SAN PABLO – Si hay un brasileño que conoce bien la Argentina, ese es el ex presidente Fernando Henrique Cardoso. En sus 8 años de administración le tocó convivir con dos ex jefes de Estado: Carlos Menem y Fernando de la Rúa. Vivió en vivo y en directo la crisis sistémica de 2001, cuando de la Rúa abandonó la Casa Rosada el 21 de diciembre de ese año. Cardoso se encontraba en Montevideo para una cumbre presidencial del Mercosur, aguardando a su colega argentino. Pero éste salió en el helicóptero sin poder informarle que no estaría en esa cita.
Cardoso nunca dejó de ir a Buenos Aires. Ezeiza suele ser uno de sus lugares habituales de desembarque. Y acompaña, con la misma intensidad del pasado, los sobresaltos de la política argentina. Esta vez dio también su opinión sobre los hechos que estos días conmueven al país. Y su respuesta, ante la pregunta formulada por Infobae sobre las elecciones presidenciales que tendrán lugar en la Argentina luego del triunfo del opositor Alberto Fernández en las primarias del domingo pasado, en cierto modo fue sorpresiva. Es cierto que se distanció del presidente Jair Bolsonaro, al juzgar que aquellos que ejercen el máximo cargo de su propia nación no deben hablar en voz alta sobre sus opiniones respecto a un vecino: "Bolsonaro se manifestó claramente a favor de uno de los lados (el del presidente Mauricio Macri). Cuando yo fui presidente nunca abrí la boca para juzgar procesos en la Argentina; ni en los momentos más complicados. Pero ahora ya no lo soy y puedo verter mi opinión: creo que la vuelta de una opción populista no es conveniente ni para su país ni para Brasil".
Este diálogo ocurrió en un contexto especial. Fue al concluir una de las reuniones que habitualmente realiza el Instituto FHC, en las que se debaten diferentes temas. Este jueves se abordó nada menos que las "Transiciones democrática: enseñanzas de los líderes políticos". Es el título de un libro organizado por el economista y político chileno Sergio Bitar, titular de IDEA Internacional, un instituto para la democracia y la asistencia electoral. Lo acompañó Abraham Lowenthal, profesor emérito de Relaciones Internacionales de la Universidad del Sur en California. Entre los ex presidentes que relataron sus experiencias están Cardoso, Ricardo Lagos y Patricio Aylwin.
En su conversación con Infobae, el ex presidente brasileño y fundador del partido socialdemócrata brasileño postuló: "La democracia es como una planta en la tierra: tiene que ser regada todos los días, pues no es algo que venga dado para siempre". Para él "ese riego diario es indispensable para el funcionamiento. Nosotros (los del PSDB) estamos en condiciones de garantizarla". Interrogado sobre los rasgos autoritarios del actual gobierno brasileño sugirió: "Es mejor no jugar en bloque (contra el actual mandatario), porque en ese caso le da fuerza a quién uno no quiere. Dicho esto, es preciso contar con una alternativa. En la elección del año pasado yo señalaba que era imperioso unir el centro. Sabía que de no hacerse esto, se podría ir a un fracaso. Lo diré de esta manera: es preciso unificar las fuerzas del centro para emprender un proyecto de liberalismo progresista".
En su visión "las instituciones en Brasil están funcionando. Los procesos tienen que madurar y la ley debe prevalecer", pero también marcó que "las tensiones entre Rusia, China y EE.UU ejercen un efecto negativo". Con todo insistió: "La animosidad con otros países no es conveniente. Es no entender el juego internacional". Y abundó sobre el proceso político actual en su país: "Hay que tener paciencia histórica: el pueblo eligió un presidente, lo votó. Claro que debería tener cuidado en esa cuestión ambiental. Está jugando con fuego porque los propios ruralistas van a perder".
Una pregunta sobrevoló la cita de estos intelectuales que además integraron gobiernos, como es el caso del chileno Bitar. "¿Está el mundo ante una recesión democrática?". Cardoso no duda de que, si bien las condiciones de partida de los gobiernos democráticos son muy distintas a las de la época de la Guerra Fría, en la región "se viven problemas como el de Venezuela". Recordó que el proceso de democratización en Brasil fue precedido "por un régimen que nació en la Guerra Fría, donde el opositor era enemigo. No fue fácil hacer entender a las oposiciones brasileñas que el camino más adecuado era tener una actitud dentro del sistema".
El chileno Bitar recordó, sobre esto, que él debió exiliarse en Venezuela luego del golpe militar del fallecido Augusto Pinochet. "Tengo familia en tierras venezolanas. Conozco bien como viven a diario. Nadie tuvo tanto éxito en la destrucción del país, tanto institucional como económica, como la actual gestión de Nicolás Maduro". Y continuó: "El problema actual es la falta de unidad de la oposición: no hay claridad sobre si pueden estar unidos. Creemos que es preciso distinguir a Chávez de Maduro, pues el chavismo va a durar, como dura el peronismo en la Argentina. Hay que sumar a los chavistas disidentes. Es preciso contar con una coalición muy grande para gobernar en una crisis tan gigantesca".
Lowenthal se interrogó: "¿Cómo construir y mantener una gobernanza democrática?" Entonces aconsejó: "En la investigación de este libro que se acaba de publicar hubo consenso entre los políticos: no se pueden lograr todos los objetivos a la vez. Es preciso alejar a aquellos que lo pretendan, y hay que concentrarse en los pasos posibles.