernes con el alza de las tarifas del metro pero que luego hicieron eco de muchas otras reivindicaciones sociales.
Pese a regir el “toque de queda” y a que se desplegaron casi 10.000 militares en las calles, los disturbios continuaron durante toda la madrugada en Santiago y otras ciudades de Chile, como Valparaíso y Concepción, hasta donde también se extendió la medida que restringe la circulación.
En Santiago, tres personas murieron en dos saqueos a supermercados, uno de la cadena Líder de Santiago y otro en un comercio de Valparaíso, uno de los muchos comercios saqueados e incendiados durante las últimas horas en la capital.
Otro blanco de las protestas fueron los buses del transporte público y las estaciones del metro. De acuerdo al gobierno, 78 de ellas han sufrido destrozos, algunas quedaron completamente destruidas, y se desconoce cuándo la red podría estar completamente operativa de nuevo. Tardaría meses, según expertos.
“Esto no es solamente por el metro, es por todo. Los chilenos se aburrieron de las injusticias”, afirmó a la televisión local Manuel, un trabajador que intentaba llegar este domingo a su lugar de trabajo.
Bajo gritos de "basta de abusos" y con la consigna en redes sociales de "ChileDespertó", el país enfrenta extendidos reclamos contra un modelo económico en el que el acceso a la salud y a la educación es prácticamente privado, con una alta desigualdad social, bajas pensiones y un alza de los servicios básicos.
La manifestación no tiene un líder definido ni un pliego concreto de peticiones. De momento se alza como un reclamo generalizado en contra de un sistema económico neoliberal que tras el éxito aparente de las cifras macroeconómicas, esconde un profundo descontento social.
Hasta ahora las autoridades no han entregado un balance de detenidos y heridos en estas extendidas protestas, las más violentas que se recuerden desde el retorno a la democracia tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Ciudad paralizada y desolada
Los supermercados y los centros comerciales anunciaron que permanecerían con sus puertas cerradas este domingo, ante el riesgo de saqueos. Casi no circulan autobuses en la cuidad y el metro sigue inutilizado.
Los taxis y las diversas aplicaciones móviles -cuyas tarifas estaban por las nubes- eran prácticamente la única forma de movilizarse en esta cuidad de siete millones de habitantes que ha soportado dos jornadas de violencia extrema.
En el puerto de Valparaíso, los bomberos seguían apagando las llamas del incendio que destruyó por completo un supermercado de esa ciudad. “Estamos viviendo altísimos niveles de delincuencia, pillaje y saqueos”, dijo Alberto Espina, ministro de Defensa.
Para este domingo, el presidente Sebastián Piñera -que anunció ya la víspera la suspensión del alza de las tarifas del metro- se reunirá con sus ministros y otras autoridades para discutir cómo hacer frente a una situación.
Protestas de tal magnitud eran inimaginables hasta hace escasos días, cuando el mismo mandatario se refería a su país -que tiene previsto acoger a mediados de noviembre la cumbre de líderes del foro de Cooperación del Asia Pacífico (APEC)- como un "oasis" de tranquilidad en la región.
La Cámara de Diputados organizó también una sesión especial este domingo. Para el lunes, en tanto, cuando universidades y colegios suspendieron sus clases, estudiantes convocaron a una nueva jornada de protestas.
Con información de AFP
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