El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, cuya popularidad está en el piso tras sólo ocho meses de gobierno, se dio este sábado un baño de masas en la primera vez en que encabezó el tradicional desfile militar del Día de la Independencia de Brasil en su condición de jefe de Estado.
El mandatario llegó hasta la tarima desde la que presenció el acto en el Rolls Royce convertible de la Presidencia que es usado en ocasiones especiales y en el que desfiló por dos kilómetros, todo el tiempo de pie, usando la banda presidencial y acompañado por uno de sus hijos y por un niño vestido con una camisa de la selección brasileña de fútbol al que recogió en el camino.
El desfile del Día de la Independencia, como es tradición, fue realizado en la Explanada de los Ministerios, la ancha avenida de Brasilia sobre la que están ubicadas las principales edificaciones públicas del país, pero en esta ocasión contó con tarimas adicionales para el público.
La expectativa del Gobierno era reunir a un récord de cerca de 40.000 asistentes en un acto en que Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército, disputó protagonismo con los militares que desfilaron.
En la tarima presidencial, el líder contó con la compañía de todos los miembros de su Gabinete y de numerosos invitados especiales, principalmente líderes empresariales y religiosos, entre ellos el presentador de televisión Silvio Santos, uno de los más populares del país, y el pastor Edir Macedo, fundador y máximo líder de una populosa iglesia evangélica.
En medio de la celebración y aprovechando un momento en que las tropas pararon para observar el desfile aéreo, el jefe de Estado bajó de la tarima y caminó por la Explanada de los Ministerios para acercarse al público, que lo ovacionó.
En una larga caminata en que se saltó todos los protocolos oficiales, Bolsonaro saludó a los asistentes al desfile siempre acompañado por el ministro de Justicia, Sergio Moro, cuyos índices de popularidad prácticamente doblan a los del jefe de Estado.
Moro era hasta el año pasado el juez responsable por el Lava Jato, la mayor operación de combate a la corrupción en la historia de Brasil, y es una de las figuras más destacadas y populares en el Gabinete de Bolsonaro.
Poco antes de participar en el desfile, el jefe de Estado dio unas cortas declaraciones exclusivas a un canal estatal en las que pregonó el nacionalismo e instó a los brasileños a acudir a los desfiles previstos en todas las capitales.
"Quien pueda comparecer en su municipio a los actos por el Día de la Independencia, así como yo lo estoy haciendo, hágalo. Brasil es nuestro. Es verde y amarillo", afirmó el mandatario.
En los últimos días Bolsonaro se refirió varias veces a su ansiada participación en los actos por el principal festivo patrio y exaltó el nacionalismo en momentos en que, en su opinión, la soberanía de Brasil en la Amazonía es amenazada por países interesados en las riquezas de la mayor selva tropical del mundo.
El presidente, blanco de críticas en el país y en todo el mundo por su retórica antiambiental a la que se atribuye el fuerte salto de los incendios forestales de este año en la Amazonía, asegura que los países que lo presionan tan sólo están interesados en desconocer la soberanía brasileña sobre el considerado pulmón del mundo.
Para preparar un desfile a la altura del deseado por Bolsonaro, el Gobierno elevó en un 19 % sus gastos en la organización con respecto al año pasado e invirtió 971.500 reales (unos 242.875 dólares) en la conmemoración.
El acto de este año contó incluso con el eslogan: "Vamos a darle valor a lo que es nuestro", un mensaje multiplicado en miles de carteles y en una campaña comercial promovida por el Gobierno y por la que algunas tiendas ofrecieron promociones de sus productos.
En el desfile por los 197 años de la proclamación de la independencia de Brasil participaron cerca de 4.500 personas, entre militares y miembros de diferentes fuerzas de seguridad.
(Con información de EFE)